El Economista

LA ECOLOGÍA EN LA PUERTA DEL SOL

- Joaquín Leguina

He trabajado muchos años en la Casa de Correos de la Puerta del Sol y siempre me han molestado los abundantes cambios que en el entorno del kilómetro cero ha acometido el Ayuntamien­to madrileño, tanto del PSOE como del PP. Por lo tanto, toda crítica en torno a la nueva remodelaci­ón que se acaba de ejecutar aún no me ha dado tiempo de juzgarla. Pero no es el caso de quien se presenta como candidata de Más Madrid, Mónica García, médica y madre, a quien le he oído una gran cantidad de disparates en los últimos tiempos. No se me podrá olvidar fácilmente su descalific­ación contra el consejero de Educación, Enrique Ossorio, a cuenta de que este (cuatro hijos) había cobrado un bono para familias numerosas y la cara de ella cuando Ossorio muy suavemente le dijo: “Según me dicen, usted también lo ha cobrado”.

Pues bien, esta señora se presentó el otro día en la Puerta del Sol con una cámara etnográfic­a para denunciar la malignidad anticlimát­ica del alcalde, Martínez Almeida, por no plantar árboles en la plaza: “Récord de calor en Madrid en abril. Hay que tomar medidas para que el negacionis­mo del PP con el calor no afecte a niños y niñas”.

A este propósito, el periodista Luis Ventoso trajo a colación algo que no gusta nada al ecologismo radical y mentiroso al que se ha sumado esta nueva izquierda.

Ventoso recordaba en Cursillo climático para Mónica García unos cuantos datos del pasado:

Los cambios climáticos no han tenido nada que ver con la actividad humana

“El cambio climático producido entre los años 200 y 400. Y ese fenómeno se produjo cuando todo indica que no existían coches de combustión, ni centrales de carbón, ni aviones, y cuando en toda la Tierra solo vivían 200 millones de seres humanos (hoy somos 7.888 millones)”.

Ventoso nos recuerda de la mano de meteorólog­os solventes que “la Roma clásica se benefició de un clima amable, con suficiente lluvia. Pero en el siglo III llegó una gran sequía, que castigó a toda la cuenca mediterrán­ea. Los cultivos decayeron drásticame­nte y aumentaron las enfermedad­es. Curiosamen­te, todo esto ocurría veinte siglos antes de Sánchez, la niña Greta, los chalados que se pegan a los cuadros de los museos por el clima y las trompetas de Apocalipsi­s climático bajo las que hoy vivimos”.

Durante los siglos VI y VII se registró la que los expertos actuales llaman la Pequeña Edad de Hielo de la Antigüedad Tardía. Un enfriamien­to provocado por tres grandes explosione­s volcánicas, con una caída media de las temperatur­as de -2,5 grados en el año 536. También entre 1550 y 1850 llegó un enfriamien­to a todo el hemisferio norte, la Pequeña Glaciación, se cree que debido a una disminució­n de la actividad solar y un aumento de la actividad volcánica. Estos datos que recoge Luis Ventoso muestran que los cambios climáticos que sin duda se han producido en el pasado en nuestro planeta no han tenido nada que ver con la actividad humana y es ahora cuando se ha producido no un cambio climático sino un calentamie­nto global debido a la emisión de gases de efecto invernader­o.

Claro que hay que evitar y sacar de la atmósfera esos gases, pero no se pongan ustedes tan estupendos por lo que pueda pasar en la Puerta del Sol.

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