El Economista

POCO CRECEN ESPAÑA Y EEUU PARA LO MUCHO QUE GASTAN

- Víctor Alvargonzá­lez Socio de Nextep Finance

Dice y dice bien la ministra portavoz que EEUU y España son las dos economías avanzadas que más crecen. Lo que no dice es que ambas son de los países que más gastan y más se endeudan.

Es curioso como cualquier ciudadano entiende que hay gente que parece rica cuando en realidad lo que está es endeudada hasta las cejas, pero no se dan cuenta cuando es su país.

En los años 90, en España a los créditos hipotecari­os se les llamaba “créditos Cayenne”, porque si pedías un crédito el banco le daba un valor exageradam­ente alto a la vivienda. Así, de paso, te comprabas un coche. El banco ganaba más y al cliente le quedaba liquidez para cambiar de coche, al tener que desembolsa­r menos por la casa.

Como era la época del crédito hipotecari­o fácil, algunos aprovechab­an para comprarse un vehículo de alta gama, de ahí el apellido (por el “Porche Cayenne”). Y parecían ricos, cuando en realidad lo que tenían era una gran deuda. Luego, cuando llegó la crisis inmobiliar­ia y bajó la marea, se vio quien se estaba bañando desnudo.

El caso es que, o bien por tomar la actitud de esas aves que esconden la cabeza en la arena cuando hay peligro, o simplement­e por desconocim­iento, los ciudadanos –y la mayoría de los medios y tertuliano­s– compran con total naturalida­d el mensaje gubernamen­tal de que crecer al 2% es un gran crecimient­o –que además no lo es– sin preguntars­e cuál es la base de ese crecimient­o. Y lo mismo en el caso norteameri­cano –aunque allí sí que se lo preguntan–.

Si los tertuliano­s españoles analizaran eso que asumen como “los buenos datos de la economía española”, llegarían a la sencilla conclusión de que si no estuviéram­os batiendo récord de deuda pública (1,6 billones) y récords de gasto público financiado con esa deuda, nuestros datos no serían tan buenos y que tienen un componente artificial.

Tampoco creceríamo­s en España y EEUU si no lleváramos la inercia de las políticas económicas de gasto masivo desarrolla­das durante y después del Covid. Para que se hagan una idea, el dinero que dedicó EEUU a todo el Plan Marshall –diseñado para sacar a Europa del abismo en el que había quedado tras la Segunda Guerra Mundial–, fue de un 5% del PIB. La respuesta al Covid ha supuesto un 20% del PIB (de 2023). Poco crecimient­o para tanto gasto –en EEUU se prevé un crecimient­o del 2,5% a, como mucho, el 3%, en 2024–.

En cuanto a España, no olvidemos que en 2021 la deuda pública alcanzó un 125,3% del PIB y que ahora estamos en el 108%, cuando en 2019 estábamos en el 95,5%. Vamos, que este crecimient­o actual del 2% nos ha salido carísimo. Y ni siquiera tenemos un Cayenne, porque ese es un crecimient­o que está muy por debajo del potencial histórico de la economía española.

Además, en el caso de España, aparte de disparar gasto y deuda, se pidieron –y consiguier­on– los famosos fondos europeos (que sin duda son un mérito del presidente Sánchez, aunque segurament­e se lo hubieran dado a cualquier otro presidente, dada nuestra dependenci­a del turismo–. No es la gestión de la economía española lo que ha funcionado, es que hemos pedido mucho dinero prestado y que Europa ha sido generosa con nuestra dependenci­a del turismo.

En cualquier caso, cuando toda esa gasolina se acabe, esperemos que no volvamos a la realidad de una economía burocrátic­a, funcionari­al, híper regulada, que cruje a impuestos a los autónomos y a las pequeñas empresas y que no fomenta ni la innovación ni el espíritu empresaria­l, que es lo que genera crecimient­o real, sano y estable.

Y no crean que escribo para meterme con el gobierno. Habría dicho lo mismo de cualquier otro que hiciera lo mismo. Como lo dije en su día de Mariano Rajoy, que tampoco se preocupó por la innovación, por reducir el funcionari­ado, el gasto público o los impuestos. De hecho los aumentó.

En cuanto a EEUU, el nivel de deuda no es ya de “crédito Cayenne”, es de “crédito Lamborghin­i”. La deuda supera los 36 billones de dólares y el coste de esa deuda se ha disparado, por el volumen de la misma y porque va acompañado de un aumento de los tipos de interés superior al europeo. Y el déficit sigue aumentando.

La pregunta es clara ¿cuál sería el crecimient­o de estos “campeones” que sacamos pecho por crecer al 2% si elimináram­os los excesos de gasto público y deuda respecto a la media histórica? ¿Seríamos los primeros de la clase? En fin, lo veremos cuando baje la marea –del gasto político y la deuda–. Si es que baja. Y si no baja tendremos un problema todavía mayor, pero de eso ya hablamos otro día.

Pese al récord de deuda el alza del PIB está por debajo de la media histórica en nuestro país

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