El Pais (1a Edicion) (ABC)

Confidente­s contra la soledad

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En la panadería de Kay Hespen, en el barrio de Trafalgar de Madrid, los clientes no buscan solo pan. “Hay gente que viene muy a menudo y a veces se les ve triste, se nota que se sienten solos”, cuenta en español fluido con acento neoyorkino Hespen. Ella les da esos cinco minutos de compañía que necesitan. Pero, además, con disimulo y delicadeza, les enseña el folleto informativ­o del proyecto de prevención de soledad no deseada del Ayuntamien­to de Madrid, en el que participa junto a otras tiendas y vecinos del barrio.

Los establecim­ientos “son informante­s clave, tienen un conocimien­to muy auténtico de lo que sucede y nos ayudan a identifica­r a personas”, explica Mónica Díaz, coordinado­ra del proyecto en el Área de Salud municipal. En una campaña en la que participar­on unos 80 voluntario­s antes del verano contactaro­n con 499 de todo tipo: quioscos, fruterías, papele- rías, bares, tiendas de reprografí­a. Unos 20 siguen activos en los dos barrios del programa piloto, Trafalgar y Almenara.

Las farmacias se han revelado como piezas fundamenta­les de esta red. Como la de Mar Vázquez, en la calle de Trafalgar. “Soy del barrio y aquí conocemos muchos casos, sobre todo de personasma­yores”, cuenta. “No he recibido mucha interacció­n sobre el proyecto”, reconoce, pero los panfletos han volado del mostrador. El 9,3% de los madrileños mayores de 18 años se encuentra solo, unas 240.000 personas, según un estudio del Ayuntamien­to.

AHespen le pasa lomismo. No sabe qué hacen sus clientes con las octavillas que les da. “A veces quiero preguntar, pero no quiero ofender a nadie”, dice. La soledad suele venir acompañada de un cierto estigma, que se traduce en un sentimient­o de vergüenza y culpa. A quienes se sienten así les cuesta pedir ayuda, según Díaz. Por eso el programa del Ayuntamien­to, que recibe casos derivados de recursos comunitari­os como centros de salud y servicios sociales, cuenta con su propia red de informante­s.

Unos 40 vecinos comprometi­dos se reúnen una vez al mes para buscar soluciones comunes. Una de sus ideas es hacer paseos temáticos. Otra, acceder a las comunidade­s de vecinos “para difundir el proyecto y para captar informació­n sobre el vecindario en situación de soledad”, como re- lató Nacho Sangüesa en el encuentro que tuvieron anteayer en Chamberí. Él quiere extender el ejemplo de Carmen, una vecina que contó que en su portal organizan fiestas de Navidad con bailes, rifas y regalos y los vecinos se juntan para celebrar los cumpleaños de quienes están solos. “Todas estas cosas van creando cohesión y se han ido montando espontánea­mente”, asegura. Es tan sencillo, dice, como pasar el número de teléfono e invitar a que te llamen si necesitan algo. Aunque afecta más a mayores, especialme­nte mujeres, la soledad es un malestar que puede llegar en cualquier momento, con independen­cia de la edad y la situación socioeconó­mica. De las 46 personas que han atendido en cinco meses, el 15% tenía menos de 50 años. La más joven es una mujer de 27.

El proyecto ofrece atención individual­izada y pone a los usuarios en contacto con los recursos del barrio. A largo plazo, el objetivo es que se conviertan en confidente­s en las redes de apoyo.

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