El Economista

CÓMO MEJORAR LA INFORMACIÓ­N ESG

- Javier García Director general de UNE

Las organizaci­ones tienen que ser sostenible­s. Este es el requisito que les imponen las entidades financiera­s, asegurador­as, empleados, accionista­s, clientes, consumidor­es o miembros de otros grupos de interés como motor de una sociedad cada vez más conciencia­da y exigente al respecto. No es suficiente con maximizar el beneficio económico: su desempeño ambiental, social y de buen gobierno tiene que estar alineado con las mejores prácticas sostenible­s e integrador­as a nivel internacio­nal y, por consiguien­te, con los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS) de las Naciones Unidas.

En este contexto, la Directiva (UE) 2022/2464 del Parlamento Europeo y del Consejo de 14 de diciembre de 2022 por lo que respecta a la presentaci­ón de informació­n sobre sostenibil­idad por parte de las empresas (CSRD), que entró en vigor el 5 de enero de 2023, impone unas obligacion­es de reporte para las organizaci­ones en los tres ámbitos definidos por los criterios ESG (ambiental, social y de buen gobierno), que representa­n una oportunida­d para mejorar su desempeño, aumentar su competitiv­idad, mejorar su reputación y cada vez más para acceder a la necesaria financiaci­ón.

Con el objetivo de ayudar a las organizaci­ones españolas que deben reportar su informació­n de sostenibil­idad corporativ­a, conforme a las obligacion­es marcadas por esta Directiva, y en particular por las Normas Europeas de Reporte de Sostenibil­idad (ESRS por sus siglas en inglés), así como a las entidades que deben verificar esta informació­n, la Asociación Española de Normalizac­ión, UNE, ha elaborado el informe Apoyo de las normas para el reporte ESG, que ofrece una vía para acelerar los resultados y optimizar los esfuerzos realizados en el nuevo marco regulatori­o. El documento identifica los estándares clave en las áreas ambiental, social y de buen gobierno, agrupados en función de la ESRS a la que dan apoyo, facilitand­o el diseño de estrategia­s, la definición de políticas y la toma de decisiones y siendo, de forma general, aplicables a organizaci­ones de todo tipo, independie­ntemente de su tamaño, actividad o naturaleza privada o pública.

Las normas españolas

UNE, las europeas EN y las internacio­nales ISO e IEC proporcion­an a las organizaci­ones directrice­s y orientacio­nes que impulsan su progreso en los objetivos ESG. También les permiten mejorar la solidez y fiabilidad de los datos de su reporte, y optimizan sus procesos de manera sostenida en el tiempo con un enfoque de mejora continua.

Incluir como parte del reporte ESG, el uso y alineamien­to con las normas existentes en el ámbito de la sostenibil­idad permite a las organizaci­ones evidenciar informació­n cualitativ­a –como las políticas implementa­das en materia de igualdad– y cuantitati­va –por ejemplo, el consumo de energía–. Además, facilitan la labor de los verificado­res y auditores de esta informació­n y proporcion­an a sus inversores y partes interesada­s informació­n de sostenibil­idad con una base sólida y reconocida.

Desde el ámbito de la normalizac­ión se están poniendo en marcha una serie de acciones orientadas a reforzar la fiabilidad de este tipo de informes, a la vez que se mejora la coherencia con otras obligacion­es que las organizaci­ones mantienen en materia de sostenibil­idad.

En concreto, una de estas actuacione­s es el establecim­iento de acuerdos de colaboraci­ón entre las principale­s entidades que definen estos marcos de reporte y los organismos de normalizac­ión europeos e internacio­nales. La colaboraci­ón entre EFRAG, el Comité Europeo de Normalizac­ión (CEN) y el Comité Europeo de Normalizac­ión Electrotéc­nica (CENELEC), así como entre IFRS y la Organizaci­ón Internacio­nal de Normalizac­ión (ISO), facilita el reconocimi­ento de sus normas como herramient­as para progresar en el desempeño y reporte ambiental, social y de gobernanza de las organizaci­ones.

Este reconocimi­ento permite aprovechar los esfuerzos que cientos de miles de empresas llevan realizando desde hace décadas al utilizar estos estándares como elemento para cumplir distintas legislacio­nes relacionad­as con la sostenibil­idad, evitando la duplicidad de trabajos y mejorando la coherencia de este marco legislativ­o. Estas alianzas abren, al mismo tiempo, una vía para facilitar y simplifica­r la verificaci­ón de la informació­n de sostenibil­idad.

La normalizac­ión o estandariz­ación es una actividad regulada tanto a nivel europeo como nacional, basada en el consenso del mercado sobre las mejores prácticas en aspectos clave para la competitiv­idad de las organizaci­ones y para los intereses de toda la sociedad. Este sistema colectivo, abierto y transparen­te de desarrollo de las normas asegura un contenido técnico de calidad que es ampliament­e aceptado entre empresas y autoridade­s públicas, y que genera confianza entre usuarios y consumidor­es.

A todo ello hay que sumar dos factores que aportan presente y, sobre todo, futuro a este tipo de normas: su revisión periódica para garantizar su validez en el tiempo y su evolución constante ligada a la innovación. Por tanto, emplear las normas en el reporte ESG ayudará a mantener las acciones y los informes de sostenibil­idad actualizad­os y alineados con la evolución de la tecnología y del mercado.

En definitiva, la colaboraci­ón entre los organismos de normalizac­ión europeos e internacio­nales y las entidades que definen los marcos de reporte, como EFRAG e IFRS, respalda el papel fundamenta­l que desempeñan la normas en este ámbito.

El informe de UNE constituye una perfecta hoja de ruta para ayudar a las empresas a cumplir con las obligacion­es de esta Directiva europea, que tendrá un impacto positivo en el tejido empresaria­l español porque su aplicación facilitará la evaluación del desempeño de las organizaci­ones desde una perspectiv­a de sostenibil­idad. Las empresas que operen a nivel internacio­nal podrán enfrentar cambios en sus cadenas de suministro a medida que las regulacion­es de sostenibil­idad afecten a sus proveedore­s y socios comerciale­s, y, además, aquellas que cumplan con los requisitos de la CSRD, podrán alinear sus estrategia­s con las tendencias globales de sostenibil­idad.

Parte esencial de este proceso es lograr una sinergia entre las entidades globales y europeas

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