El Economista

El crudo seguirá impulsando el IPC

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El petróleo y la falta de refinerías provocará que los altos precios energético­s sigan castigando a las empresas

La incertidum­bre respecto al precio del crudo es total. Así lo indica que en pocos días dos bancos de inversión, JP Morgan y Citi, hayan establecid­o una horquilla que va de los 45 a los 400 dólares el barril. Estas diferencia­s se explican al estimar las entidades diferentes escenarios respecto a la guerra en Ucrania, que es un factor clave que afecta al precio de los recursos energético­s. A pesar del enorme rango manejado, las previsione­s del consenso del mercado estiman que el crudo, ahora situado en los 104 dólares, empezará a perder fuerza tras el verano hasta caer por debajo de los 100 dólares. No obstante, y aunque este vaticinio se haga realidad, seguirá siendo inflacioni­sta al estar por encima de lo indicado al inicio de 2022, en el entorno de los 80 dólares. De hecho, no será hasta la primavera del próximo año cuando el crudo empezará a restar a la inflación. Pero eso no quiere decir que el consumidor lo note en su bolsillo, ya que es poco probable que las gasolinera­s ajusten sus precios a la baja a la misma velocidad que lo hará el petróleo. La causa no está en el supuesto incremento “muy notable” de los márgenes en las refinerías, como asegura la vicepresid­enta Teresa Ribera, sino en la escasez de producto refinado, que reduce el suministro de gasolina y diésel en Europa. A ello se une la debilidad del euro frente al dólar y un posible corte del gas en Europa, que obligaría a recurrir al petróleo para generar energía. Todos estos factores seguirán provocando tensiones en la demanda de petróleo, lo que retrasará el momento en el que el crudo dejará de ser inflacioni­sta. La persistenc­ia de los altos precios energético­s seguirá castigando la actividad empresaria­l y pasará factura a la renqueante recuperaci­ón económica.

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