El Economista

El directivo aéreo a la conquista de trenes y dirigibles

El presidente de allá de los aviones con que asumió su propiedad en la crisis, despega más y salta al tras el éxito en la venta del

- Ángel C. Álvarez

La vida de Carlos Bertomeu (Valencia, 1963) durante los últimos 30 años ha ido paralela a la que ha sido su gran obra empresaria­l, la aerolínea Air Nostrum. Bertomeu fue quien convenció a la familia de Emilio Serratosa de las oportunida­des que ofrecía la liberaliza­ción del mercado aéreo europeo para crear una aerolínea regional desde cero.

Este antiguo profesor del Instituto de Empresa y consultor fue el elegido por los antiguos dueños de Valenciana de Cementos para llevar la teoría a la práctica con Air Nostrum, en cuyos mandos lleva desde su creación en 1994. Pese a los altibajos iniciales, logró consolidar­se tras el acuerdo con Iberia para asumir con sus aviones más pequeños sus vuelos domésticos con menos tráfico. Air Nostrum fue una operación de manual, en la que Bertomeu invirtió meses de análisis del sector y de las principale­s aerolíneas regionales en todo el mundo.

Siempre a la caza de oportunida­des, no ha dudado en subirse a la última gran liberaliza­ción en el sector del transporte de pasajeros en España: la de las líneas ferroviari­as de alta velocidad. Una apuesta personal del antiguo consultor, consciente también de la revolución que ha supuesto la competenci­a del AVE en algunas de las que eran sus principale­s rutas aéreas. Una amenaza a la que en los últimos tiempos se han sumado los objetivos de descarboni­zación, que han puesto en el punto de mira de algunos partidos las rutas aéreas de corto radio. La transición energética también ha motivado otro arriesgado movimiento: el objetivo de convertirs­e en la primera compañía aérea en operar dirigibles de helio de hasta 100 pasajeros a partir de 2026.

El salto al negocio ferroviari­o no ha sido sencillo, pero Bertomeu ha mantenido su ambición de competir con los gigantes del sector pese a la retirada del que era su socio estratégic­o, Acciona. Con el apoyo de Trenitalia primero y de Globalvia después, su filial Ilsa ha logrado poner a rodar a Iryo, el tercer operador de trenes de alta velocidad en España tras Renfe y Ouigo, la filial de la francesa SCNF.

Y es que el presidente y ahora dueño del 56% de Air Nostrum también ha dado muestras de su tenacidad para asumir elevados riesgos. Uno de esos golpes de mano le convirtió en el propietari­o de la aerolínea en uno de los momentos más delicados de la compañía. Tras la anterior crisis financiera y el auge de las low cost, Bertomeu tuvo que aplicar en 2012 un dura reestructu­ración en la aerolínea. A ello se sumaban las dificultad­es de sus accionista­s, con la familia Serratosa atrapada en una Uralita en caída continua. Tras buscar posibles socios, al final el propio Bertomeu se presentó como solución junto a dos inversores que poco tenían que ver con los aviones: los doctores Antonio Remohí y José Pellicer, fundadores del Instituto Valenciano de Infertilid­ad. Con ellos y tras endeudarse Bertomeu logró inyectar 26 millones de euros para culminar los ajustes en Air Nostrum.

Una IAG de aviación regional

Con el respaldo de los nuevos accionista­s, la vuelta a beneficios y alcanzar los 500 millones de euros de negocio, su presidente se puso de nuevo manos a las obras para ca-* zar oportunida­des. En el propio sector aéreo decidió dar un vuelco para ampliar su actividad más allá de la tradiciona­l de aerolínea a todo tipo de servicios aéreos. Así, segregó en varias líneas su negocio, como una nueva filial para la extinción de incendios, Plysa, otra para concentrar su actividad de mantenimie­nto de aviones y otra para operar aviones y flotas para terceros. También con alguna aventura exterior, como una fallida filial en Argentina. La guinda del pastel para ese nuevo conglomera­do aéreo era el acuerdo con la irlandesa CityJet para crear un grupo que aglutinase a ambas compañías, una especie de IAG de la aviación regional a la que ir sumando luego más aerolíneas.

La pandemia, que obligó a mantener en tierra sus aviones e hibernar la actividad, paralizó esa operación. Ahora tras lograr el rescate de la Sepi de 111 millones de euros y asegurar su solvencia, Bertomeu ha vuelto a retomar ese proyecto, para el que necesitará el visto bueno de la sociedad estatal.

Sin embargo, la crisis del Covid no ha sido tan negativa para la otra

La aerolínea nació con la liberaliza­ción del sector en Europa y ahora busca repetirlo con Iryo

La entrada de KKR en el IVI, donde era socio minoritari­o, le permite diversific­ar inversione­s

gran inversión del presidente de Air Nostrum. Su larga relación con los fundadores del IVI, donde su mujer fue directiva, también se tradujo en la toma de una participac­ión minoritari­a en la empresa de fertilidad que ha protagoniz­ado una de las mayores operacione­s corporativ­as del año, tras la entrada de KKR que valora la compañía en 3.000 millones.

Un pulmón financiero que por el momento Bertomeu ha descartado inyectar a su negocio aéreo. Siempre a la caza de nuevas oportunida­des, de momento el empresario junto a sus ahora socios minoritari­os del IVI ya ha encontrado un nuevo negocio en el que invertir: el coliving. A través de una sociedad de inversión conjunta han asumido un tercio del capital de Suiters, una firma promovida por la alicantina Marjal Grupo para desarrolla­r este tipo de viviendas urbanas. Su nueva participad­a ya tiene en marcha la rehabilita­ción de 3 edificios en Alicante, Málaga y Valencia.

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EE Carlos Bertomeu, presidente y máximo accionista de Air Nostrum.

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