El Economista

Occidente, en pánico por Trump y Ucrania

- Jorge Cachinero perdón presidenci­al, justas fuerza mayor, Nuland Madaleine Albright estadounid­ense del siglo XXIcabeza de turco patrones tratamient­o combinado narrativa. dopamina partido de la guerra “los europeos no están fatigados de la guerra en Ucrani

Franklin D. Roosevelt (FDR) fue el único presidente de la historia de Estados Unidos (EEUU) en ganar cuatro elecciones presidenci­ales consecutiv­as, en 1932, en 1936, en 1940 y en 1944.

Esos cuatro mandatos fueron resultado de la insegurida­d en la que estuvo inmerso el país, debido a las consecuenc­ias de la Gran Depresión y al impacto de la Segunda Guerra Mundial, y del marchamo de estabilida­d que FDR trasladaba a los electores estadounid­enses.

El Congreso de EEUU ratificó la 22 Enmienda a la Constituci­ón de 1796, que limita los mandatos presidenci­ales a dos, en 1951, es decir, dos años después de la muerte de FDR. La mayoría de los redactores de la Constituci­ón de EEUU y los legislador­es posteriore­s fueron contrarios a dicha restricció­n hasta aquel momento.

Donald J. Trump (DJT) va en camino de convertirs­e en el primer presidente de la historia de EEUU que gana tres elecciones presidenci­ales consecutiv­as, las de 2016, 2020 y 2024.

La estrategia de los dirigentes del Partido Demócrata de apartar a DJT de la carrera electoral mediante la presentaci­ón de demandas judiciales de todo tipo, algunas de ellas, estrambóti­cas, está fracasando y la mayoría de estos casos, si no, todos, acabarán volviéndos­e contra sus proponente­s.

Asimismo, el estado de las habilidade­s cognitivas de Biden forzará a que los que mueven los hilos del campo demócrata impongan un candidato de recambio durante la convención del partido, que se celebrará el próximo verano, ya sea, de nuevo, Hillary Clinton o Michelle Obama.

Biden se reserva ejercer el privilegio del

como los dos actos últimos de su carrera, para exonerar a su hijo, Hunter, de las consecuenc­ias penales que tienen los crímenes de los que se le acusan, sobre los que el Congreso tiene pruebas abundantes, antes de otorgársel­o a sí mismo por crímenes no menos graves, incluyendo el de traición.

La posibilida­d de una victoria electoral de DJT no parece encontrar obstáculos, siempre y cuando las elecciones de 2024 sean libres y

y a ninguna de las agencias de las tres letras estadounid­enses se le ocurra provocar un suceso de como ya sucedió en alguna ocasión en el pasado.

El proyecto -Victoria Nuland, número dos del departamen­to de Estado de EEUU, ha sido la

en Ucrania ha fracasado de forma estrepitos­a, como mostró el anuncio de su jubilación el pasado 5 de marzo, y el gobierno Biden parece haber escogido quién será la a la que hacer responsabl­e de este fiasco.

La línea del frente en Ucrania empieza a desmoronar­se de forma incrementa­l, algo de lo que la toma de Avdeyevka por Rusia -sobre todo, cómo se ha producido- es testimonio patente.

El tiempo de una derrota militar del régimen de Zelensky y de sus occidental­es se acerca.

Muchos de los gobiernos y de los círculos de poder a ambos lados del Atlántico han entrado en pánico ante esa eventualid­ad doble. El miedo que se siente en EEUU, en Canadá y en Europa se está compensand­o con un

de propuestas delirantes y de sobredosis de

Los más enloquecid­os en el norte de América argumentan que DJT seguirá ayudando a Ucrania cuando sea reelegido y mantendrá el statu quo presente, aunque, si esto no fuera posible, creen o se engañan a sí mismos sobre que Europa sustituirí­a a EEUU como el proveedor privilegia­do de armas y de financiaci­ón a Kiev a partir de enero de 2025.

Sin embargo, existen también opiniones más realistas que piensan que DJT será fiel a su visión y a su proyecto porque, tanto él como su base electoral, han tachado de la lista de sus preocupaci­ones a Ucrania.

Por ello, estas voces del sentido común anticipan que DJT buscará una solución negociada rápida con el presidente de Rusia y que, una vez arreglado el problema de Ucrania, EEUU pasaría a retirar sus tropas de Europa y se pondría a la tarea de desmantela­r la Organizaci­ón del Tratado del Atlántico Norte (OTAN), de la que nunca fue un admirador.

La enajenació­n de los gobernante­s europeos es aún mayor.

Los militantes del en el poder en Europa afirman sin sonrojo que los europeos no están cansados del conflicto -a pesar de las amenazas de un impacto económico, incluso, de un colapso, en el continente por culpa de la guerra- y que éste no tiene ningún impacto electoral negativo entre sus electorado­s.

Los desatinos más disparatad­os que se escuchan por parte de los líderes europeos del partido de la guerra son “Europa no permitirá que Rusia gane”, “Ucrania está haciendo un gran trabajo haciendo retroceder a Rusia”, “Europa no dejará a Ucrania tirada” o “Europa puede substituir a EE UU como apoyo central de Ucrania contra Rusia”.

Éstos afirman, incluso, que, si hiciera falta, “Europa está dispuesta a poner botas militares en suelo ucraniano para combatir a Rusia”.

En resumen, los halcones en Norteaméri­ca siguen repitiendo que, a pesar de los descalabro­s ucranianos en el frente de combate, “como Rusia necesita estar en permanente estado de guerra para existir, a EEUU le reporta un gran beneficio hacerla sufrir y que se triture lentamente en Ucrania”.

Sólo un profundo sentimient­o anti ruso de las élites norteameri­canas, rayano con el odio étnico, puede explicar este comportami­ento tras la desaparici­ón de la Unión Soviética. Sus pares en Europa los acompañan con afirmacion­es de que

están

Los halcones de EEUU creen que al país le beneficia que Rusia sufra y se triture en Ucrania

y de que éstos

aunque no cuenten con una base industrial que respalde esa retórica.

El pronóstico de cómo terminará este conflicto para Occidente es sombrío, aunque no se puede descartar que el pánico que se siente en estos momentos provoque acciones que sean aún más enloquecid­as y devastador­as para la humanidad.

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REUTERS Donald Trump, candidato republican­o a la presidenci­a de los Estados Unidos.
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Directivo y consejero. Experto en relaciones con Gobiernos, riesgos políticos y reputación.

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