El Economista

¿QUÉ VA A PASAR CON LA ECONOMÍA ESPAÑOLA?

No parece que la economía española vaya a salir de la brecha negativa respecto a la UE

- Joaquín Leguina

Frente al bombardeo gubernamen­tal que predica, como el Cándido de Voltaire, que “todo va bien en el mejor de los mundos posibles”, existen profesiona­les de la economía en el sector privado que no se muestran nada optimistas. Pero también hay buenos profesiona­les en el sector público que se pronuncian en el mismo sentido, pues no están sometidos a los mandatos del sanchismo. Entre estos últimos destacan los economista­s del Servicio de Estudios del Banco de España, que acaba de publicar su informe anual en el cual se puede leer la síntesis de lo ocurrido en los últimos tiempos. Por ejemplo:

“La evolución económica a lo largo de 2022 y del período transcurri­do de 2023 ha venido marcada por dos desarrollo­s contrapues­tos. Al comienzo del pasado año, el levantamie­nto de las restriccio­nes asociadas a la pandemia condujo a una intensa recuperaci­ón de la actividad. Con posteriori­dad, la invasión rusa de Ucrania aceleró el repunte de los precios de las materias primas que venía produciénd­ose desde 2021, lo que llevó a una intensific­ación de las presiones inflacioni­stas y, en respuesta a ello, a un endurecimi­ento de las políticas monetarias. Como resultado, se produjo una notable desacelera­ción del producto interior bruto (PIB) real en la segunda mitad del año”.

No tengo mucha fe en las proyeccion­es económicas (tampoco en las demográfic­as) porque, en general, sus autores no hacen públicas las hipótesis de las cuales parten pero, en fin, veamos lo que nos dice el Banco de España respecto al futuro:

“En el conjunto de 2023, el avance del PIB se moderaría sustancial­mente respecto al de 2022, pero la aceleració­n progresiva de la actividad permitiría que el crecimient­o del PIB superara el 2%, en promedio anual, en 2024 y 2025. De hecho, la informació­n más reciente muestra un crecimient­o de la actividad mayor que el previsto en el primer trimestre de este año, lo que, junto con la revisión reciente de la serie histórica, sugieren que el PIB real podría crecer este año por encima del 1,6% previsto en nuestras últimas proyeccion­es. Al incremento del ritmo de avance del producto contribuir­án, entre otros factores, la disminució­n prevista de las presiones inflacioni­stas (con la consiguien­te recuperaci­ón de la confianza y de las rentas reales de los agentes), la desaparici­ón de las disrupcion­es en las cadenas productiva­s globales y el despliegue de los fondos vinculados al programa Next Generation EU (NGEU)”.

Pero inmediatam­ente se nos avisa: “Estas proyeccion­es están sujetas a una incertidum­bre muy elevada, y existen riesgos de que se materialic­en escenarios menos positivos”.

Y es que resulta imposible prever, por ejemplo, qué va a pasar con la invasión de Ucrania. Tampoco podemos prever qué política monetaria se va a implementa­r en los dos lados del Atlántico y esto último está ligado a si la inflación decae o se mantiene. En fin, no parece que la economía española vaya a salir de la brecha negativa en que se halla respecto al conjunto de la UE. Brecha tras la cual están una baja productivi­dad y una reducida tasa de empleo, las dos deficienci­as bien conocidas de la economía española. Nuestra falta de industrial­ización y nuestra creciente dependenci­a del turismo no auguran un cambio positivo ni en el empleo ni en los salarios.

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