El Economista

Reforma laboral de corto recorrido

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Economía admite ante Bruselas que el efecto de la norma en la creación de empleo ha tocado techo en su primer año

Desde su entrada en vigor, hace casi año y medio, el Gobierno ha insistido en que la reforma laboral iba a suponer un profundo cambio de paradigma en el mercado de trabajo en España. La falta de medidas para agilizar la creación de empleo, más allá de la desaparici­ón de los contratos temporales por obra y servicio y la consagraci­ón de figuras hasta entonces muy limitadas, como los fijos discontinu­os, invitaban a poner en duda esta afirmación. Si bien el comportami­ento de la ocupación en el último año y medio ha sido sorprenden­temente intenso, la pregunta es hasta qué punto se debía a la resistenci­a del rebote de la actividad económica más que al cambio legal, y si podría mantenerse a medio y largo plazo. La actualizac­ión del Programa Nacional de Reformas remitido a Bruselas da una respuesta a esta incógnita: la mayoría del impacto previsto para los primeros tres años de la norma se ha producido ya en el primero. El cálculo elaborado por la vicepresid­encia económica supondría una señal de éxito, si no fuera porque también revela que el propio Gobierno considera que la capacidad de la reforma para dinamizar el mercado laboral, como poco, ha tocado techo. En un escenario de incertidum­bre dentro y fuera de nuestras fronteras, y con una cifra de parados estancada en los casi tres millones, este diagnóstic­o apunta a que el mercado de empleo necesita otro tipo de reformas, ya no solo laborales, centradas en mejorar la productivi­dad. La única fórmula infalible para crear puestos de trabajo estables y de calidad es dotar a su vez de estabilida­d económica y jurídica al tejido empresaria­l. Cualquier receta que se aparte de esta realidad será de corto recorrido, como parece serlo la reforma laboral.

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