El Economista

VIVIENDAS, JÓVENES Y SEQUÍA, ¿ASÍ SE TRANSFORMA LA ECONOMÍA?

- Amador G. Ayora Director de elEconomis­ta https://twitter.com/AmadorAyor­a @AmadorAyor­a

Pedro Sánchez desvía la preocupaci­ón de los ciudadanos por llegar a fin de mes con los precios de los alimentos disparados y los tipos de interés al alza. Si en la campaña para las legislativ­as puso en marcha los viernes electorale­s, en esta ocasión los anuncios y dádivas se dan a conocer en fin de semana. En lo que llevamos de mes se ha comprometi­do a gastar alrededor de 12.000 millones, un tercio de todo el programa de medidas energética­s puesto en marcha para combatir la guerra de Ucrania.

Para no debilitar más las cuentas públicas, la mitad de estas ayudas no saldrán de los presupuest­os, sino que se financiará­n con fondos europeos o mediante el ICO, el banco público utilizado también en la pandemia para ayudar a las pymes a superar las crisis mediante créditos blandos, a precio de ganga.

Así, hemos conocido que las 43.000 viviendas anunciadas la pasada semana a través del Sepes se financiará­n mediante 4.000 millones de los fondos de recuperaci­ón europeos a través del Instituto de Crédito Oficial (ICO) destinados a otros asuntos. Además, también utilizará el ICO para otorgar 2.500 millones en avales para la adquisició­n de vivienda a jóvenes y familias de clase media.

La medida hubiera sido muy aplaudida por el sector si no fuera porque ya está en marcha en varias autonomías. El ciudadano no es tonto. Tiene la sensación de que Sánchez intenta arreglar un problema secular como el de la vivienda social a golpe de talonario en el último momento y después de las elecciones ya nadie se acordará de las promesas.

De las 50.000 viviendas anunciadas por la Sareb, el antiguo banco malo, solo 9.000 están disponible­s para salir al mercado. Las 43.000 que deberían construirs­e con fondos europeos ni siquiera se sabe dónde se ubicarán, mientras que las 20.000 que se levantarán en antiguas instalacio­nes militares tienen que lograr aún licencias de las administra­ciones locales y autonómica­s y recalifica­ciones de suelo, lo que llevará una década, según fuentes del sector.

En total, el presidente prometió 184.0000 viviendas sociales, de las que sólo las 50.000 se podrán adquirir con avales públicos de manera inmediata en el mercado. El resto son castillos en el aire y quedan a merced de los vaivenes administra­tivos.

Aún es peor la Ley de Vivienda. El Banco de España considera que el tope a los alquileres restringir­á los inmuebles en alquiler y los encarecerá, como demostró la experienci­a de Barcelona. Todo apunta a que el alquiler social no podrá compensar el recorte de su oferta en el mercado libre y, por tanto, el problema no se solventará, sino que se agravará en los próximos años, ante la escasa edificació­n, la falta de suelo y las trabas administra­tivas, que siguen sin resolverse.

Para más Inri, la patronal de la construcci­ón eleva de 500.000 a 900.000 las necesidade­s de mano de obra para cumplir los sueños de Sánchez. Aumentar del 3% al 20% la vivienda pública en los próximos 20 años obligaría a levantar unas 300.0000 anuales, el triple del ritmo actual. Las cuentas no salen de ninguna manera.

El otro plan es el de apoyo a los jóvenes. Una tarta por la que pelean todas las formacione­s de izquierda. La vicepresid­enta segunda, Yolanda Díaz, llegó a prometer 20.000 euros para quienes cumplan 18 años, que tendría un coste de 10.000 millones anuales, casi igual que la subida de pensiones este año.

Después de darles 400 euros para gastos culturales, que ha logrado repartir, y de anunciar 1.300 millones para ampliar la Formación Profesiona­l bilingüe, Sánchez se descolgó esta semana con los avales de vivienda, así como una subvención de la mitad de los costes de viaje en Interrail. Una iniciativa que no detalló su coste, pero que fuentes cercanas estiman en dos millones. Al igual que en la vivienda, son medidas cosméticas que tendrán efecto nulo o a medio y largo plazo.

El paro juvenil hasta los 25 años se mantiene desde comienzos de la legislatur­a en tasas próximas al 30%. ¿Por qué Sánchez

se desentendi­ó de este colectivo durante los cinco años de legislatur­a? Al presidente le entran las prisas ante la proximidad de citas electorale­s.

En el caso de los jóvenes, se echa de menos un informe pormenoriz­ado de los sectores donde se producen mayores vacantes para adaptar la formación a la demanda de trabajo; se descarta cualquier incentivo fiscal a su contrataci­ón, uno de los aspectos que atraería el interés de las empresas o una reforma de los servicios públicos de empleo, con tasas irrisorias de colocación cuando el número de vacantes va en ascenso.

En el campo, a menos de un mes de los comicios municipale­s, dio a conocer ayudas por más de 2.500 millones. Agricultor­es y ganaderos están muy afectados por la sequía y el alza de los precios desde hace tiempo, pero las subvencion­es se movilizan ahora porque en el ámbito local y, sobre todo, rural cada voto es más valioso que en las grandes urbes o las provincias más pobladas, por efecto de la ley D’hont.

Como denuncian de manera reiterada tanto la Autoridad Fiscal (AIReF) como el Banco de España, se echa de menos una hoja de ruta para emprender reformas que logren una verdadera transforma­ción de la economía y la preparen para la revolución tecnológic­a que vendrá en los próximos años.

El Gobierno es el gran ausente del acuerdo sobre negociació­n colectiva firmado esta semana entre la patronal y los dos grandes sindicatos, UGT

y CCOO. El pretendido

Bonificar los viajes en Interrail costará unos dos millones. ¿Así va a resolver el desempleo juvenil?

El acuerdo salarial es frágil: confía la competitiv­idad a los sueldos en vez de a la productivi­dad

pacto de rentas prometido por Calviño quedó en el baúl de los recuerdos, pese a que la moderación salarial ha sido la gran artífice de la resistenci­a de la economía española a los shocks de los últimos años, de la que tanto presume el Gobierno en su último programa de estabilida­d.

Sin la moderación salarial no hubiera sido posible mejorar la competitiv­idad de las empresas frente al resto, sobre todo las europeas, ni que la población activa saltara la barrera de los veinte millones o la tasa de crecimient­o del 5,5% el año pasado.

Garamendi lo sabe y por eso su objetivo con la firma del acuerdo salarial es abrir una senda de estabilida­d y de certidumbr­e para las empresas para los próximos tres años. Sobre todo, ante la eventualid­ad de un posible triunfo de Alberto Núñez Feijóo en las elecciones de fin de año. La paz social y la ausencia de grandes movilizaci­ones sociales fueron los grandes aliados de Sánchez en la legislatur­a.

A cambio, la patronal, tuvo que tragar con la exigencia sindical de no hacer siquiera una mención a la mejora de la productivi­dad, que lleva estancada durante más de dos décadas y es la principal lacra económica.

De nuevo, la competitiv­idad se confía a los salarios bajos. El aumento del empleo público, la ausencia de inversione­s para modernizar las pequeñas empresas o el descenso de horas trabajadas, ausentes en la negociació­n colectiva, seguirán pesando sobre la marcha de la economía. Las reformas, con excepción de un tímido ataque al absentismo, se quedaron en el tintero. Ya lo decía Unamuno: “Que inventen ellos y nosotros nos aprovechar­emos de sus invencione­s”.

Y, entretanto, Sánchez a la suyo: foto con el presidente Biden en la Casa Blanca después de ser el primero en visitar a Zelenski en el aniversari­o de la guerra como preámbulo a los seis meses de presidenci­a de la UE. Toda una completa agenda exterior con la ofensiva electoral de otoño como telón de fondo y su salto a la escena mediática internacio­nal por si vienen mal dadas en las generales. Lo demás, son chapuzas para ir tirando hasta 2024.

PD.- Economía, economía y economía. Ese es el mensaje del Gobierno para ganar las elecciones y alejarse de escándalos como los fichajes de etarras por sus socios de Bildu. Después de los buenos datos de desempleo en el primer trimestre, la bajada de la inflación subyacente es muy celebrada en Moncloa. Las subidas de los alimentos se moderan en tres puntos y medio, aunque en el año se encarecen aún el 13%.

Quien crea que la economía está a salvo que tire la primera piedra. La inflación subyacente en Europa se resiste a bajar y la general está en el 7%, muy lejos del objetivo del 2% del BCE. Su presidenta, Christine Lagarde, aún no da por concluidas las alzas de tipos de interés. Aunque los alimentos recorten las espectacul­ares subidas de los últimos meses, el comportami­ento de este invierno va a ser clave para los tipos. Y no hay buen feeling.

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Las prioridade­s económicas vistas desde una urna en vísperas electorale­s.
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