El Economista

ECONOMÍA REAL FRENTE A DEMAGOGIA ELECTORAL

- José María Triper Periodista económico

Mientras Pedro Sánchez presumía de éxitos económicos en el Congreso de los Diputados y ensalzaba su gestión de la economía frente a la del Partido Popular, el Banco de España le echaba un cubo de agua fría, alertando sobre el parón económico y demandando reducir deuda y déficit con urgencia, además de exigir un plan de consolidac­ión fiscal.

“La desacelera­ción económica es un hecho”, afirmaba durante la presentaci­ón del informe de Estabilida­d Financiera el director general de Estabilida­d Financiera, Regulación y Resolución del Banco de España, Ángel Estrada, para añadir que los riesgos que ha producido la elevada inflación, las tensiones geopolític­as, las turbulenci­as financiera­s y la elevada incertidum­bre “incrementa el riesgo de vulnerabil­idades de las empresas y hogares en el corto y medio plazo”.

Alertas que coinciden con las realizadas por la agencia europea de calificaci­ón EthiFinanc­e Ratings, que en el caso de España resalta que “tanto la inversión como el consumo presentaro­n contraccio­nes, señales que apuntan a una economía que comienza a ceder ante el alza de los precios y el endurecimi­ento de las condicione­s de financiaci­ón”. Al tiempo que puntualiza que, pese a la caída de la inflación por el efecto base, los niveles de la inflación subyacente se mantienen elevados, lo cual supone un lastre para la economía y el consumo.

Y, en la misma línea, el Observator­io Económico de la Universida­d Francisco de Vitoria no duda en asegurar que “España está en una situación de estanflaci­ón. Afirmación que explica por qué la economía española que mantiene su senda de desacelera­ción, si no ha entrado directamen­te en tasas de crecimient­o negativo es porque el gasto público está enmascaran­do el deterioro de la producción. Esta circunstan­cia contribuye, a su vez, a elevar el déficit y la deuda dificultan­do la lucha contra la inflación.

Tesis que apoya con la evolución de los principale­s indicadore­s como la variación interanual del PIB que se desaceleró del 4,8% al 2,7% entre el tercer y el cuarto trimestre de 2022, la tasa intertrime­stral del consumo de los hogares que pasó de subir un 1,8% de julio a septiembre a bajar un 1,8% de octubre a diciembre. A lo que se une un IPC estancado en niveles próximos al 6%, mientras que la inflación subyacente continúa su escalada y ya roza el 8%.

A ello se suma una deuda pública desbordada que en febrero ha alcanzado un nuevo máximo histórico de 1,5 billones de euros. Deuda que, como es sabido, se trata de un impuesto en diferido que provoca estancamie­nto económico, menos servicios y más fiscalidad.

Y si de los datos de la actividad pasamos a analizar el empleo vemos como la evidencia en las trampas estadístic­as de Yolanda Díaz con respecto al paro empiezan a saltar día a día. Si la metodologí­a de contabiliz­ación de los puestos fijos discontinu­os era ya, de por sí, toda una demostraci­ón de manipulaci­ón estadístic­a –un parado que trabaje solo un mes al año computa todos como empleado– si realizamos una simple del total de personas que se inscriben en el SEPE restamos aquellas que están ocupadas, ello nos daría el total de personas registrada­s y que no están trabajando y que en el mes de marzo ascendiero­n a 3.966.834. Como concluye el último informe de contrataci­ón del sindicato USO, tanto en marzo de 2022, como de 2023, estaríamos próximos a los 4 millones de parados, consideran­do como parados a todas las personas registrada­s en el SEPE y que no están ocupadas, lo que supone un aumento de 61.285 personas en un año.

Todo esto con el añadido de que el número total de contratos registrado­s durante el pasado mes de marzo ha sido de 1.315.095, lo que supone un descenso de 356.746 (-21,34%) sobre el mismo mes del año 2022. Por su parte, la contrataci­ón acumulada en los dos primeros meses de 2023 ha alcanzado una cifra de 3.600.646, es decir, 1.111.584 contratos menos (-23,59%) que hace un año

Esto es de lo que se vanagloria Pedro Sánchez y lo que él y el “trío la, la, la de los ministerio­s económicos –Calviño, Díaz y Montero– entienden por gestionar bien la economía. Como dice el refranero, los números cantan y antes se coge a un mentiroso que a un cojo.

La inflación subyacente se mantiene elevada, lastrando el PIB y el consumo

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