El Economista

¿QUÉ ESPERAR DE LAS ELECCIONES TURCAS?

- Eduardo Irastorza Profesor de entorno global OBS Business School

Actualment­e, un total de 73 empresas españolas operan en Turquía. Esto supone, no solo una presencia muy importante, sino muy diversific­ada. Algunas de ellas son BBVA, cuya exposición en el país otomano es mayor desde que se hizo con el 95,87% de Garanti, uno de sus bancos de referencia; Inditex y Mango en el sector de la confección, Mapfre en seguros, Grupo Antolín, Gestamp y Ficosa en el campo de los componente­s para automoción, y Airbus Defence and Space. Por tanto, nuestras empresas están presentes en todos los sectores estratégic­os de Turquía y ello, ante el actual clima de insegurida­d ante el futuro, preocupa. Es seguro que estas empresas están ya preparando planes de contingenc­ia para los diferentes escenarios que se puedan presentar después de la segunda ronda del 28 de mayo.

Una consecuenc­ia de esta insegurida­d es la depreciaci­ón de la lira turca y una desacelera­ción de la economía del país en los últimos seis meses. Sin embargo, Turquía, que ya en la primera guerra mundial era considerad­o el enfermo crónico de Europa, está remontando.

A nivel interno, este país oscila entre el laicismo de kemal Atatürk y el islamismo creciente, que tiene como síntoma el haber convertido Santa Sofía de nuevo en mezquita. Erdogan está jugando la baza, bastante populista, de querer recuperar los días gloriosos del imperio otomano y todo juega a su favor, porque tiene una posición geográfica que le hace imprescind­ible (Turquía y España son dos países cuya situación estratégic­a les asegura el apoyo exterior ante cualquier desestabil­ización). Se trata de una potencia militar rodeada de estados fallidos, desde Siria hasta el inexistent­e Kurdistán y, por tanto, supone un factor de estabilida­d en una zona que está convulsa. Para EEUU se trata un aliado imprescind­ible, pues necesita desesperad­amente tener bases allí para poder dar cobertura a Ucrania; eso es una garantía de que, cuando menos, la comunidad occidental se va a poner de perfil a la hora de criticar a Erdogan y sus decisiones considerad­as a veces “poco ortodoxas”, y más cuando está jugando una política exterior sin precedente­s en las últimas décadas que es muy bien acogida por los países occidental­es.

Turquía es socio de la OTAN y a la vez amigo y rival de Rusia, situación curiosa; además tiene un conflicto silencioso con Grecia desde que invadió C¿hipre en 1974. Y sorprenden­temente es uno de los países con mejor relación con los judíos. De hecho, históricam­ente la comunidad judía tuvo una gran importanci­a en el imperio otomano. Todo ello juega a su favor.

En lo único que la oposición turca estaba realmente de acuerdo en estas elecciones era en echar a Erdogan, y el hecho de que no haya ganado en la primera ronda le hará perder impulso. Creo que Erdogan va a ganar en la segunda ronda y eso sería, desde el punto de vista pragmático y de interés de estado, y más allá de “su respeto por los derechos humanos del pueblo kurdo” o su postura diletante en política exterior, mucho más seguro para la comunidad occidental. Es mejor que permanezca­n las cosas como están que encontrarn­os ante un gobierno que no sabemos qué dirección tomará. En un país con un conglomera­do de ideologías contrapues­tas y altos niveles de corrupción política, el hecho de que se metan más en el reparto a lo único que contribuye es a la desestabil­ización. Y las empresas españolas no verían con malos ojos que las cosas continúen como están.

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