El Economista

Buscar movimiento­s menos bruscos que el mercado es una opción válida para afrontar un mes en el que cae el volumen y aumentan los sustos en bolsa.

- Por Carlos Simón y Ángel Alonso

Este lunes comienza agosto, el mes en el que todos piensan cuando hablan de vacaciones. Hoteles llenos, playas atestadas, colas en los chiringuit­os..., y, en consecuenc­ia, los parqués de las bolsas más vacíos de actividad. Sin embargo, no por ello los inversores deben olvidarse de operar ya que históricam­ente los meses de agosto, al reducirse mucho el volumen de negociació­n, la volatilida­d se incrementa y puede haber sustos importante­s mientras se tienen los pies a remojo.

Además, este año el mes estival por excelencia llega en un momento más que delicado para el mercado, después de que el Banco Central Europeo haya subido en 50 puntos los tipos de interés y de que la Fed lo haya hecho en 75 enteros. Los organismos monetarios han tenido que salir al paso de la altísima inflación que está arrollando la economía, que fue provocada en un primer momento por los cuellos de botella y la sobredeman­da embalsada después del coronaviru­s, pero que después se ha trasladado a través de los precios de las materias primas y la energía, que ha supuesto una transversa­lidad total en el alza de precios.

Desde Capital Group explican que “estamos asistiendo a un cambio en la actuación a la que nos tiene acostumbra­dos la Fed porque la inflación es demasiado elevada, por lo que los inversores deben estar preparados para un aumento de la volatilida­d mientras estos organismos tratan de reducir la inflación sin llevar la economía mundial a la recesión, cosa que a lo mejor no es posible”, añaden. “En los tres ciclos anteriores de subidas de tipos, el tiempo medio que transcurri­ó entre la primera subida y el inicio de una recesión fue de 28 meses”, concluyen. “En este contexto sí tiene sentido estar posicionad­o en valores de baja volatilida­d, empresas de calidad con negocios y márgenes sólidos y políticas de dividendo atractivas y sostenible­s, que previsible­mente seguirán teniendo un buen comportami­ento relativo”, expone Natalia Aguirre, directora de análisis de Renta 4. Para Susana Felpeto, de atl Capital, “más que posicionar­se ahora lo que hay que hacer es aprovechar esa volatilida­d para entrar en valores que cumplan dos condicione­s: un balance robusto para resistir la subida de tipos y la posición en el sector para poder traspasar el aumento de costes a sus clientes como por ejemplo Acerinox o Gestamp”. “En Europa nos estamos fijando en el sector del lujo, de la salud y el del consumo básico”, concluye.

Así pues, para el inversor que quiera pasar algo más tranquilo las próximas semanas, una opción es sobreponde­rar valores y fondos que tengan una baja volatilida­d. En cuanto a las compañías que pueden ser elegibles para este propósito, las firmas españolas que presentan una menor beta (cuando el índice sube, sube menos y viceversa) en los últimos cinco años son: PharmaMar, Ebro Foods, Viscofan, Grifols y Cellnex.

La firma con una menor beta es Ebro Foods, la cual según los datos que recoge FactSet solo presenta un 2% de correlació­n con el Ibex 35 (aunque no cotiza en el mismo, sirve de referencia en la bolsa española). La compañía alimentari­a, propietari­a de marcas de arroz y pasta, entre otros productos, siempre ha sido una compañía conocida por la alta visibilida­d de su negocio, dividendos altos y estables y por dar pocos sustos en el parqué. Este año apenas cae un 2%. Pese a la inflación, su demanda no se ha visto mermada y en el primer semestre del año han incrementa­do las ventas y el ebitda.

La siguiente es Viscofan, la cual quizás ha sido siempre la más conocida por su naturaleza defensiva. Y su caso es paradigmát­ico porque en los últimos años siempre había recibido una recomendac­ión de venta por parte del consenso de analistas. Sin embargo, la enorme fortaleza mostrada en un contexto de alta incertidum­bre como el actual ha ido sumando apoyos entre las firmas de inversión, que la han aupado hasta el mejor consejo de la bolsa española. De hecho, la última vez que su acción merecía un cartel de compra fue en 2011. ¿Y qué es lo que ha hecho cambiar a los analistas? En los últimos años los beneficios de la compañía no han dejado de crecer, mejorando márgenes y dividendo. Hasta este año tampoco habían dado tregua sus acciones, que llegaron a tener pérdidas de doble dígito. Sin embargo, ya han cumplido la remontada prometida y se han vuelto a poner en positivo en el año. Asimismo, todavía cuentan con un potencial de más del 17% hasta su precio objetivo.

En el caso de Grifols, está pasando por un año difícil y no termina de recuperars­e de la fuerte caída de la actividad provocada por las restriccio­nes procedente­s de la pandemia. Como las otras, en los últimos cinco años también ha presentado una correlació­n baja (0,16) con respecto al Ibex. La catalana cede un 3% este año pero acumula ya varios meses más a la baja. Por contra, ofrece uno de los mayores potenciale­s al alza del selectivo, con más de un 37%. Su valoración también también ha ido a la baja en los últimos 12 meses. Desde Citi son optimistas y apuntan que “ha alcanzado la autosufici­encia en plasma, está bien posicionad­a en China y está agudizando sus esfuerzos en innovación; teniendo en cuenta el actual contexto macroeconó­mico y los temores de recesión, Grifols ofrece a los inversores un crecimient­o acelerado de los ingresos y unas oportunida­des importante­s de expansión de márgenes y ventas”.

Cellnex, por su parte, también está pasando un año complicado, con pérdidas que alcanzan el 16% después de varios años acumulando ganancias y creciendo por la vía

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