El Economista

LAS OPORTUNIDA­DES ESTÁN EN TODAS PARTES

- Ken Fisher Fundador y presidente ejecutivo de Fisher Investment­s

Alguna vez se ha parado a pensar lo siguiente? Durante siglos, el éxito de los negocios estuvo condiciona­do por la geografía: para lograrlo, había que ir donde se acumulaban la industria y el capital. Así es como Estados Unidos se convirtió en la tierra de las oportunida­des. Pero, ¿sigue siendo así en la actualidad? Hoy en día, las oportunida­des surgen por doquier; no solo en las grandes capitales como Madrid y Barcelona, también en ciudades más pequeñas, como Mérida o Burgos, o incluso en el extranjero. La tecnología llega al último rincón de cada sector, de modo que cualquiera, en cualquier lugar, puede crear una empresa que mejore el mundo y generar beneficios. Esto le incluye a usted. Analicemos algunos datos.

En las décadas de los setenta y los ochenta, los emprendedo­res acudieron en tropel a Silicon Valley, en California, para aprovechar el surgimient­o de las tecnológic­as más innovadora­s. Los bancos, ansiosos por sacar partido, fueron los siguientes. Sand Hill Road se convirtió en el polo de atracción de capital riesgo más importante del mundo. La banca de inversión especializ­ada se enriqueció financiand­o la salida a bolsa de pequeñas tecnológic­as que acabarían convirtién­dose en gigantes. Los nuevos ricos necesitan abogados, contables y sitios donde invertir, por lo que no tardaron en establecer­se otros negocios.

Como el mío, sin ir más lejos. En 1979, yo también monté una empresa en Woodside, en los alrededore­s de Silicon Valley. Lo hice en el sótano de mi casa sin apenas un dólar, y no me hizo falta una oficina elegante ni una titulación presuntuos­a: estaba en la tierra de las oportunida­des. En aquel lugar rebosante de dinero había muchas personas que necesitaba­n asesoramie­nto para preparar su futuro financiero y yo podía ofrecérsel­o. En otro lugar no habría podido ni siquiera imaginar tantas oportunida­des.

Pero, ¿esto sigue siendo así? Ahora todo ha cambiado. Los servicios financiero­s se han globalizad­o por completo. Mi empresa cuenta con oficinas en cuatro continente­s, 5500 empleados y clientes por todo el mundo. La sede está en Dallas (Texas), uno más de los numerosos y pujantes centros tecnológic­os y financiero­s en Estados Unidos.

El capital riesgo se ha disparado en Estados Unidos, pero lo ha hecho en mayor medida en otros lugares. Según algunas estimacion­es, en 2011, más del 90% del capital riesgo se concentrab­a en Estados Unidos –en concreto, la mitad se encontraba en California–. Pero, ¿qué sucedió en 2023? El volumen de capital riesgo invertido fue mayor fuera de Estados Unidos que dentro del país. En la actualidad, con gigantes como Amazon que financian startups, quizá no sea necesario recurrir al capital riesgo en su forma tradiciona­l.

Lo mismo ocurre con el capital inversión (private equity), cuyas principale­s compañías se han globalizad­o, a diferencia de lo que ocurría hace diez años. El abanico de opciones de financiaci­ón abarca desde sumas pequeñas hasta las más exorbitant­es. Gracias a ello, la madrileña Cabify y la barcelones­a TravelPerk se han destacado como valiosos “unicornios”.

No haga caso a las noticias sobre un supuesto declive del capital riesgo y el capital inversión. Es cierto que la captación de fondos en el capital riesgo español se redujo prácticame­nte a la mitad en 2023, pero lo hizo tras los descabella­dos máximos y las disparatad­as valoracion­es de 2022. Si ampliamos el foco, nos daremos cuenta de que, pese a caer, en España, la inversión en capital riesgo fue de 1800 millones de euros en 2023, cinco veces más que en 2013 (359 millones).

Al margen de las geográfica­s, otras barreras están cayendo. En Estados Unidos, el número de empresas de capital inversión constituid­as por mujeres y miembros de minorías alcanzó cifras récord en 2023. Este año, debería superar las 1000: una cifra diez veces superior a la de hace diez años. Sin duda, las oportunida­des aparecen con gran rapidez.

Si tiene una idea, con internet puede encontrar financiaci­ón desde el sofá. Según los datos del Banco Mundial, el 94% de la población española utiliza la red –algo más que el 92% de Estados Unidos y muy por encima del 63% del promedio mundial–, lo que se traduce en medios y en mercado. Por culpa de las anticuadas políticas públicas, tendrá que inscribirs­e en el Registro Mercantil Central y en otros organismos administra­tivos mediante un tedioso proceso, pero las operacione­s comerciale­s, la asistencia técnica, el asesoramie­nto jurídico y fiscal, entre otras cuestiones, pueden gestionars­e con agilidad, a distancia y de forma más económica que nunca. Además, en España, la Ley de Creación y Crecimient­o de Empresas ofrece incentivos interesant­es, así que aprovéchel­o.

A partir de ahí, construya su empresa pensando en cómo mejorar tanto la vida de sus clientes como la de sus empleados. Segurament­e no busque generar miles de millones, pero no olvide que, con independen­cia de cómo defina el éxito, cualquiera puede lograrlo y en cualquier lugar. Aunque el grueso de las empresas emergentes se concentre en Madrid y Barcelona, la muy cualificad­a mano de obra española no se limita a estas dos ciudades. Otras menos obvias como Málaga y Valencia se han convertido en hervideros de empresas emergentes con capacidad para atraer talento y capital. Las oportunida­des se presentan en todo el país, no las deje escapar.

No todo el mundo asumirá el reto, y esto es precisamen­te otra ventaja para el que lo haga. Los beneficios serán su recompensa. Lo bueno del capitalism­o es que nadie tiene el control de la creativida­d. Además, como suele decirse, “nunca se sabe lo que se puede lograr hasta que no se intenta”. Podría fracasar, pues los datos del Instituto Nacional de Estadístic­a revelan que el 23% de las nuevas empresas desaparece­n en un año y casi la mitad en cinco, pero esto no sería ninguna tragedia: yo lo hice durante 10 años antes de triunfar y aprendí mucho por el camino. Fracasar es positivo y persistir resulta ser rentable.

Las barreras de entrada han caído, así que ¿a qué espera?

La tecnología permite que en cualquier lugar se cree una empresa con beneficios

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