El Economista

Castigo fiscal que frena la inversión

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España exige un gravamen del 26% sobre los beneficios de la venta de acciones, seís puntos más que en la UE

España grava las ganancias de capital por la venta de acciones 6,45 puntos por encima de lo que hace la media de los países de la Unión Europea. En concreto, el gravamen que Hacienda exige del 26% en su tasa marginal máxima, y que afecta a los beneficios obtenidos a través de operacione­s bursátiles, está por encima del 19,55% de media en Europa. Por si esta brecha no fuera suficiente, en el Viejo Continente hay sobrados ejemplos de países que mantienen este impuesto fuera de su sistema fiscal o lo utilizan solo en determinad­os supuestos (cuando la ganancia tiene considerac­ión de renta profesiona­l o si los títulos se mantuviero­n menos de tres años, entre otros), con el objetivo de atraer inversione­s. Es el caso de República Checa, Luxemburgo, Eslovaquia, Eslovenia y Bélgica. España, por tanto, se ha convertido en una rara avis en la UE. A ello ha contribuid­o el afán recaudator­io del Gobierno actual que frena la actividad y la inversión. Pero que en este caso resulta especialme­nte nocivo porque afecta al legítimo afán de las empresas y de todos los ahorradore­s particular­es, con independen­cia de su nivel de renta, de buscar el máximo rendimient­o del capital que poseen. Más aún si se tiene en cuenta que el alto gravamen a las ganancias de capital no es la única normativa fiscal a la que están sujetos los inversores en España. De hecho, nuestro sistema impositivo también exige un impuesto por la repatriaci­ón de los dividendos de los accionista­s residentes en territorio nacional. En cambio, Estados como Países Bajos carecen de ello. Todo ello configura un castigo fiscal a las empresas y los particular­es que inflige un grave daño al conjunto de la actividad y de la economía nacional, ya que desincenti­va la inversión.

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