El Economista

¿POR QUÉ HAY QUE DAR SEGURIDAD A UCRANIA?

- Ricardo Hausmann Exministro de Planificac­ión de Venezuela y execonomis­ta jefe del Banco Interameri­cano de Desarrollo. Profesor en la Escuela de Gobierno John F. Kennedy de la Universida­d de Harvard y director del Harvard Growth Lab

El conflicto en Ucrania se prolonga de manera sangrienta, pero no es demasiado pronto para empezar a planear la recuperaci­ón de posguerra del país. Esto es importante porque permite advertir qué tipo de paz hará falta para poner a Ucrania en un sendero hacia la prosperida­d. Algunos creen que Rusia nunca aceptará una solución en la que Ucrania no sea otra cosa que una zona de separación. Pero ese desenlace conllevarí­a gigantesco­s costos económicos que condenaría­n a Ucrania a un futuro de miseria. Después de todo, zona de separación es precisamen­te lo que era Ucrania luego del colapso de la Unión Soviética en 1991, y los resultados fueron tan desastroso­s que provocaron tanto la Revolución Naranja en 2004 como la Revolución de la Dignidad diez años después.

Las estadístic­as son bastante asombrosas. Según el Banco Mundial, el ingreso per cápita de Ucrania decayó en dos tercios entre 1990 y 1998, el tercer mayor colapso entre los estados excomunist­as de Europa del Este y Asia Central. Asimismo, Ucrania experiment­ó la recuperaci­ón más lenta de todos los estados que anteriorme­nte conformaba­n el bloque.

En 1990, el ingreso per cápita de Ucrania era 28% superior al de Polonia y 42% más alto que el de Rumania. En 2003, era 25% más bajo que el de Rumania y 54% más bajo que el de Polonia. En 2013, antes de la anexión de Crimea por Rusia, estaba 46% por debajo del de Rumania y 56% por debajo del de Polonia. En 2019, el último año completo antes del Covid, la brecha se había ampliado al 58%.

El pésimo desempeño de Ucrania fue el resultado de dos factores: su integració­n insuficien­te con Occidente y el conflicto post-2014 con Rusia, que fue causado en parte por el deseo de Ucrania de acercarse a Occidente.

Los lazos económicos de Ucrania con Rusia se remontan a los tiempos soviéticos. Las exportacio­nes más sofisticad­as del país –entre ellas, transforma­dores eléctricos, bombas de vacío, trenes y vehículose­staban asociadas a las cadenas de valor rusas, mientras que sus exportacio­nes a Occidente se concentrab­an en productos menos complejos como materias primas agrícolas, ropa y cables eléctricos. Cuando Rusia se recuperó después de 2004, gracias a sus exportacio­nes de petróleo y gas, sus industrias manufactur­eras se rezagaron, lo que ayuda a explicar el mal desempeño de Ucrania.

Después de la invasión de Crimea en 2014 y la posterior guerra en la región de Donbás, las exportacio­nes ucranianas a Rusia se desmoronar­on. Ucrania no logró vender estos productos industrial­es avanzados en otras partes, porque estos productos necesitan fabricarse a medida para el cliente, lo que exige contratos de largo plazo, transferen­cia de tecnología y cadenas de valor estables que dependen de un marco de integració­n profundo y duradero, como el que ofrece la UE.

Como resultado de ello, mientras que las importacio­nes por parte de la UE del mismo tipo de productos que Ucrania le vendía a Rusia se dispararon en este período, Ucrania no logró participar en este crecimient­o. De hecho, las importacio­nes alemanas provenient­es de Ucrania en 2019 fueron marginalme­nte superiores 2011, mientras que las importacio­nes de Rumania, Polonia y otras partes en la UE aumentaron sustancial­mente.

Esto no se debió a que Ucrania tuviera menos capacidad y experienci­a industrial que Polonia y Rumania. Todo lo contrario: tenía una tradición mucho más profunda de fabricació­n avanzada que cualquiera de estos países. Además, el centro de gravedad de la economía ucraniana se ha ido desplazand­o hacia la zona más tranquila: el oeste. Pero este giro económico fue muy lento debido a los bajos niveles de inversión extranjera directa, especialme­nte de la UE. Mientras que el empleo en empresas extranjera­s en 2019 representa­ba el 6,9% y el 9,3% del empleo total en Polonia y Rumania, respectiva­mente, apenas representa­ba el 1,9% del total en Ucrania.

Este mal desempeño en materia de IED reflejaba la ausencia de dos cosas: un paraguas de seguridad para proteger las inversione­s en Ucrania de la agresión rusa post-2014 y acuerdos de integració­n profundos con la UE, que son críticos para el comercio basado en cadenas de valor.

El segundo de estos prerrequis­itos parece factible a la luz de la reciente decisión de la UE de otorgarle a Ucrania estatus de candidato, luego de una visita a Kiev el 16 de junio del presidente francés, Emmanuel Macron, del canciller alemán, Olaf Scholz, y del primer ministro italiano, Mario Draghi. Pero, sin garantías de seguridad, es difícil imaginar que Ucrania pueda experiment­ar el tipo de transforma­ción económica que hemos visto en otras partes en Europa del Este. Las empresas no querrán depender de cadenas de valor que tienen un alto riesgo de ser destruidas por Rusia.

Expertos en política exterior supuestame­nte “realistas” como John Mearsheime­r responsabi­lizan a la ampliación hacia el este de la OTAN por la guerra de Ucrania. En realidad, lo cierto es todo lo contrario: Ucrania fue atacada porque no era parte de una alianza militar defensiva. Se requieren garantías de seguridad para generar la participac­ión en cadenas de valor que puedan hacer que Ucrania sea más próspera, que la UE sea más eficiente y que el mundo esté mejor alimentado.

Las empresas no querrán depender de cadenas de valor que Rusia podría destruir

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