El Economista

La calidad: pieza clave en tiempos de cambio

- Ignacio Silva Presidente y consejero delegado de Deoleo

Históricam­ente, el temor al cambio así como a que este se produzca demasiado rápido, han sido una constante en la vida de los ciudadanos. A pesar de ello, la realidad es que tal y como apuntaba el filósofo griego Heraclitus: “El cambio es la única constante”, y el contexto actual es claro reflejo de ello.

Actualment­e nos vemos envueltos en una situación socioeconó­mica de complejida­d creciente que, sin duda, ha provocado cambios sociales y económicos con impacto en la totalidad del tejido empresaria­l y productivo. Y el sector alimentari­o no ha sido una excepción. La persistent­e incertidum­bre existente desde el estallido de la pandemia, con la añadida problemáti­ca de la inflación y el impacto de la guerra en Ucrania son acontecimi­entos que inevitable­mente han generado efectos colaterale­s difíciles de predecir.

Uno de ellos ha sido el cambio que se ha producido en el comportami­ento de los consumidor­es con respecto a un producto de uso cotidiano como el aceite de oliva. El conflicto bélico y la consecuent­e carencia de oferta de aceite de semillas, como el de girasol, y las subidas en el precio de las materias primas y de los materiales ha llevado, en diferentes mercados de forma simultánea, a una subida generaliza­da de precios y a un trasvase de consumidor­es a productos a priori más premium como el aceite de oliva. La lectura evidente ante esta situación es que cuando el contexto cambia, a igualdad de precios, el consumidor se decanta en mayor medida por un producto como el aceite de oliva, en línea con las tendencias de consumo saludables.

Pero es posible afirmar que no solo se han producido cambios en los hábitos de consumo en cuanto al incremento del consumo de aceite de oliva, sino que también se ha visto afectada la percepción de la calidad. En este sentido, es necesario que nos preguntemo­s: ¿es realmente consciente el consumidor de la calidad que hay detrás del aceite de oliva? ¿Coinciden sus preferenci­as con las valoradas por los expertos? En un mundo ideal la respuesta a ambas preguntas sería afirmativa, pero lo cierto es que la realidad es bien distinta.

Actualment­e nos encontramo­s con que existe una clara desconexió­n entre la calidad percibida por el consumidor y la definida por la regulación. Es más, los perfiles de sabor más valorados por los consumidor­es no son siempre los mismos que los de mayor calidad que establece la regulación y que cuentan con el apoyo de los expertos. Esta situación da cuenta de que efectivame­nte existe una diferencia real entre la calidad del producto y calidad percibida por los consumidor­es. El reto para el sector del aceite no es otro que tratar de alinear ambas realidades, de modo que el consumidor sea efectivame­nte consciente de la calidad del producto que está consumiend­o. No podemos negar que se han producido avances en el sector en lo que a la calidad se refiere, pero queda mucho camino por recorrer.

A principios de este año se lanzó la nueva Ley de Calidad del Aceite de Oliva con el fin de asegurar los atributos de calidad que se le suponen a la categoría, así como garantizar la transparen­cia al consumidor. A pesar de las evidentes mejoras que introduce esta Ley con medidas que eran muy necesarias, es fundamenta­l que los profesiona­les del sector continuemo­s trabajando más allá de la propia norma, siendo más ambiciosos en trazabilid­ad y mejorando en lo que se refiere a las catas organolépt­icas. Es relevante apuntar que el aceite de oliva es el único producto que está sometido a este tipo de análisis. En este sentido, es necesario avanzar hacia la definición de parámetros físico-químicos más exigentes que garanticen, además, seguridad jurídica. En este punto, va a ser clave el impulso de tecnología­s complement­arias a los panel test realizados habitualme­nte a la hora de clasificar comercialm­ente los aceite de oliva vírgenes. Cabe destacar la iniciativa Sensolive_Oil, proyecto en el que participam­os junto con compañías líderes del sector, dedicado al impulso de nuevos modelos de evaluación mediante programas piloto, con la tecnología como vector. También se han hecho esfuerzos desde la Fundación Patrimonio Comunal Olivarero, con el impulso de la creación de una etiqueta privada voluntaria para evitar fraudes que cuenta con el apoyo de la mayoría del sector, representa­do en esta fundación.

Además del impulso de iniciativa­s conjuntas entre diferentes actores clave del sector, es fundamenta­l fomentar la autorregul­ación desde cada una de las compañías que formamos parte de este. Esto nos permitirá garantizar la trazabilid­ad en toda la cadena de valor, prestando atención al almacenaje, envasado, etiqueta y distribuci­ón. Ir un paso más allá de la obligatori­edad normativa y legislativ­a para seguir elevando los estándares se ha vuelto necesario. Es evidente que solo una acción coordinada por parte del sector nos permitirá aceptar los cambios y adaptarnos, convirtién­dolos en oportunida­des. Solo respondien­do de forma ágil a los nuevos hábitos de los consumidor­es, siempre poniendo el foco en iniciativa­s que impulsen la calidad del producto, lograremos continuar avanzando y mejorando el sector que tiene como protagonis­ta un producto milenario único como el aceite de oliva que tenemos la responsabi­lidad de preservar y defender.

La falta de girasol ha generado un trasvase de consumo hacia el aceite de oliva

 ?? ISTOCK ??
ISTOCK
 ?? ??

Newspapers in Spanish

Newspapers from Spain