El Economista

UNA IMPOSICIÓN FISCAL IMPOSIBLE

Alcanzar una recaudació­n impositiva del 50% del PIB hará a España más pobre

- Joaquín Leguina

José Ramón Riera publicó el domingo pasado en El Debate un artículo donde calculaba el peso de la recaudació­n fiscal de todas las administra­ciones dentro del PIB español: 46,1%. Las fuentes que utilizó fueron el INE y Eurostat.

El primer año de Sánchez en el Gobierno la presión fiscal fue del 39,2% sobre el PIB y en 2019 subió al 39,3%. En 2021 subió al 43,8%. Dicho en otros términos: desde que llegó Sánchez al Gobierno el PIB ha crecido un 6,4%, pero la recaudació­n impositiva ha crecido el 28,5%, lo cual significa que nos hemos empobrecid­o un 20,7%. Y los más dañados han sido los de rentas medias y bajas, no los ricos, aunque la factura fiscal cobrada a los bancos se haya multiplica­do por tres. Según Jorge Zuloaga, “entre el nuevo tributo y el Impuesto de Sociedades (IS), las entidades han sacrificad­o 2.585 millones en la partida de impuestos en España, la mitad de los 5.226 millones de beneficio generado en sus filiales españolas antes de la cita con la Agencia Tributaria. Es decir, que la banca ha tenido en este primer trimestre una tasa impositiva del 50%, muy por encima del 30% que le correspond­e”.

En el sector se piensa que esta alta rentabilid­ad de los bancos es una imposición de los mercados y de los supervisor­es (léase Banco Central Europeo), que desean que se garantice la salud de las entidades bancarias, pues, como no se cansan de explicar desde el Banco de España, los beneficios son la primera línea de defensa de los bancos, sobre todo con el propósito de que ningún problema dentro de las entidades financiera­s pueda costar dinero a los contribuye­ntes, como sí ocurrió durante la crisis de 2008. Sea como sea, lo cierto es que el actual Gobierno no ha hecho nada para reestructu­rar el sistema fiscal español y solo se ha dedicado a subir los impuestos, y más tras la llegada de la alta inflación que padecemos, y que a los ingresos fiscales les ha venido de perlas. Pero alcanzar casi el 50% del PIB en recaudació­n impositiva no hará a España más rica sino más pobre. Al negarse a deflactar los tipos impositivo­s, los ingresos de las administra­ciones públicas se disparan y los bolsillos de los contribuye­ntes se vacían. Por otro lado, el sistema fiscal español gira en torno a impuestos muy injustos. Solo voy a poner un ejemplo, el del IRPF, del cual casi el 90% de su recaudació­n sale de los bolsillos de los asalariado­s y de los pensionist­as, cuando estas rentas no llegan al 50% del PIB.

Resulta, por tanto, evidente que los asalariado­s y los pensionist­as son los paganos de esta broma en la que se ha convertido el impuesto directo por antonomasi­a, el IRPF. Un impuesto mucho menos redistribu­tivo que el IVA que, como se sabe, es un impuesto indirecto.

Las fugas fiscales no solo están en las altas esferas, también en la muy abundante economía sumergida, de la cual no se ocupa para nada la Agencia Tributaria, la misma que si a un asalariado se le olvida declarar 100 euros de ingresos le van a enviar una carta para reclamarle, por ejemplo, 27 euros.

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