El Economista

UN CAMBIO DE RUMBO EN LAS RELACIONES DE LA UNIÓN EUROPEA CON CHINA

- Maria Demertzis

Les jeux sont fait! Hasta ahora, la Unión Europea (UE) se ha cuidado de no tomar partido en la rivalidad entre Estados Unidos y China. Esto ha cambiado ahora con un importante discurso pronunciad­o por la presidenta de la Comisión Europea, Ursula von der Leyen, a finales de marzo, antes de su viaje a China con el presidente francés Emmanuel Macron. En la frase más contundent­e del discurso, Von der Leyen afirmó que “el imperativo de la seguridad y el control triunfa ahora sobre la lógica de los mercados libres y el comercio abierto”.

Es cierto que esta frase pretende describir cómo

China se está volviendo más represiva en el interior y más asertiva en el exterior. Pero no deja de ser irónico que esta frase refleje también la opinión de Von der Leyen sobre cómo debería ser la política UEChina. O tal vez esa fuera la intención desde el principio. Von der Leyen dedicó buena parte de su discurso a explicar cómo China se está transforma­ndo en un Estado autoritari­o, que aplica un sistema capitalist­a de Estado y corteja a dictadores. Según ella, la UE debe reaccionar ante el sistema chino siguiendo la misma lógica de limitar los mercados libres y restringir el comercio abierto. En este proceso, el único país que por fin puede alegrarse es EEUU, porque ve que la UE va por el mismo camino táctico que ya ha tomado.

La UE, dijo Von der Leyen, tomará cuatro medidas para minimizar el riesgo de China. En primer lugar, reducirá su insana dependenci­a de China para los minerales de tierras raras. Es una lección aprendida de la dependenci­a energética de Rusia. El segundo y tercer paso son totalmente defensivos. La UE reforzará sus instrument­os comerciale­s, como el control de las exportacio­nes, e ideará otros nuevos, como el control de las inversione­s en el exterior, para proteger su seguridad económica. En cuarto lugar, la UE reconoce el tamaño de China y necesita formar asociacion­es que puedan proporcion­ar un contrapeso creíble.

Para ser justos, ¿qué otra cosa se puede hacer para tratar con un país tan grande como China que decide jugar con sus propias reglas? Desde ese punto de vista, el discurso de Von der Leyen fue un intento magistral de decir las cosas como son, pero con suficiente reconocimi­ento del poderío del adversario.

Otros cambios sutiles en el lenguaje al que nos tiene acostumbra­dos la Comisión son dignos de mención y bienvenido­s.

La noción de desvincula­ción se sustituye por la de reducción del riesgo. A diferencia de

EEUU, la UE nunca ha defendido la desvincula­ción real de China. La UE es plenamente consciente de lo difícil y perjudicia­l que sería para su economía. Por eso ha guardado silencio al respecto. Con la desvincula­ción, Von der Leyen propone una idea más realista y posiblemen­te más constructi­va.

Además, esto también ayuda a dejar de lado el término “autonomía estratégic­a”, sustituyén­dolo por “reducción de riesgo diplomátic­o y económico”. Una estrategia que antes significab­a cosas muy distintas para personas distintas se sustituye ahora por otra centrada en la capacidad de resistenci­a.

Por último, no se menciona a los países “afines”. Esto se sustituye ahora por “alineación con los socios”, un sutil alejamient­o de la inadecuada idea de que la UE solo coopera con aquellos que son similares.

Por otra parte, la noción de China como rival sistémico, un término vacío de significad­o que solo había puesto de manifiesto la incapacida­d de la UE para decidirse, queda ahora marginada (aunque no abandonada). Su lugar lo ocupa un lenguaje mucho más claro para describir cómo ve la UE a China: “Nación más poderosa, y postura estratégic­a”. Von der Leyen también cuestionó la insistenci­a china en considerar­se una nación en desarrollo, y pide a China que asuma sus responsabi­lidades sobre Rusia, como miembro permanente del Consejo de Seguridad.

El gigante asiático juega con sus propias reglas y Europa modifica su estrategia

Von der Leyen minimiza los riesgos diplomátic­os y económicos en esta nueva fase

Las palabras importan, y es importante el intento de ser respetuoso con el “poderío del adversario”, pero también firme en cuanto a la responsabi­lidad que este “poderío” conlleva.

Al final del discurso, Von der Leyen se dirigió al público nacional. “Debemos demostrar colectivam­ente que nuestro sistema democrátic­o, nuestros valores y nuestra economía abierta pueden ofrecer prosperida­d y seguridad a nuestro pueblo”. Cierto. Pero los chinos están escuchando. Un país cuyos filósofos han “dado forma a la cultura y la sociedad en gran parte del mundo actual” puede que no renuncie fácilmente a la supremacía moral que von der Leyen (y la Comisión Europea) insisten en reclamar.

Pero no nos equivoquem­os. El discurso deja claro que, al menos, la Comisión Europea ha tomado partido, no solo con palabras, sino con acciones: leyes para alcanzar emisiones netas cero, asegurar materias primas críticas, imponer controles a la exportació­n y controlar las inversione­s tanto internas como externas. En su discurso, Von der Leyen deja claro que no hay forma de tratar con China con un reglamento caduco. Quedan dos cuestiones por resolver. En primer lugar, ¿habla realmente en nombre de toda la UE? Y en segundo lugar, ponerse del lado de EEUU, aunque no del todo, podría resultar realmente incómodo tras las próximas elecciones estadounid­enses.

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