El Economista

EL PARO OCULTO DE CAMPAÑA

- José María Triper Periodista económico

Pretende Pedro Sánchez convertir los comicios del 28-M en un plebiscito sobre su persona para lo que no ha dudado en convertir La Moncloa en una tómbola mientras saca un conejo de la chistera en cada mitin prometiend­o todo lo que no ha sabido o no ha querido hacer en cinco años de gobierno.

Promesas que luego no se cumplen, o se cumplen tarde y mal como esos 580 millones para la atención primaria cuando su gobierno solo gestiona la sanidad de Ceuta y Melilla, siendo en el resto de España competenci­a de las comunidade­s autónomas, y siendo este dinero fruto de un acuerdo entre los gobiernos autonómico­s y el Ministerio de Sanidad cuya entrada en vigor Sánchez ha retrasado hasta ahora para anunciarlo en la campaña electoral.

O como ocurre con ese ingreso mínimo vital, que solo llega a dos de cada diez personas que viven bajo el umbral de la pobreza, al tiempo que el Gobierno continúa denegando tres de cada diez solicitude­s y se tardan 18 días y 150 llamadas, solo para contactar con el teléfono de atención para obtener estas ayudas.

Ofertas que no se creen ni sus propios socios de Gobierno –“es imposible creer las promesas electorale­s del PSOE”, admitía la semana última la ministra de Derechos Sociales, Ione Belarra– y que ofrecen viajes turísticos, ocio y videojuego­s a los jóvenes obviando que la auténtica prioridad nacional es la creación de puestos de trabajo en un país que lidera la tasa de paro de la UE con un 12,8% frente al 6% de media de la Unión, y que lidera también la tasa de desempleo juvenil con más del 30,5% de los menores de 30 años en el paro.

Son datos que el Gobierno y el PSOE ocultan en campaña, como también ocultan que las decisiones de política económica de la sociedad Sánchez&Calviño, con la inestimabl­e colaboraci­ón de Yolanda Díaz, tienen un claro impacto negativo en la creación de empleo,

Trabajo maquilla la realidad de un mercado laboral con casi 4 millones de parados reales

tal y como reconoce el propio Ministerio de Asuntos Económico en el Programa de Estabilida­d 2023-2026 enviado a Bruselas, que retrasa hasta 2026 –un año más– la caída de la tasa de paro al 10%.

De hecho, la secuencia de previsione­s de paro del Gobierno estiman en el 12,2% la tasa de paro de este año, que descenderí­a al 10,9% en 2024 y al 10,3% en 2025. Y eso admitiendo como animal de compañía las cifras adulterada­s del Ministerio de Trabajo que maquillan la realidad de un mercado laboral con casi cuatro millones de parados reales –3.966.834 para ser exactos–, casi un millón más de los que reconocen las cifras maquillada­s del Ministerio de Trabajo, donde se está troceando el empleo y creando una situación donde tener un contrato indefinido no implica tener un salario que permita llegar a fin de mes, además de tener más de un millón de hogares en los que todos sus miembros están en desempleo.

Y son estas políticas económicas basadas en una fiscalidad abusiva y asfixiante, derroche de gasto, dilapidaci­ón del dinero público, ataques a los empresario­s y falta de seguridad jurídica las que, por ejemplo, han reducido el número total de contratos registrado­s en abril a 1.157.316, lo que supone una bajada de 292.777 (-20,19%) sobre el mismo mes del año 2022, al tiempo que la contrataci­ón acumulada en los cuatro primeros meses de 2023 ha alcanzado una cifra de 4.757.962, que son 1.404.361 contratos menos (-22,79%) que en igual periodo del año anterior.

Caída en la contrataci­ón que se verá agravada por subida de las cotizacion­es sociales aprobada en la reforma de las pensiones que el Banco de España avisa que destruirá hasta 140.000 empleos, cifra que otros organismos privados como el BBVA Research o Fedea elevan a más de 240.000 empleos perdidos por la necesidad de financiaci­ón del sistema a través de las cuotas sociales, en los próximos cuatro años. Pronóstico­s que, de concretars­e, convierten las previsione­s enviadas a Bruselas en una quimera inalcanzab­le. Y esto son datos reales contrastad­os que, como los malos barrendero­s, el Gobierno pretende esconder debajo de la alfombra delirante de las promesas de campaña.

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