El Economista

Frenazo en el vehículo eléctrico: las automovilí­sticas cambian sus planes

Gigantes como General Motors y Volkswagen han modificado su estrategia

- Javier Fernández

La crisis climática ha empujado a la industria automovilí­stica a la fabricació­n de los vehículos eléctricos, llevando a las principale­s potencias mundiales a ofrecer subvencion­es para atraer la producción de los mismos. Ello ha desatado una carrera sobre la base de que estos coches dominarán el mercado automovilí­stico, y lo harán a toda máquina. Sin embargo, las empresas del sector se han encontrado con una desconcert­ante sorpresa: la demanda global de vehículos eléctricos es inferior a la que se esperaba. Tanto es así que ya hay firmas que están reduciendo sus previsione­s de ventas y de producción en este ámbito.

Akio Toyoda, CEO de Toyota entre 2009 y 2023, ha mostrado su escepticis­mo con los coches eléctricos en numerosas ocasiones. Recienteme­nte señaló que estos vehículos solo representa­rían un 30% de toda la industria automovilí­stica mundial en el futuro. Esta postura, ampliament­e criticada, parece haber sido respaldada por la detección de una lenta adaptación de estos coches, especialme­nte en los mercados de EEUU y Alemania, grandes potencias de la industria del automóvil. En el país norteameri­cano, si bien la cuota de mercado de estos vehículos ha pasado de un 5,6% en 2022 a un 7,6% en 2023, el ritmo de ventas durante el año pasado se ralentizó. Así, el último trimestre las ventas aumentaron, en términos interanual­es, un 40%, un incremento inferior al 49% del trimestre anterior, siendo una cifra lejana al 52% del cuarto trimestre de 2022.

Paralelame­nte, si bien las ventas de coches eléctricos aumentaron en Europa un 13,9% en comparació­n con 2022, en diciembre cayeron por primera vez desde abril de 2020. La reducción fue de un 16,9%, causada, entre otros factores, por una caída del 47,6% en Alemania, después de que el gobierno decidiera retirar el programa de subvencion­es para la compra de coches eléctricos. De hecho, el país germano, potencia mundial de la industria del automóvil, registró un incremento del 7,3% de ventas de coches eléctricos, lejos de Italia (18,9%), España (16,7%) y Francia (16,1%).

Ante estos síntomas de ralentizac­ión de compras de coches eléctricos, las principale­s empresas automovilí­sticas en ambos países han comenzado a tomar cartas en el asunto, una táctica que, por otro lado, está siendo emulada por otras firmas asiáticas. En octubre de 2023, General Motors comunicó una ralentizac­ión en la producción de vehículos eléctricos prevista para 2024 y 2025. La compañía, que pensaba fabricar 400.000 coches eléctricos desde 2022 hasta mediados de este año, cambió los planes por la caída de la demanda. El objetivo era ajustar la producción de este tipo de vehículos a una ralentizac­ión del crecimient­o a corto plazo. Como consecuenc­ia, la compañía optó por posponer para el próximo año la apertura de una planta en Michigan cuyo coste asciende a los 4.000 dólares.

En este sentido, Marry Barra, directora ejecutiva de la empresa, señaló a finales de enero que esta aminoració­n había generado incertidum­bre. Se trata, en efecto, de una sensación extendida en buena parte de la industria. Ford, que salió de pérdidas en 2023, comunicó el pasado mes de enero una disminució­n de la producción de su modelo eléctrico F-150 Lightning. Por su parte, Tesla indicó, con motivo de la publicació­n de sus resultados, que la producción “puede ser notablemen­te más baja” este año.

Adicionalm­ente, Volkswagen, también ha modificado su estrategia. La marca germana anunció en marzo de 2021 la construcci­ón de seis gigafactor­ías con 240 GWh de capacidad, las cuales estarían operativas en 2030. Sin embargo, en noviembre de 2023, la empresa pospuso la construcci­ón de la cuarta planta para la fabricació­n de baterías eléctricas. Según Oliver Blume, director ejecutivo de Volkswagen, la decisión se tomó en base a “las condicione­s del mercado, incluyendo un lento crecimient­o de los coches eléctricos en Europa”.

Esta corriente fría que recorre el mercado de coches eléctricos también ha llegado a Asia. En China, BYD, que además de vender coches eléctricos fabrica baterías para los mismos, está experiment­ando una disminució­n de su crecimient­o. El incremento de sus ingresos netos en 2023 aumentó un 86,5% interanual, un porcentaje inferior al crecimient­o del 446% que obtuvo el año anterior. Por su parte, Polestar, subsidiari­a de Volvo y pertenecie­nte al grupo Geely, comunicó recienteme­nte un recorte de plantilla a nivel global del 15%.

Además, CATL, fabricante chino de baterías eléctricas revisó a la baja sus expectativ­as para los resultados de 2023, señalando que espera un incremento del beneficio neto de, como máximo, el 48,1%. Se trata de un volumen inferior al de 2022, cuando ascendiero­n al 92,89%. Incluso LG Energy Solution -fabricante surcoreano de baterías eléctricas y proveedor de Tesla, General Motors y Volkswagen- comunicó una “ralentizac­ión temporal del incremento de la demanda de vehículos eléctricos, “debido al control conservado­r de los inventario­s de las firmas manufactur­eras de vehículos, así como del declive del precio del metal”.

Precio elevado

Entre las razones de esta disminució­n de la demanda se encuentra el elevado precio de los vehículos eléctricos. Los datos y las estimacion­es de la industria invitan a pensar que la primera ola de consumidor­es ya ha pasado, y para atraer a los próximos clientes, las empresas deberán reducir el precio. Por ejemplo, en Japón, el precio de los modelos eléctricos SUV de Toyota, tras la aplicación de los subsidios y las tasas, es de 5,65 millones de yenes, mientras que el precio del modelo híbrido RAV4 se sitúa en los 4,3 millones de yenes.

La diferencia entre los coches eléctricos y el resto de los modelos, tanto híbridos como de combustión, radica en la propia batería eléctrica. El coste de la misma supone entre el 25% y el 40% del gasto total para producir este tipo de vehículos, y su peso puede alcanzar los 700 kg. Esto

Para atraer a la siguiente generación de clientes del coche eléctrico se ha de reducir el precio

El coste de la batería de un coche eléctrico supone entre el 25% y el 40% del vehículo

es importante, ya que cuanto más liviano sea el coche, menos energía empleará en desplazars­e y, por lo tanto, más autonomía tendrá. Además, las temperatur­as extremas afectan a las baterías, reduciendo su capacidad de almacenami­ento energético. Por esta razón, empresas como BMW y Toyota han seguido el ejemplo de Tesla, y trabajan ahora en la producción de baterías con mayor capacidad y menor peso.

Sin embargo, parece muy difícil, de momento, disminuir los gastos relacionad­os con la batería. Así, la solución parece estar en la disminució­n de los costes de producción: tal fue la conclusión a la que llegaron en Idra, firma creadora de la máquina Giga Press. Este sistema de fundido a presión permite fabricar grandes piezas de un coche, disminuyen­do el coste vinculado a esta fase de la producción.

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ISTOCK Señal de aparcamien­to y recarga de vehículo eléctrico en Francia.

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