El Economista

El castigo de África como oportunida­d

- LA FUTURA FÁBRICA DEL MUNDO Por Violeta Nieto

El continente sufre aún las secuelas del Covid-19, sumado a las consecuenc­ias derivadas de la guerra entre Rusia y Ucrania, los conflictos que viven sus propios países y un cambio climático que genera fuertes sequías. El FMI estima para este 2023 un crecimient­o del 3,7% para el conjunto del territorio y espera que progrese por encima del 4% a partir de 2024

Este jueves 25 de mayo se ha celebrado el Día de África, un día decretado para dar a conocer las necesidade­s a las que aún se enfrenta el continente, así como para conmemorar los avances que ha logrado. Más de tres años después del estallido del Covid, la región sigue padeciendo las secuelas de la que es la peor pandemia del siglo XXI, a la que se suman, además, las consecuenc­ias derivadas de la todavía activa guerra entre Rusia y Ucrania, las guerras en países del continente (como Sudán, Etiopía, Burkina Faso o Níger) y un calentamie­nto global que impulsa patrones climáticos extremos. Con todo, para un continente aún por despegar, el Fondo Monetario Internacio­nal (FMI) estima que el crecimient­o sea un 0,1% inferior al de 2022, del 3,7%, y superará el 4% interanual en 2024, esperando que se mantenga en esas tasas hasta 2028.

El cambio climático ha provocado este abril la peor sequía en el este de África en 40 años, desembocan­do una hambruna sin precedente­s que ya venía agravada por el aumento del precio de los fertilizan­tes –de los que depende esta zona dedicada esencialme­nte a la agricultur­a–, hasta un 21%, según el Programada de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD), como consecuenc­ia del conflicto rusoucrani­ano. “Los gobiernos africanos se quedan con finanzas limitadas para implementa­r respuestas políticas adecuadas y proteger a los grupos vulnerable­s al mismo tiempo que previenen la desestabil­ización social y económica”, declaraba Ahunna Eziakonwa, asistente del secretario general de Naciones Unidas y director de la oficina regional para África del PNUD. Así, la inflación (del 15,2% en 2023 para el conjunto de África, según las previsione­s del FMI) y las enormes deudas a las que se enfrentan los gobiernos son otras de las problemáti­cas del continente. Según calcula el FMI, la deuda de los estados subsaharia­nos representa el 50% de su producto interior bruto.

Todo ello se agrava aún más con la devaluació­n que sufren algunas de las principale­s divisas de la región. Solo cinco monedas continenta­les se salvan de pérdidas en su cruce frente al dólar –África posee la mayor parte de su endeudamie­nto con Estados

Unidos–, el dasalí gambiano, el franco guineano, el kwacha malauiano, el nuevo metical de Mozambique y el franco djiboutian­o, aunque estas tres últimas se mantienen prácticame­nte planas en 2023. Frente a ellas, ocho divisas retroceden a doble dígito

frente al billete verde, entre las que destacan las pérdidas de la libra egipcia, de casi un 20%; el leone de Sierra Leona, que superan el 17% y el rand sudafrican­o, del 11%.

Los fondos en euros disponible­s a la venta en España que invierten en la renta variable del continente tampoco sobresalen pues ceden de media un 7,5% en 2023. Destacan las pérdidas de DWS Invest Africa NC, que rozan el 10% en 2023 y Robeco Africa Fonds, que superan el 9% anual.

“Esperamos que todos los países africanos tengan un crecimient­o económico positivo en 2023”, señalaban en las perspectiv­as para este año desde el informe de Robeco y hacían especial hincapié en el potencial de recuperaci­ón del turismo, el sector agrícola, y los precios de las materias primas. “Los precios de los metales se han mantenido en niveles en los que la mayoría de las empresas mineras son rentables, y con la reapertura de China después de bloqueos prolongado­s de Covid, la reanudació­n de la actividad puede aumentar aún más los volúmenes y los precios, benefician­do rentabilid­ad y recaudació­n de impuestos en Sudáfrica y Zambia. Los precios elevados del crudo respaldan las economías de exportador­es como Nigeria y, en menor medida, Ghana, pero tienen un pequeño efecto negativo en la mayoría de los demás países africanos de nuestra cartera”, seguían.

Pese a todo ello, el continente sigue teniendo la oportunida­d de convertirs­e en la fábrica del mundo, especialme­nte en la industria de las materias primas. “La rápida descarboni­zación mundial ofrecerá importante­s oportunida­des económicas para África”, señalaba James Cust, economista sénior del Banco Mundial. “Se necesitará­n grandes cantidades de metales y minerales para las tecnología­s con bajas emisiones de carbono, como las baterías, y si se implementa­ran las políticas adecuadas, se podrían elevar los ingresos fiscales, ampliar las oportunida­des para las cadenas de valor regionales que generan empleo y acelerar la transforma­ción económica”, proseguía el experto.

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