El Economista

Escrivá duplicará la brecha entre las cotizacion­es y sus pensiones máximas

La reforma prevé prestacion­es superiores a 7.000 euros mensuales a largo plazo

- José Miguel Arcos

La reforma de pensiones de Escrivá pone cifras a la conocida reforma silenciosa, es decir, cuantifica cuál será la brecha entre las cotizacion­es del trabajador y la prestación máxima a la que aspira. En concreto, la base máxima de cotización subirá con la inflación media anual más el 1,2% cada año, y la pensión máxima lo hará con la inflación más el 0,115%. El resultado, al descontar la inflación que aún desconocem­os, es que la brecha entre estos dos parámetros se duplicará y la prestación máxima que pagará la Seguridad Social supondrá el 59,3% de la base máxima de cotización prevista, cuando actualment­e es el 79,4%.

Ampliar esta brecha supone una ruptura de uno de los principios básicos del sistema, el de contributi­vidad, que se define como tanto aportas, tanto recibes. A cambio, el Gobierno espera mejorar los ingresos netos (al descontar los gastos previstos) de la Seguridad Social un 1,6% del PIB para cubrir el mayor tensionami­ento del sistema en la década de 2030 y 2040, cuando el gasto en pensiones proyectado por diversos think tanks económicos se mueve entre el 16% y el 17% del PIB, cuatro puntos más que en la actualidad.

El carácter de la última reforma de pensiones tiene un objetivo claro: mejorar los ingresos, a costa de un leve o casi nulo recorte del gasto. Así presume el ministro de Inclusión, Seguridad Social y Migracione­s, José Luis Escrivá, que saca pecho por un paquete de medidas que “cambia el paradigma” de los ajustes que se han realizado históricam­ente en España.

Un informe que el propio Gobierno distribuyó con los grupos políticos en el Congreso y al que tuvo acceso elEconomis­ta.es, a la espera

de conocer la memoria con el impacto económico de las medidas, proyecta a la perfección en un gráfico cómo irá subiendo la base de cotización (color naranja claro) hacia tramos salariales cada vez más

elevados, mientras la línea que señala el límite de la prestación pública máxima (color gris) sube a un ritmo menor.

Tras el periodo transitori­o ya en 2050, bajo este supuesto que proyecta una inflación aleatoria, habría pensiones máximas ligerament­e por encima de los 7.000 euros mensuales (84.000 anuales). Por su parte, las bases máximas de cotización alcanzaría­n a salarios de 12.000 euros mensuales (144.000 anuales). De forma aún desconocid­a, el Gobierno prevé que las pensiones recuperará­n el terreno perdido con las bases de cotización a partir de 2050.

Más esfuerzo del trabajador

Así, por encima de la actual base máxima hay una masa salarial de 30.000 millones, según datos del último análisis que firma Ángel de la Fuente, director ejecutivo de la Fundación de Estudios de Economía Aplicada (Fedea). Un destope a las bravas engordaría la balanza de los ingresos, pero se quedaría ligerament­e por debajo del 1% del PIB. Esta medida, sin embargo, no ha estado sobre la mesa en ningún momento. En contrapart­ida, las palancas activadas para perseguir la sostenibil­idad ha sido el citado aumento de la base de cotización (38% más IPC) a un mayor ritmo que la pensión máxima (3,15% más IPC); el Mecanismo de Equidad Intergener­acional, que grava el 0,6% del salario ya en 2023 y aumentará progresiva­mente hasta ser el 1,2%; y la denominada cuota de solidarida­d, que gravará entre el 5,5% y el 7% de la parte del salario que supere la base máxima prevista una vez finalizado el periodo transitori­o, en 2045. En términos actuales, la sobrecotiz­ación del 7% se aplicaría sobre sueldos superiores a 90.000 euros.

Una cotización con matices, ya que la Seguridad Social deja entrever indicios de ser una Hacienda paralela: el Mecanismo de Equidad es una cotización sobre todos los salarios, pero que va a pagar parte de las pensiones del baby boom en

El Gobierno prevé un triple aumento de las cuotas sin mejorar la cuantía de la prestación

la década de 2030 y 2040, pero que no genera derecho a pensión. Una situación similar ocurre que la cuota de solidarida­d, que tampoco mejorará la base reguladora. Por tanto, más que cotizacion­es transforma­das en salario diferido en un futuro, podrían entenderse como impuestos.

A su vez, la regla de gasto que incluye la Ley explica que, si el gasto en pensiones sobrepasa el 15% del PIB se ajustará con medidas extra sobre el gasto, los ingresos o ambas, acordadas en el diálogo social. En última instancia y como cláusula de escape, sería una subida adicional del Mecanismo de Equidad la que cubriría el desfase. La Autoridad Independie­nte de Responsabi­lidad Fiscal (AIReF) ya prevé un ajuste en la primera revisión trianual, en 2025, lo que implicaría agravar el esfuerzo de los salarios para pagar pensiones sin generar un derecho adicional a su prestación.

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