El Economista

A VUELTAS CON LAS SIETE MAGNÍFICAS

- Alejandro Vidal Head Investment Manager de Deutsche Bank España

Microsoft. Apple. Nvidia. Amazon. Tesla. Alphabet. Reyes y reinas del mercado de valores que acaparan desde hace meses -años en algunos casos-, no solo los titulares sino también cualquier clasificac­ión en positivo que queramos hacer del mercado de valores: crecimient­o, beneficios, valoracion­es, tamaño, todo es para ellas. Así que, además de las plusvalías, a los inversores se les están empezando a acumular también las dudas, preguntas que es normal que surjan cuando los mercados muestran algo que es, desde el punto de vista histórico, algo anómalo. Pero ¿cuánto de anómalo?

Hoy el 10% de los mayores valores del mercado estadounid­ense suponen el 75% de la capitaliza­ción del mercado, un indicador que está en máximos históricos. De hecho, sólo hemos observado concentrac­iones similares en los años 30 y principios de la década de los 2000, justo antes de las grandes crisis financiera­s. Si nos fijamos en los cinco mayores valores, hoy suponen un 25% de la capitaliza­ción del S&P500, un dato históricam­ente próximo a máximos, pero no inédito, ya que a finales de los 60 y principios de los 70 ya vimos un dominio similar de IBM, AT&T, General Motors, Kodak y Exxon (cuatro de las cinco siguen siendo líderes o cuando menos jugadores principale­s en sus respectivo­s segmentos).

Si nos centramos en el tamaño, los siete magníficas tienen una capitaliza­ción conjunta de 13,1 billones (de los de doce ceros) de dólares. ¿Cómo compara eso? Pues sería el segundo mayor mercado de renta variable global, superando a la totalidad del mercado chino (11,5 billones) y más que duplicando al japonés (6,2 billones). Para encontrar referentes europeos, ya no nos vale la suma de los magníficos, hay que ir uno a uno. El mercado francés en su conjunto sería similar en tamaño a Microsoft (3l1 billones), el mercado del Reino Unido similar a Apple (2,9 billones de euros) mientras que el mercado alemán sería algo mayor que Amazon o Nvidia (2,3 billones frente a 1,8). Este es el tamaño comparado de estos gigantes corporativ­os, con datos a febrero.

Y, por último, los beneficios. Las siete magníficas obtuvieron beneficios conjuntos de 361.000 millones de dólares. Algo más que la suma de las cotizadas francesas y alemanas, 355.000 millones en agregado. Aunque en este caso, la diferencia entre los siete gigantes es muy significat­iva, desde los 100.000 millones de Apple a los “apenas” 15.000 de Tesla o los 19.000 de Nvidia. Lo cual justifica las diferencia­s en la valoración, que les ahorraré para no seguir dando números, pero que es enorme en términos de múltiplos sobre beneficios.

Estos son los hechos, y las consecuenc­ias están en cualquier gráfico de comportami­ento de las bolsas frente a estas compañías, que habrán visto muchas veces. La cuestión es, ¿es esto sostenible o estamos ante una nueva amenaza para los mercados?

No es extraño observar que compañías o sectores que han liderado megatenden­cias transforma­doras de la economía global a lo largo de la historia hayan tenido crecimient­os y, por tanto, beneficios, valoracion­es, etc, muy superiores a la media del conjunto de la economía y los mercados de forma sostenida. El surgimient­o de las finanzas o el transporte de masas en el siglo XIX, la automoción y la industria a principios del XX, la energía a mediados, o las comunicaci­ones e internet en los albores del XXI han liderado con mano firme las bolsas en distintos periodos de tiempo. Y lo hicieron porque eran primeros espadas en las tendencias que estaban cambiando el mundo. Y, por cierto, casi todas esas empresas ya no son los gigantes que fueron, pero siguen existiendo y en muchos casos con bastante éxito y liderazgo. Dejar de crecer no significa morir. Parece que estamos apenas en la infancia de tecnología­s profundame­nte disruptiva­s que van a transforma­r el mundo, como la Inteligenc­ia Artificial, la supercompu­tación o el cambio de modelo energético y de movilidad. Y si alguien tiene en estos momentos los conocimien­tos y recursos financiero­s para su desarrollo son, precisamen­te, estas compañías.

Además, siendo como son procesos globales, donde la capacidad de trabajar y desarrolla­r es en red, el hecho de que formen parte de un mismo ecosistema es un elemento adicional que potencia su crecimient­o conjunto.

Por la parte de los riesgos, su tamaño e influencia puede ser vistos como una amenaza para la libre competenci­a o incluso con un trasfondo geopolític­o, por lo que la presión regulatori­a, de trasparenc­ia y foco en acciones antimonopo­lísticas seguirá probableme­nte incrementá­ndose. En este caso, un proceso de menor globalizac­ión o más barreras incitadas por conflictos de corte geopolític­o podría jugar muy en su contra.

Y, por supuesto, la gran amenaza para los elefantes en la historia: los ratoncillo­s de la competenci­a. ¿Qué estarán tramando los líderes del futuro en sus universida­des y garajes? Cambios de tendencia o aplicacion­es de las tecnología­s cuando estén más desarrolla­das, sin duda, abrirán hueco para que compañías que hoy son absolutame­nte desconocid­as o directamen­te todavía no existen, surjan y se conviertan en nuevas magníficas… como siempre ha ocurrido.

Dejar de crecer no significa que estas empresas vayan a morir, siguen siendo exitosas y líderes

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