Puig alerta de las reglas fiscales tras engordar el déficit
La comunidad es la primera por déficit, que se triplicó en 2022
El final de la tregua dada por la Unión Europea a las normas de control y estabilidad presupuestaria tras la crisis del coronavirus y la guerra de Ucrania es una de las grandes preocupaciones que el presidente valenciano Ximo Puig ya anticipa de cara al que sería su tercer mandato si así lo deciden las próximas elecciones.
El líder socialista ha convertido la expansión del gasto social en una de las grandes banderas de su política y eso se ha traducido en un fuerte aumento de los presupuestos autonómicos en los últimos ejercicios, mientras el gran problema de la infrafinanciación sigue sin atisbos de solución ante el bloqueo a la reforma del sistema de financiación autonómica.
Sin esos límites impuestos desde Bruselas y después del final de los fondos extraordinarios por el Covid, la Comunidad Valenciana fue la autonomía que registró un mayor déficit al cierre de 2022. Así se situó la primera tanto por volumen, con 3.847 millones de euros: como en relación al PIB, con el 3,11% frente al 1,14% de media autonómica. Aunque esta situación no es nueva y se trata de un mal endémico que arrastra la Generalitat Valenciana desde hace décadas, supone más que triplicar el importe del año anterior y representa la cifra más alta en la última década.
El efecto de ese continuo desequilibrio entre ingresos y gastos es el imparable crecimiento de la deuda autonómica, que ya supera los 55.000 millones de euros y que tiene un prácticamente único acreedor, el propio Estado, ya que la Generalitat sigue sin poder recurrir a los mercados para financiarse. Desde 2015, en que el Botànic llegó al Gobierno, ha engordado un 31%.
Por eso no es de extrañar que Puig considere un reto fundamental para la próxima legislatura los plazos y condiciones que se fijen en Bruselas para retomar las reglas fiscales de gasto público, que pueden atar a quien tenga que gobernar con una hipoteca tan elevada.