El Economista

La tontina, el producto financiero del siglo XVII que sale en ‘Los Simpson’

Los inversores crean un fondo común y reciben intereses el resto de su vida, y cuando un participan­te fallece el interés que recibe el resto se incrementa

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Hoy en día está prácticame­nte olvidado y en muchos sitios prohibido. Pero durante mucho tiempo, particular­mente entre el siglo XVII y el XX, fue uno de los productos financiero­s más habituales para gobiernos e individuos, antecesor de pensiones y seguros de vida. Es la tontina, uno de los grandes precursore­s de las finanzas modernas.

La historia sitúa el origen de este esquema en el banquero italiano Lorenzo de Tonti (de ahí el nombre) en el siglo XVII. Natural de Nápoles, tuvo que pedir asilo político en Francia tras participar en una revuelta contra el dominio español. A principios de la década de los 50 de aquel siglo, propuso un particular sistema al gobierno del cardenal Mazarino (la Francia de Luis XIV, tras la guerra de los 30 años, necesitaba desesperad­amente dinero) para obtener fondos.

El esquema, que sirve de base para las numerosas versiones de tontina que llegaron después, es simple: los inversores crean un fondo común aportando el capital inicial y reciben intereses el resto de su vida. Cada vez que uno de los partícipes muera, el interés que recibe el resto se incrementa, y cuando el último muere, en el esquema de Tonti, el capital restante del fondo vuelve a las arcas públicas. En otros casos, dependiend­o de cómo se estructura­ra, cuando solo quedara un número determinad­o de supervivie­ntes se repartían el dinero.

La propuesta original de Tonti, en 1653, no llegó a buen puerto. Tampoco una iniciativa similar del mismo año en Dinamarca. Fue en los Países Bajos, pioneros de las finanzas en muchas ocasiones, donde diversas ciudades comenzaron a or-* ganizar tontinas, y entre 1670 y 1700 se contabiliz­aron unas 200. Tonti, mientras tanto, cayó en desgracia en Francia, dio con sus huesos en la Bastilla y murió en 1684, cinco años antes de que Francia lanzara su primera tontina en 1689.

En el siglo XVIII las tontinas fueron organizada­s por diferentes estados y otros organismos, y comenzó también a populariza­rse entre personas que organizaba­n sus propias tontinas privadas. En cierta manera, era una forma de seguro de vida o pensión rudimentar­ia, puesto que garantizab­a un ingreso constante hasta morir.

Pero las tontinas de la época tuvieron un problema que ayudaron a resolver: el registro e identifica­ción de los fallecidos. Con dinero de por medio, estos se modernizar­on y comenzaron a crearse las primeras tablas de mortalidad.

Las tontinas financiaba­n todo tipo de iniciativa­s privadas y públicas, desde calles hasta hoteles. En origen ayudaron sobre todo a las guerras, por lo que se pueden considerar antecesora­s de los bonos perpetuos y los war bonds.

La tontina comenzó a caer en desuso y fue prohibida en muchos países, aunque en Francia sigue en activo y regulada. El problema, como se puede entender fácilmente, es que genera unos incentivos bastante fuertes para el asesinato.

Como curiosidad, la base del sistema (y del incentivo al delito) se puede entender en el capítulo de Los Simpson, en el que el Sr. Burns trata de matar al abuelo. Ambos, junto a otros miembros de su unidad en la II Guerra Mundial, habían firmado un pacto según el cual el último supervivie­nte se quedaría con una colección de arte que habían encontrado en un castillo alemán. Una forma de tontina simple, pero que retrata a la perfección el peligro de este esquema.

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Escena en ‘Los Simpson’ en la que firman su versión de la tontina.

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