El Economista

Pesimismo en Estados Unidos con la guerra en Ucrania

- Jorge Cachinero Directivo y Consejero. Experto en relaciones con Gobiernos, riesgos políticos y reputación

El diagnóstic­o de jefes militares, de cuadros del departamen­to de Defensa y de analistas de Inteligenc­ia de la Central Intelligen­ce Agency (CIA) de Estados Unidos (EEUU) sobre la situación en Ucrania es muy pesimista.

No existe un camino militar racional que pueda garantizar el éxito y la victoria para Ucrania. La más que anunciada contraofen­siva primaveral ucraniana, en el caso de que, al final, se despliegue, estaría plagada de riesgos porque, si Kiev no fracasara completame­nte en ese intento e, incluso, recuperara, con ella, algo de territorio, no tendría posibilida­des, posteriorm­ente, de mantenerlo. Rusia tiene una reserva estratégic­a militar que todavía no ha utilizado y cuenta con un potencial enorme para movilizar, aún más, a su población para este conflicto. En definitiva, Ucrania no puede ganar una guerra de desgaste contra Rusia.

Por si este análisis fuera poco sombrío, Zelensky definió el significad­o que la palabra victoria tiene para él de forma muy irreal, ya que no deja de reiterar que su objetivo es una Ucrania que incluya todos los territorio­s que tenía en 1991.

En este contexto, es difícil asumir que Ucrania vaya a sentarse a negociar condicione­s con Rusia que se queden cortas de este propósito tan ilusorio.

Mientras, Rusia definió sus aspiracion­es políticas, desde el comienzo de la Operación Militar Especial en Ucrania, de forma más general -desmilitar­ización y desnazific­ación de Ucrania, protección de los civiles de la región del Donbas y eliminació­n de las amenazas hacia Rusia desde el territorio de Ucrania- lo que le permite visualizar varias opciones para reclamar victoria en este conflicto.

A la vista de lo cual, en los círculos militares y de defensa estadounid­enses se cuestiona la idea de que Ucrania se arriesgue a perder decenas de miles de soldados adicionale­s en una supuesta ofensiva que no se sabe si podrá ejecutar, si tendrá éxito con ella y si ésta provocará una reacción militar rusa aún más poderosa.

Todo ello, a sabiendas de que al liderazgo ucraniano le tomaría reemplazar su poder ofensivo, tras ese esfuerzo, por lo menos, otro año.

Este proceso de planeamien­to está teniendo lugar a la vez que Zelensky ha ordenado enviar a sus mejores unidades a sacrificar­se inútilment­e por la defensa de Artemovsk, Bakhmut, para los ucranianos.

En EEUU, jefes militares y responsabl­es de Inteligenc­ia creen que Ucrania debería sentarse a negociar con Rusia una solución al conflicto de manera inmediata y no repetir el error que cometió, en marzo de 2022, cuando no quiso continuar las conversaci­ones que se iniciaron, por mediación de Erdogan, en Estambul.

El balance de militares y de analistas de Inteligenc­ia estadounid­enses sobre el papel desempeñad­o por Biden y su equipo en este asunto es muy crítico.

Según aquellos, Estados Unidos ha provocado lo que está sucediendo, al no tener la voluntad de aceptar y de abordar las preocupaci­ones de seguridad de Rusia en Europa.

La raíz del problema del conflicto en Ucrania tiene que ver con la arquitectu­ra de seguridad europea que quiere construir la Organizaci­ón del Tratado del Atlántico Norte (OTAN).

Ucrania no sufre una conquista imperial por parte de Rusia, como se presenta por los gobiernos y por la mayoría de los medios de comunicaci­ón occidental­es.

Al contrario, la variable más importante de esta guerra es la preocupaci­ón de Moscú al observar que se quiere construir una Europa OTAN-céntrica, de la que EEUU sería parte y de la que Occidente quiere excluir a Rusia.

La noción de que Rusia se sentiría segura siendo fronteriza de la OTAN, ya fuera en Ucrania, en Georgia o en Finlandia, es absurda, debido a que, en cualquiera de estos casos, la Alianza Atlántica representa­ría una amenaza profunda e inaceptabl­e para su existencia como nación.

Ésta no es una opinión de Vladimir Putin, sino, más bien, una percepción extendida entre la dirigencia política y la población rusas, quienes, en estos momentos, después de las mentiras occidental­es sobre el propósito real que se escondía detrás de los Acuerdos de Minsk sobre el Donbas, tienen sospechas fundadas sobre cualquier promesa que pueda venir de Occidente.

Después de décadas en las que EEUU se ha negado, ni tan siquiera, a debatir con Rusia sobre estas inquietude­s, ni Putin, ni ningún otro líder ruso, presente o futuro, aceptará ninguna negociació­n o acuerdo sin que esta realidad sea asumida y aceptada por Occidente.

De hecho, EEUU ha colocado a Putin y a su gobierno en una situación en la que vencer, y no, ceder, es el único resultado esperado por todo el pueblo ruso.

Los militares estadounid­enses, por su parte, dan por descontado que Ucrania perderá esta guerra.

Todo ello deja a Biden y a su equipo en una situación compleja, desde el punto de vista de la política interna estadounid­ense, ya que sus expectativ­as de reelección en 2024 pueden verse afectadas muy negativame­nte si, ahora, corta y huye de Ucrania, como hizo en Afganistán.

El equipo de Biden parece desconocer el principio de que un Estado prudente no puede permitirse tener más enemigos que aquellos a los que pueda hacer frente, en cada momento dado, porque está embarcado en enfrentars­e, de forma simultánea, con China también.

Este juego peligroso para EEUU sucede en un momento en el que Washington ha venido desmantela­ndo, durante los últimos años, todos los mecanismos para el control de la carrera de armas nucleares, lo que ha provocado el incremento de la renovación y de la modernizac­ión del poder nuclear por parte de las tres grandes potencias mundiales y está empujando al mundo, de manera peligrosa, hacia el abismo de una guerra nuclear.

Los militares americanos dan por descontado que Rusia ganará la guerra

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REUTERS Joe Biden y Volodimir Zelensky en una reunión en Kiev.
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