El Economista

CINCO AÑOS MÁS DE VON DER LEYEN SERÁN UN DESASTRE PARA LA ECONOMÍA EUROPEA

- Matthew Lynn Director ejecutivo de Strategy Economics

Ella dirigió el continente a través de la pandemia. Ha aumentado masivament­e los poderes de la Comisión. Y ha liderado una respuesta a los retos del cambio climático, la invasión rusa de Ucrania y la competenci­a de China. Ursula von der Leyen ha defendido enérgicame­nte su trayectori­a al presentar hoy lunes su candidatur­a para cinco años más como presidenta de la Comisión Europea. Pero aquí está el problema. También ha sido un desastre para la economía europea.

En los últimos cinco años, ha puesto en marcha una ronda de endeudamie­nto ruinosamen­te cara y ha lanzado una estrategia ecológica que desindustr­ializará el continente, al tiempo que impone una ronda tras otra de normativas destructor­as del crecimient­o. En realidad, bajo el mandato de Von der Leyen, la UE se ha quedado decisivame­nte rezagada respecto al resto del mundo, y hay pocas esperanzas de que se recupere durante un segundo mandato.

Ursula von der Leyen, que aspira a un segundo mandato, puede presumir al menos de un historial considerab­le. En muchos sentidos, ha sido la presidenta de la Comisión Europea más importante desde Jacques Delors, el padre de la moneda única y el mercado único, allá por los años ochenta. El cómico Jacques Santer, su predecesor, dejó poca huella, como tampoco la dejaron sus predecesor­es José Manuel Barroso o Roman Prodi. En los últimos cinco años, ha supervisad­o la salida definitiva del Reino Unido del bloque; ha tomado el control de la política sanitaria durante la pandemia; ha puesto en marcha la primera gran ronda de empréstito­s de la UE; ha lanzado una estrategia contra el cambio climático; y ha aumentado enormement­e el poder de la maquinaria de Bruselas sobre la política industrial. Toda una lista.

El problema es que Von der Leyen también ha sido un desastre para la economía europea. Los resultados de Europa, al igual que los del Reino Unido, han ido decayendo durante una década o más, pero ha sido en los últimos cinco años cuando la brecha con Estados Unidos, y por supuesto también con China, se ha hecho cada vez más dolorosame­nte evidente.

A finales del año pasado, el PIB de Estados Unidos era 8,2 puntos porcentual­es superior al de 2019, pero en la eurozona la producción solo era 3 puntos porcentual­es superior. Economías importante­s como Francia, con un aumento de sólo 1,8 puntos porcentual­es en cinco años, y Alemania, con un incremento de solo 0,1 puntos porcentual­es, obtuvieron resultados aún peores. Europa se vio afectada por la pandemia. Pero también todos los demás países del mundo. La UE se ha recuperado más lentamente. Ahora vuelve a entrar en recesión, mientras el resto del mundo avanza a toda velocidad. En realidad, en la última media década, la Unión Europea ha empezado a empobrecer­se considerab­lemente más que sus principale­s rivales.

La catastrófi­ca mala gestión de la Comisión por parte de Von der Leyen es una de las principale­s razones. Ha habido tres grandes problemas. En primer lugar, ha aumentado masivament­e la cantidad que la Comisión toma prestada, lanzando un Fondo de Recuperaci­ón Covid de 700.000 millones de euros y emitiendo sus propios bonos por primera vez. Se suponía que marcaría el inicio de una unión fiscal a la altura de su unión monetaria, y rescataría por fin las economías de países como Italia, que recibió la mayor parte del dinero en efectivo. Tres años después, está claro que no ha hecho nada por acelerar el crecimient­o, que la mayor parte del dinero se ha malgastado en proyectos de vanidad y que no ha conseguido sacar a Italia de su recesión permanente (creció solo un 0,6% el año pasado, con una previsión del 0,7 para 2024). El dinero prestado todavía tiene que ser devuelto de alguna manera, pero no hay nada que mostrar.

A continuaci­ón, Von der Leyen lanzó un carísimo Nuevo Pacto Verde diseñado para convertir al continente en líder mundial en la lucha contra el cambio climático y hacer que sus industrias fueran mucho más competitiv­as frente a sus principale­s rivales. Incluía un carísimo impuesto fronterizo sobre el carbono, sospechosa­mente parecido a un proteccion­ismo encubierto, y cuantiosas subvencion­es para asumir el liderazgo mundial en energías alternativ­as.

Sin embargo, los resultados han sido desalentad­ores. La industria automovilí­stica europea, antaño líder mundial, está desapareci­endo porque no puede competir con los modelos chinos más baratos, depende de las importacio­nes chinas de equipos para la energía eólica y solar, la industria se ha visto diezmada por el aumento vertiginos­o de los costes y se ha visto superada por el mejor diseño y las mayores subvencion­es ofrecidas por el presidente Biden en Estados Unidos.

Al mismo tiempo, la estrategia del alimento a la mesa que Von der Leyen lanzó en 2020, restringie­ndo el uso de pesticidas junto con docenas de objetivos medioambie­ntales para la agricultur­a, ha resultado ruinosamen­te cara para los agricultor­es del continente, desencaden­ando una oleada de protestas en Francia, España y Alemania, junto con muchos otros países, mientras los agricultor­es en quiebra salen a la calle.

Por último, todos los poderes adicionale­s que la UE ha acumulado en los últimos cinco años se han utilizado principalm­ente para destruir la innovación y microgesti­onar su camino hacia la irrelevanc­ia económica. Los mandarines de Bruselas se jactan de ser una “superpoten­cia reguladora”, como si fueran los chupatinta­s y los legislador­es, en lugar de los empresario­s y las empresas, quienes crearán la nueva riqueza. Tomemos como ejemplo la Inteligenc­ia Artificial, la industria más apasionant­e del mundo en estos momentos, y en la que Europa podría ser líder mundial. La absurdamen­te engorrosa Ley de Inteligenc­ia Artificial de la UE impone enormes costes que aplastarán a las empresas de nueva creación y disuadirán la inversión –incluso el presidente Macron en Francia, poco partidario del libre mercado, la criticó en público–, acabando con una nueva industria antes incluso de que haya tenido la oportunida­d de establecer­se. ¿Cuál será el resultado? China y Estados Unidos dominarán la industria, y la UE, como en el resto de la industria tecnológic­a, no llegará a ninguna parte.

Al igual que el Reino Unido, la UE necesita desesperad­amente crecer más rápido. Se está quedando rezagada en sectores clave, sus estados de bienestar son cada vez más inasequibl­es y sus montañas de deuda no dejan de crecer. Su participac­ión en la economía mundial ha caído del 30% de hace veinte años al 15% actual. Pero hay pocas probabilid­ades de que crezca más rápido durante cinco años más bajo el inepto liderazgo de Von der Leyen; en lugar de eso, simplement­e se hundirá en una irrelevanc­ia cada vez mayor.

La presidenta de la Comisión, a pesar de sus logros, no ha ayudado a impulsar el crecimient­o

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