Pesimismo en Estados Unidos con la guerra en Ucrania
El diagnóstico de jefes militares, de cuadros del departamento de Defensa y de analistas de Inteligencia de la Central Intelligence Agency (CIA) de Estados Unidos (EEUU) sobre la situación en Ucrania es muy pesimista.
No existe un camino militar racional que pueda garantizar el éxito y la victoria para Ucrania. La más que anunciada contraofensiva primaveral ucraniana, en el caso de que, al final, se despliegue, estaría plagada de riesgos porque, si Kiev no fracasara completamente en ese intento e, incluso, recuperara, con ella, algo de territorio, no tendría posibilidades, posteriormente, de mantenerlo. Rusia tiene una reserva estratégica militar que todavía no ha utilizado y cuenta con un potencial enorme para movilizar, aún más, a su población para este conflicto. En definitiva, Ucrania no puede ganar una guerra de desgaste contra Rusia.
Por si este análisis fuera poco sombrío, Zelensky definió el significado que la palabra victoria tiene para él de forma muy irreal, ya que no deja de reiterar que su objetivo es una Ucrania que incluya todos los territorios que tenía en 1991.
En este contexto, es difícil asumir que Ucrania vaya a sentarse a negociar condiciones con Rusia que se queden cortas de este propósito tan ilusorio.
Mientras, Rusia definió sus aspiraciones políticas, desde el comienzo de la Operación Militar Especial en Ucrania, de forma más general -desmilitarización y desnazificación de Ucrania, protección de los civiles de la región del Donbas y eliminación de las amenazas hacia Rusia desde el territorio de Ucrania- lo que le permite visualizar varias opciones para reclamar victoria en este conflicto.
A la vista de lo cual, en los círculos militares y de defensa estadounidenses se cuestiona la idea de que Ucrania se arriesgue a perder decenas de miles de soldados adicionales en una supuesta ofensiva que no se sabe si podrá ejecutar, si tendrá éxito con ella y si ésta provocará una reacción militar rusa aún más poderosa.
Todo ello, a sabiendas de que al liderazgo ucraniano le tomaría reemplazar su poder ofensivo, tras ese esfuerzo, por lo menos, otro año.
Este proceso de planeamiento está teniendo lugar a la vez que Zelensky ha ordenado enviar a sus mejores unidades a sacrificarse inútilmente por la defensa de Artemovsk, Bakhmut, para los ucranianos.
En EEUU, jefes militares y responsables de Inteligencia creen que Ucrania debería sentarse a negociar con Rusia una solución al conflicto de manera inmediata y no repetir el error que cometió, en marzo de 2022, cuando no quiso continuar las conversaciones que se iniciaron, por mediación de Erdogan, en Estambul.
El balance de militares y de analistas de Inteligencia estadounidenses sobre el papel desempeñado por Biden y su equipo en este asunto es muy crítico.
Según aquellos, Estados Unidos ha provocado lo que está sucediendo, al no tener la voluntad de aceptar y de abordar las preocupaciones de seguridad de Rusia en Europa.
La raíz del problema del conflicto en Ucrania tiene que ver con la arquitectura de seguridad europea que quiere construir la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN).
Ucrania no sufre una conquista imperial por parte de Rusia, como se presenta por los gobiernos y por la mayoría de los medios de comunicación occidentales.
Al contrario, la variable más importante de esta guerra es la preocupación de Moscú al observar que se quiere construir una Europa OTAN-céntrica, de la que EEUU sería parte y de la que Occidente quiere excluir a Rusia.
La noción de que Rusia se sentiría segura siendo fronteriza de la OTAN, ya fuera en Ucrania, en Georgia o en Finlandia, es absurda, debido a que, en cualquiera de estos casos, la Alianza Atlántica representaría una amenaza profunda e inaceptable para su existencia como nación.
Ésta no es una opinión de Vladimir Putin, sino, más bien, una percepción extendida entre la dirigencia política y la población rusas, quienes, en estos momentos, después de las mentiras occidentales sobre el propósito real que se escondía detrás de los Acuerdos de Minsk sobre el Donbas, tienen sospechas fundadas sobre cualquier promesa que pueda venir de Occidente.
Después de décadas en las que EEUU se ha negado, ni tan siquiera, a debatir con Rusia sobre estas inquietudes, ni Putin, ni ningún otro líder ruso, presente o futuro, aceptará ninguna negociación o acuerdo sin que esta realidad sea asumida y aceptada por Occidente.
De hecho, EEUU ha colocado a Putin y a su gobierno en una situación en la que vencer, y no, ceder, es el único resultado esperado por todo el pueblo ruso.
Los militares estadounidenses, por su parte, dan por descontado que Ucrania perderá esta guerra.
Todo ello deja a Biden y a su equipo en una situación compleja, desde el punto de vista de la política interna estadounidense, ya que sus expectativas de reelección en 2024 pueden verse afectadas muy negativamente si, ahora, corta y huye de Ucrania, como hizo en Afganistán.
El equipo de Biden parece desconocer el principio de que un Estado prudente no puede permitirse tener más enemigos que aquellos a los que pueda hacer frente, en cada momento dado, porque está embarcado en enfrentarse, de forma simultánea, con China también.
Este juego peligroso para EEUU sucede en un momento en el que Washington ha venido desmantelando, durante los últimos años, todos los mecanismos para el control de la carrera de armas nucleares, lo que ha provocado el incremento de la renovación y de la modernización del poder nuclear por parte de las tres grandes potencias mundiales y está empujando al mundo, de manera peligrosa, hacia el abismo de una guerra nuclear.
Los militares americanos dan por descontado que Rusia ganará la guerra