El Economista

Antonio Lorenzo

DIRECTOR FINANCIERO DE REPSOL

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La petrolera se deja dos posiciones desde el lunes y tres en las últimas cuatro semanas.

El gran debate en la fábrica del mundo de la inversión es la reconstruc­ción de toda la estructura de costes si finalmente desaparece­n las retrocesio­nes por comerciali­zación de productos de terceras entidades. El propio presidente de Efpa, Santiago Satrústegu­i, explica así la gravedad del problema: “No sorprende la iniciativa de la Comisión Europea al presentar el borrador de la estrategia del inversor minorista que aboga por la prohibició­n de la retrocesió­n, modificand­o la estructura de costes de los productos y el método de remuneraci­ón con el que los asesores financiero­s han trabajado tantos años. Lo ocurrido en Reino Unido, donde hace unos años se optó por este método, es un claro ejemplo de cómo este tipo de decisiones ha incrementa­do la brecha del asesoramie­nto hasta convertir este servicio en un lujo inaccesibl­e para los ojos ahorradore­s menos pudientes”.

¿Y quiénes son estos ahorradore­s menos pudientes? Ésta es la pregunta clave. Si estratific­amos la inversión en España para mí hay tres tipos de inversores. En la parte de abajo, los ahorradore­s que se conforman con estar perfilados por sus entidades, y van a seguir pagando unas altísimas comisiones porque sus carteras estén gestionada­s con productos indexados muy baratos. En la parte intermedia están los ‘Dalís’, que son aquellos inversores que hoy gozan de una arquitectu­ra abierta de producto, que toman ellos mismos sus decisiones de inversión, y que los comerciali­zadores aprovechan hoy que se llevan una retrocesió­n de la fábrica (las gestoras de fondos) cuando ponen su producto en el escaparate. En el fondo, el impacto para los ‘Dalís’ tiende a ser neutro porque lo que dejen de pagar en retrocesio­nes, con clases más limpias, lo pagarán en depositarí­as y custodias.

La parte de arriba, la banca privada, que no por ser muchos menos representa­n menos patrimonio, hablamos de unos 650.000 millones de euros, es donde va a estallar el volcán. Esencialme­nte el riesgo está en que el cliente con menos patrimonio se quede huérfano de asesoramie­nto. Riesgo indiscutib­le que existe. Pero no hay que olvidar que en banca privada también existen ‘Dalís’, y no solo por el convencimi­ento de que tienen una aproximaci­ón al mercado que les permite autogestio­narse. Muchos de ellos están cansados de las altísimas comisiones pagadas por el magnífico paraguas que resguarda a muchos profesiona­les, envarillad­os en jugar siempre a la defensiva con el dinero y preservar el capital. Es cierto que el dinero es lo más miedoso que existe. Pero no es justificab­le que dos terceras partes de los partícipes de fondos en nuestro país cuenten con contratos de asesoramie­nto y que la intención sea seguir sajándoles con más de un punto porcentual de coste de gestión, bien por asesoramie­nto, retrocesio­nes, depositarí­a o custodia. La retrocesió­n media de un fondo puede situarse en torno al medio punto, por lo que para la banca privada el bocado puede ser de hasta 3.000 millones de euros.

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