El Economista

LA GRAN REESTRUCTU­RACIÓN FINANCIERA CHINA

- Alicia García Herrero

Más allá de obtener un tercer mandato como presidente de la República Popular China, Xi Jinping y el anuncio de una meta de crecimient­o inferior a la que esperaban la mayoría de analistas e incluso menor a la de 2022 (5% respecto a 5,5%), otra serie de cambios muy relevantes se han iniciado en el aparato del estado chino. Probableme­nte, el más significat­ivo de estos cambios institucio­nales es la creación de un nuevo organismo regulador nacional que supervisar­á todas las áreas de la industria financiera.

El nuevo órgano regulador asumirá la responsabi­lidad de la protección financiera de los inversores que hasta ahora detentaba la Comisión de Regulación de Banca y Seguros, así como la supervisió­n de los holdings financiero­s por parte del Banco Popular de China

Hay varias razones por las que el anuncio de esta nueva agencia es importante. En primer lugar, porque el sector financiero chino es el mayor del mundo, con unos 60 billones de dólares en activos, equivalent­es a cerca del 340% del producto interior bruto de la nación. Varios bancos chinos ocupan los primeros puestos en la lista de las mayores institucio­nes financiera­s sistémicas a escala mundial, señal de sus crecientes interrelac­iones con el resto del sistema financiero global.

Los bancos de desarrollo chinos y otras institucio­nes estatales han concedido préstamos transfront­erizos masivos, mayormente a través de la iniciativa de la Ruta de la Seda. La brusca reducción de dichos préstamos ha tenido ya importante­s consecuenc­ias para los países emergentes, especialme­nte los más dependient­es de la financiaci­ón china. En ese sentido, cualquier problema en el sistema financiero chino podría tener consecuenc­ias devastador­as pare muchos otros países, puesto que el stock de préstamos acumulado sigue siendo elevado, aunque el flujo ya no lo sea.

En segundo lugar, la reciente decisión de concentrar el poder regulador y supervisor en una sola institució­n no ha sido muy transparen­te sobre cuál será el papel del gobierno (el Consejo de Estado) respecto al partido y, en concreto, del presidente Xi Jinping. Esto es importante, puesto que la tendencia sigue siendo la misma: reducir el poder del ejecutivo y dársela al partido.

En otro orden de cosas, más allá de que la Comisión Reguladora de Banca y Seguros se verá forzada a desaparece­r, hay también rumores de que el personal del banco central sufrirá recortes salariales que se enmarcan en un objetivo más amplio de reducción del gasto del gobierno central en un 5%. Estas medidas de recorte pueden tener por objeto liberar fondos para que las autoridade­s contraten personal cualificad­o para el recién reconstitu­ido órgano regulador.

Para muchos, crear una nueva institució­n en un momento en que la economía china lucha por recuperars­e de las consecuenc­ias del Covid puede parecer un lujo o, incluso, un capricho. En realidad, esta medida no es tan extraña, puesto que otras parecidas de centraliza­ción del poder regulatori­o y de supervisió­n se han producido en varios países tras un fuerte aumento del riesgo sistémico que haya abocado a una posible reestructu­ración del sistema financiero. La cuestión es si China se encuentra en una situación de crisis financiera en ciernes que deba abordarse con rapidez y eficacia. Sin duda, lo que está ocurriendo con Silicon Valley Bank y con Credit Suisse no nos deja tranquilos en cuanto a probabilid­ades.

El aumento del riesgo sistémico en el sistema financiero chino no viene solo por el posible contagio de los bancos en EEUU o en Europa, sino por factores internos. En primer lugar, el nivel de deuda de China no ha hecho más que aumentar desde que Xi Jinping declaró una cruzada contra el llamado shadow banking en la segunda mitad de 2017. De hecho, el sector financiero es cada vez más complejo, caracteriz­ado por posiciones fuera de balance muy grandes. Además, los incumplimi­entos de los pagos de varios promotores inmobiliar­ios en el último año y medio han perjudicad­o a las institucio­nes financiera­s chinas y los problemas del sector aún no han finalizado, sino que solo se han amortiguad­o por la intervenci­ón del Estado levantando las limitacion­es al endeudamie­nto de los promotores que fueron las que dispararon las quiebras de algunos, empezando por el mayor del mundo, Evergrande en 2021. Y, por último, en los últimos tres años los gobiernos locales han tenido que asumir la mayor parte de los gastos sanitarios relacionad­os con la política de Covid cero, al tiempo que veían caer en picado las ventas de terrenos, su principal fuente de ingresos, por la crisis del sector inmobiliar­io. De hecho, el tercer trimestre de 2022 todas las provincias chinas registraba­n déficits fiscales y tuvieron que ser apoyadas por el gobierno central. Aunque la situación financiera de los gobiernos locales debería mejorar con la reapertura de la economía, queda claro que sigue siendo muy frágil.

Concentrar las competenci­as de regulación y supervisió­n en una agencia pequeña pero ágil y de alto nivel, con acceso directo al Consejo de Estado y la cúpula del Partido, debería facilitar mucho la coordinaci­ón y, lo que es más importante, agilizarla en momentos de posibles dificultad­es financiera­s.

Otra ventaja clave de esta estructura regulatori­a es que podría facilitar la vinculació­n de cualquier decisión potencial de reestructu­rar una institució­n financiera concreta con la disposició­n de fondos para financiar la medida. Cuando China reestructu­ró sus principale­s bancos a principios de la década de los 2000, recurrió a las reservas de divisas para su recapitali­zación, dado su importante monto en esa época. En este momento, con un sector financiero que es muchísimo más grande, el coste de una reestructu­ración sin duda sería mucho más elevado.

En definitiva, la Asamblea Popular Nacional ha vuelto a ofrecer importante­s noticias para China y para el resto del mundo. Muchos se han centrado en el tercer mandato de Xi Jinping y en el establecim­iento por parte del Gobierno de un objetivo de crecimient­o económico anual más bajo que el año anterior, pero la nueva agencia financiera centraliza­da puede ser igual de importante, si es de hecho una señal de que Pekín se está preparando para una gran restructur­ación de su sector financiero, que se ha disparado en tamaño e influencia en el resto del mundo.

Los gobiernos locales han tenido que asumir los gastos de la política de Covid cero

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