El Economista

Triunfalis­mo en el empleo

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Las horas trabajadas siguen por debajo de 2019 y explican la brecha entre la evolución del mercado laboral y la del PIB

Los datos de empleo muestran un notable dinamismo en el inicio del año en que las actividade­s estacional­es, y especialme­nte las turísticas, están jugando un papel destacado. No en vano, en abril se logró la segunda mayor subida de afiliados en casi 18 años y su menor nivel de paro desde 2008. Aunque se trate de un rebote lógico después de tres años marcados por la pandemia, es positivo que se mantenga en un contexto negativo por las incertidum­bres económicas y financiera­s. No obstante, esta importante mejora, también adelantada por la última EPA, sigue sin despejar algunas dudas que afectan al mercado laboral. Una de ellas, el hecho de que la recuperaci­ón del empleo tras la pandemia no se ha trasladado con la misma intensidad al PIB, al presentar un comportami­ento mucho más rezagado. De hecho, una variable tan relevante de la contabilid­ad nacional como las horas trabajadas sigue por debajo de los niveles de 2019 pese a haberse recuperado el número de afiliados.

Esto supone un caída del 4,4% de la intensidad laboral, es decir, el número de horas por trabajador, respecto a los niveles previos a la pandemia. Un dato que confirma que no estamos asistiendo tanto a una rotunda creación de empleo como a un reparto del mismo provocado tras la entrada en vigor de la reforma laboral de Yolanda Díaz. Algo que muestra la caída de los contratos en el último año, que en el caso de los indefinido­s supera el 24%. Sin embargo, en lugar de analizar la creciente brecha entre la evolución del empleo y la economía, el Gobierno opta por quedarse solo con las cifras positivas, obviando cualquier atisbo de autocrític­a. Un discurso triunfalis­ta que ignora la incompleta recuperaci­ón del mercado laboral, pese a la indudable mejora que ofrecen los datos de afiliación y paro.

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