Asfixia de las empresas españolas
Su tributación supera la media de la Unión Europea tanto sobre sus beneficios como en el momento de su constitución
Los datos de la ya famosa comparativa internacional Doing Business muestran la gran intensidad con la que la actividad empresarial está gravada en España. Así ocurre en el momento mismo de la constitución de la sociedad, cuando los gastos de tramitación suponen un 11,3% del ingreso medio por habitante español, el quinto registro más elevado de toda la UE, superior en casi cuatro puntos a la media comunitaria. Pero, además, una vez que la empresa logra obtener beneficios, estos tributan a un tipo medio del 47%, lo que implica rebasar en un 7% el promedio de la Unión. En plena crisis económica, el alivio de esa situación se encuentra muy lejos de los planes del Gobierno del presidente Sánchez. Muy al contrario, su respuesta a las nuevas dificultades, anunciada el mes pasado, pasa precisamente por penalizar en mayor medida los beneficios de dos sectores, el energético y el bancario, pese a que no está demostrado que en ese ámbito se estén produciendo ganancias extraordinarias. Esa política contrasta, cada vez con más viveza, con la propia de nuestros socios comunitarios. El mejor ejemplo es el Gobierno del canciller alemán Olaf Scholz. Ese Ejecutivo, más allá de los 10.000 millones en rebajas de impuestos anunciados esta semana, prometió ya a principios de este año aliviar en 30.000 millones la carga tributaria de las empresas, sobre todo de las pymes, a lo largo de la actual legislatura. En nuestro país, por el contrario, las firmas no solo se enfrentan a una inflación histórica que multiplica sus costes, mientras el descenso del consumo acabará afectando a sus ventas. A todo ello se suma una alta carga impositiva que hace todavía más asfixiante su posición económica.