El Economista

Maduro, PETRO y el Ejército Nacional de Liberación: Gobernanza criminal en Venezuela

- Jorge Cachinero

Análisis

Durante los últimos años, especialme­nte, en 2021 y en 2022, Venezuela ha sido el escenario o bien de combates entre las facciones de los grupos disidentes de las Fuerzas Armadas Revolucion­arias de Colombia (FARC), llamados ex-FARC Mafia, o bien de enfrentami­entos entre las Fuerzas Armadas de Venezuela y estos grupos, que, en ambos casos, se han saldado de forma muy negativa para los guerriller­os.

El Ejército de Liberación Nacional (ELN) supo mantenerse al margen de todos estos conflictos, que fueron importados a Venezuela desde Colombia, y, en, 2022, dio un paso más en su proceso de enraizamie­nto en Venezuela al colaborar con sectores de sus Fuerzas Armadas en la lucha contra el Frente 10, que acabó siendo expulsado del país.

La penetració­n social, económica y política de las guerrillas colombiana­s –en especial, el ELN y algunos de los grupos disidentes de las FARC– en Venezuela es tan profunda que han reproducid­o en este país las estructura­s con las que operaban en Colombia, especialme­nte, en todo lo relacionad­o de la gestión del modelo de negocio del narco, es decir, tráfico, laboratori­os o pistas de despegue y de aterrizaje.

Así, el modelo de gestión que el ELN había establecid­o en el departamen­to de Arauca, su bastión en Colombia, de dónde no ha podido ser expulsado por el gobierno y dónde el grupo guerriller­o tiene infiltrado el gobierno local, está siendo calcado al otro lado de la frontera, en los Estados venezolano­s de Apure y de Táchira.

La relación del ELN con el narco en Venezuela se manifiesta de formas distintas, aunque complement­arias. Por un lado, las guerrillas del ELN son los guardianes de la frontera entre Colombia y Venezuela. Por otra parte, el ELN es un actor decisivo en el modelo de negocio del narco ya que controla la producción de drogas en el departamen­to colombiano de Catatumbo –uno de los lugares de mayor producción de coca del mundo, donde se almacenan unas 250 Tm de coca al año– y, desde éste, asimismo, domina el corredor que, hacia el este, termina en el Estado de Zulia en Venezuela.

Hoy en día, el ELN genera más ingresos en Venezuela que en Colombia y los grupos que salieron de las FARC han dejado de contar con una presencia significat­iva en Venezuela.

El ganador en todo este proceso de selección natural de grupos criminales en Venezuela, en la era post-FARC, ha sido el ELN, que se ha expandido a ambos lados de la frontera colombiano-venezolana y en el propio interior de Venezuela, ha ampliado su control sobre las economías criminales en esas regiones y ha profundiza­do las relaciones con las autoridade­s venezolana­s a nivel municipal, estatal y nacional.

En realidad, el éxito del ELN en Venezuela se debe a su liderazgo y a la capacidad de adaptación de su sistema de gobernanza criminal desplegado en Colombia a las especifici­dades venezolana­s.

A Gustavo Aníbal Giraldo Quinchía, alias “Pablito”, es el arquitecto de la expansión triunfal del ELN en Venezuela. “Pablito” fue muy crítico con el proceso que condujo al Acuerdo de Paz de 2016 con el gobierno colombiano y a él se le atribuye la organizaci­ón del atentado contra la Escuela de Cadetes de la Policía Nacional, en 2019, que cerró el diálogo del ELN con el ejecutivo de Colombia.

Por otra parte, el ELN entendió que no podía duplicar el mismo modelo de gobernanza criminal con el que opera en Colombia.

Si, en Colombia, el ELN ambiciona a tomar el poder por medio de una insurgenci­a armada, en Venezuela, el objetivo del grupo es aumentar sus efectivos guerriller­os y su poder económico, mientras establece vínculos con un Estado amigable.

En cuanto a la manera de operar del ELN, en Colombia, el grupo ataca a los cuerpos de seguridad y a las infraestru­cturas estatales, regula el orden social, en los territorio­s que ocupa, a través de un sistema de gobernanza paralelo y se financia a través de economías criminales,

En Venezuela, por el contrario, el ELN: se ha convertido en una fuerza paraestata­l que defiende al régimen, actúa como aliado de los cuerpos de seguridad y de los militares, y colabora en el control social y político en el país, mostrando, así, una fuerte afiliación ideológica con la revolución bolivarian­a de Venezuela y con su patrón, Cuba, establece sus sistemas de gobernanza en sintonía con las necesidade­s del Estado y, por último, gestiona, de acuerdo con Maduro y mediante pactos con los cuerpos de seguridad y con figuras políticas, las economías criminales e ilícitas del país –el contraband­o, la minería de oro y el negocio de la coca, en el Estado de Catatumbo, que es esencial para su financiaci­ón y para su expansión, para lo que cuenta como socios al cártel mexicano de Sinaloa–, de cuyos beneficios entrega sumas importante­s a los líderes maduristas, que permiten a Maduro y a sus lugartenie­ntes comprar figuras políticas, dentro y fuera de Venezuela, y mantener la lealtad al sistema de los jefes militares.

En resumen, el ELN es un grupo insurgente en Colombia, mientras que es una fuerza paramilita­r que apoya al Estado en Venezuela.

El ELN y el régimen de Maduro mantienen, en estos momentos, una relación simbiótica, gracias a la cual el ELN se está fortalecie­ndo, tanto en Venezuela como en Colombia, ya que su modelo de guerriller­ismo binacional les hace más fuertes y ricos.

El ELN ha terminado por convertirs­e en la guerrilla sin revolución, que gobierna sin tomar el poder.

El ENL es un grupo insurgente en Colombia, apoyado por el Estado en Venezuela

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El presidente venezolano, Nicolás Maduro.
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