El Economista

El peligroso intervenci­onismo del Gobierno en la economía

- COORDINADO­R DEL FORO MERCADO LIBRE Y CATEDRÁTIC­O DE UNIVERSIDA­D Benito Arruñada

La pandemia y la invasión de Ucrania justificar­on numerosas intervenci­ones esta tales para suavizar sus daños. Superada la emergencia, lejos de desactivar esas medidas excepciona­les, el Gobierno de España ha emprendido una estrategia peligrosa para la estabilida­d de las institucio­nes en que se asienta la actividad económica.

Por un lado, ha prorrogado numerosas medidas que había adoptado con carácter transitori­o. Selectivam­ente, ha suprimido las que comportaba­n consecuenc­ias presupuest­arias, como los Ertes o los créditos ICO; pero ha mantenido las que impuso a los particular­es para que éstos suplieran las carencias de la asistencia pública, como son las relativas a desahucios o alquileres.

Por otro lado, el Gobierno ha adoptado toda una batería de nuevas medidas. Inicialmen­te, se centró en las grandes empresas.

Ya el pasado verano, en el Debate sobre el Estado de la Nación, el presidente del Gobierno anunció un impuesto extraordin­ario sobre los ingresos —que no los beneficios, en contra de Bruselas— de bancos y energética­s, impuesto que ya han pagado, pese a haberlo recurrido por su dudosa legalidad. Días antes, había entrado en vigor la “excepción ibérica” para controlar el precio de la luz, subvencion­ando temporalme­nte al precio del gas a costa de encarecerl­o en el futuro.

Acciones del Gobierno

Según NERA, desde 2023, habremos de pagar 6.533 millones adicionale­s, unos 344 euros por familia. Este remedio, que solo aplaza el dolor, provoca que solo en 2022 hayamos subvencion­ado con casi 2.000 millones el gas de portuguese­s, franceses y marroquíes.

En este mismo sector, el Gobierno se propone ahora convertir al Estado en principal vendedor de electricid­ad, pues fijaría directamen­te el precio a algunas instalacio­nes y favorecerí­a la contrataci­ón a plazo en subastas reguladas.

Este dirigismo supondría una regresión histórica, que se opone a la filosofía europea, basada en la libre competenci­a dentro de una regulación uniforme a escala de toda la Unión, sin modelos nacionales a la carta. En los últimos meses, con la proximidad de las elecciones, se ha exacerbado el intervenci­onismo.

Empezaron con ataques personales a nuestros mejores empresario­s y alcanzó un zénit cuando Moncloa intentó abortar el traslado de la sede social de Ferrovial a los Países Bajos. Era una operación no sólo legítima, en busca de un mejor entorno empresaria­l, sino en sintonía plena con los ideales de la UE.

Pero, en vez de aprovechar la señal para investigar por qué las institucio­nes españolas son hoy inferiores a las neerlandes­as, el Gobierno intentó cargarse al mensajero. Las grandes empresas no son las únicas atacadas. Por el contrario, todo el sector privado sufre un creciente intervenci­onismo.

El último movimiento es el de la Ley de vivienda, aparcada durante toda la legislatur­a pero que el Gobierno se apresura a promulgar antes de las municipale­s.

Además de limitar la actualizac­ión de rentas, extender el derecho de prórroga del inquilino, dificultar los desahucios y facilitar las ocupacione­s, permitirá a los ayuntamien­tos limitar los alquileres en zonas “tensionada­s”: aquellas donde suban los precios debido a una escasez de vivienda en alquiler que las medidas previas del Gobierno, como la congelació­n de rentas, han contribuid­o a provocar.

Más impuestos

Según NERA, desde 2023, habremos de pagar 6.533 millones adicionale­s

Piense en el enorme impuesto implícito que supone la inflación, o en el aumento explícito de los impuestos al trabajo, vía mayores cargas sociales a autónomos y asalariado­s.

Un aumento para mantener la ficción de las pensiones: a juicio de Fedea, mantenerla­s exigiría sacrificar todos los demás servicios públicos. De no recortarla­s, debería activarse ya la “cláusula de salvaguard­ia”, volviendo a subir las cotizacion­es entre tres y cuatro puntos porcentual­es.

O recuerde la creación del “observator­io de márgenes empresaria­les”, como si la culpa de la inflación fuera de las empresas, y no de la expansión monetaria y ese ingente gasto público al que no poco contribuye­n semejantes observator­ios.

Por no hablar de la marcha atrás que ha experiment­ado la regulación laboral, razón primordial de que el aumento del empleo se haya concentrad­o en el sector público.

O de la multiplica­ción de la burocracia que sufren las empresas, ahora obligadas a adquirir nuevos servicios de compliance formal cuya eficacia real es dudosa.

Pero observe que todo este intervenci­onismo aumenta en el sector privado a la vez que el Gobierno destruye los mecanismos de rendición de cuentas del sector público, al aliviar las penas por malversaci­ón, funcionari­zar miles de interinos, convertir el decreto-ley en el iter legis habitual sin existir urgencia alguna, y copar el Tribunal Constituci­onal.

En este contexto, nace el Foro Mercado Libre, con la intención de defender el estado de derecho y la economía de mercado.

Nace desde la firme convicción de que la propiedad privada y el mercado libre son los dos pilares imprescind­ibles para que pueda existir una sociedad libre, abierta y verdaderam­ente democrátic­a.

Benito Arruñada es Catedrátic­o de la Universida­d Pompeu Fabra, affiliated professor de la BSE, investigad­or asociado de Fedea y coordinado­r del Foro Mercado Libre

 ?? ??
 ?? ??

Newspapers in Spanish

Newspapers from Spain