22.800 MILLONES PARA MODERNIZAR EL AGUA
La infraestructura sostenible implica el desarrollo de carreteras, edificios, obra energética y de agua con la debida consideración de las implicaciones económicas, sociales y ambientales.
La infraestructura sostenible y de calidad juega un papel crucial en la sociedad y la economía. Es indispensable para brindar condiciones económicas, sociales y ambientales mejores y más inclusivas. Existe una necesidad creciente de transformar la forma en que se planifica, entrega y gestiona la infraestructura a medida que la urbanización, la digitalización y el cambio climático afectan cada vez más al mundo.
Aeropuertos, carreteras y hospitales, metros y sistemas ferroviarios, servicios públicos de agua, redes eléctricas y de telecomunicaciones... La entrega, operación y gestión de la infraestructura que sustenta estos activos es vital en cualquier economía.
La infraestructura también debe evolucionar hacia una fase 4.0 en la que se aprovechen al máximo las tecnologías y los enfoques de gestión. Se trata de generar, recolectar, integrar y analizar datos, que permitan ver y comprender cosas que antes eran impensables.
La obra pública verde jugará un papel clave en el logro de los objetivos políticos de la UE en una variedad de áreas ambientales interconectadas, especialmente cuando se utilizan soluciones basadas en la naturaleza para preservar el capital natural. Esto es particularmente cierto para aquellas políticas relacionadas con la conservación de la biodiversidad, el desarrollo y la cohesión territorial, la mitigación y adaptación al cambio climático, la agricultura y la gestión forestal.
El año del agua
La gestión del agua en España hasta 2027 la marcan más de 6.500 medidas dotadas con una inversión de 22.844 millones de euros, que el Gobierno aprobó recientemente en los nuevos Planes Hidrológicos de tercer ciclo, entre otras medidas. La planificación incorpora las bases para dar respuesta a los desafíos originados por el cambio climático y la mayor recurrencia de fenómenos extremos como las sequías o las inundaciones.
El Perte del agua, impulsado por el Ministerio para la Transición Ecológica y el Reto Demográfico (Miteco), ha finalizado con 158 proyectos presentados que abarcan aproximadamente 3.800 municipios de todo el territorio español, dando servicio a una población cercana a 37 millones de habitantes.
El presupuesto total de los proyectos presentados ronda los 1.400 millones, mientras que la cuantía total solicitada es de aproximadamente de 1.022 millones. De las 158 solicitudes, 123 se realizan por solicitantes de forma individual, y 35 en agrupación de solicitantes.
En la práctica, las inminentes ayudas se destinarán a la implantación, entre otros, de sistemas de medición como contadores inteligentes, sistemas de comunicación y plataformas de big data para analizar toda la información recogida.
Aquí el objetivo fundamental es ir hacia un modelo de gestión del agua más sostenible y eficiente apostando por nuevas y modernas infraestructuras que eviten la pérdida de agua y por modelos que ofrezcan alternativas y que ayuden a rebajar la presión sobre los acuíferos.
Asimismo, la mayor o menor actividad en este sector, y su vinculación con el medio ambiente, vendrá marcada principalmente por la presión y sanciones que puedan provenir de la Comisión Europea ante el incumplimiento reiterado de la normativa y directivas en materia de aguas residuales y tratamiento de residuos municipales. Además, esta cuestión, aunque es competencia de las CCAA,
afecta igualmente a la Administración General del Estado, que tiene también importantes compromisos en las inversiones del ciclo integral del agua.
Desde la Asociación Española de Empresas de Tecnologías del Agua (Asagua) indican que es bastante insuficiente la inversión en infraestructuras hidráulicas, un total de 1.400 millones en el plan Next Genration, pero con una necesidad real de 26.000 millones. Para más inri, las patronales también destacan que no se ha tenido en cuenta que sólo el mantenimiento de las infraestructuras del ciclo urbano del agua requiere de unos 3.500 millones anuales.
Transición digital y de movilidad
Los fondos europeos pueden ser un acicate para avanzar en este camino sostenible, pero es necesario también que tanto las administraciones, como la empresa privada piense en lo prioritario que es ganar eficiencia con los procesos industrializados y el peso creciente de los criterios ESG y la financiación verde, así como los caminos para adaptarse a la esta nueva realidad que ha venido para quedarse.
La riqueza generada por el sector de la construcción ya alcanza el 5% del PIB, según el INE. Y es que confiar y apostar por el efecto multiplicador del sector, principalmente a través de la inversión y la colaboración público-privada, contribuirá a que
Se pondrá el foco en sectores que son palancas tractoras y contracíclicas del crecimiento
la economía supere antes y en mejores condiciones la crisis actual. Por ello, es esencial poner el foco en actuaciones que favorez- can las transiciones energética, digital y de movilidad, que además, son los ejes vertebradores de los proyectos Next Generation, y que marcan la inversión a corto plazo en infraestructuras.
Además, el papel de la tecnología en el ciclo de vida de las infraestructuras es fundamental. De aquí a unos años, las ciudades tenderán a ser megaciudades y la situación será complicada con urbes con más de 10 millones de habitantes, las que pasarían de ser 33 a 43 en el 2030. Éstas, por tanto, reclamarán servicios, tales como transporte público, electricidad, agua y saneamiento modernos e inteligentes, es decir, smart cities que necesitarán nuevas soluciones que requerirán una tecnología BIM (Building Information Modeling), cada vez más presente en el sector, debido a las ventajas que ofrece: ayuda a minimizar errores y omisiones, facilita la detección y solución de conflictos, mejora la colaboración entre el equipo de trabajo, permite una visualización más real y convincente, el modelo digital tiene como resultado proyectos mucho más precisos, rápidos, y con la garantía de tener un menor número de problemas en la obra, entre otras.
Además, reclaman que la prórroga de los plazos de licitación y ejecución de los fondos
En 2023, el sector apostará por innovación, sostenibilidad y sistemas vanguardistas
y transporte), lo cual está empeorando la contaminación del aire y el crecimiento urbano incontrolado. Por tanto, hacer resilientes las ciudades a través de la tecnología es clave para reforzar su sostenibilidad en el futuro. Son las conocidas como smart cities o ciudades inteligentes.
No se trata de coches voladores o de multitud de robots que conviven con nosotros. Como define la Unión Internacional de Telecomunicaciones, una ciudad inteligente y sostenible es una ciudad innovadora que utiliza las tecnologías de la información y la comunicación (TIC) y otros medios para mejorar la calidad de vida, la eficiencia de las operaciones, los servicios urbanos y la competitividad, asegurando que responda a las necesidades de las generaciones presentes y futuras respecto a aspectos económicos, sociales, ambientales y culturales.
Por tanto, se trata del uso de las TIC y el big data para gestionar de forma eficaz y sostenible aspectos como el funcionamiento del transporte, el uso de los recursos energéticos o hídricos, los espacios públicos o la comunicación con los habitantes. A modo de ejemplo, desde Iberdrola destacan innovaciones como los sensores en farolas para medir la calidad del aire u optimizar el gasto eléctrico; la instalación de paneles fotovoltaicos en semáforos o señales de tráfico; la monitorización digital de los contenedores para mejorar la recogida de residuos; los contadores inteligentes de agua y luz o la promoción del vehículo eléctrico y la bicicleta.
Desde Naciones Unidas prevén que la demanda de soluciones y sistemas de ciudades inteligentes aumente anualmente un 25% con un valor aproximado de mercado de 517.000 millones de dólares.
Infraestructuras inteligentes
Las infraestructuras inteligentes constituyen los cimientos de las ciudades del futuro. La característica principal es que están conectadas y que generan datos que pueden utilizarse para optimizar el uso de los recursos y mejorar su rendimiento.
Hace unos años la ONU ya catalogó algunos de los principales componentes de la infraestructura de una ciudad inteligente. Es el caso de los edificios inteligentes. Éstos integran sistemas de gestión inteligente que pueden mejorar la eficiencia energética del inmueble, reducir el despilfarro y garantizar el uso óptimo del agua, por ejemplo.
Igualmente importante es la movilidad inteligente, que abarca distintos enfoques para reducir la congestión del tráfico y fomentar posibilidades de transporte más rápidas, económicas y ecológicas. Como explicaba el organismo en su informe, los sistemas inteligentes de transporte normalmente se componen, entre otros elementos, de una red de transporte público controlada por sistemas de posicionamiento global, semáforos dinámicos, paneles de información al pasajero, lectores automáticos de las matrículas de vehículos, sistemas de circui
to cerrado de televisión, puntos de navegación, sistemas de señalización y, lo más importante, la capacidad de integrar datos reales procedentes de la mayoría de esas fuentes.
Otro elemento importante es la inteligencia energética. Estos sistemas utilizan sensores, contadores avanzados, fuentes de energía renovables, instrumentos digitales de control y análisis para automatizar, monitorizar y optimizar la distribución y el uso de la energía. Este tipo de sistemas optimizan el funcionamiento de la red al equilibrar las necesidades de las distintas partes (consumidores, productores y proveedores).
En su caso, un sistema inteligente de gestión del agua utiliza la tecnología digital para no malgastar este recurso, reducir los costes y mejorar la fiabilidad y la transparencia
La demanda de sistemas de ciudades inteligentes aumentará un 25% al año