Golpe policial al clan del veterano traficante de Sanlúcar El Galopa
Una embarcación varada en una escollera junto al castillo de San Sebastián (Cádiz) puso a los agentes de nuevo detrás de la pista de Antonio Pérez Raposo, conocido en Sanlúcar de Barrameda como El Galopa, un histórico narco sanluqueño, aficionado a las apuestas y al flamenco, organizador de peleas de gallos y vendedor de caballos de pura raza española.
Corría el mes de mayo cuando esa embarcación recreativa solitaria, con 120 kilos de hachís a bordo repartidos en tres grandes fardos, volvía a hacer saltar ese nombre en los sistemas de la Guardia Civil y la Policía Nacional. Una operación conjunta realizada hace casi un mes y que se ha conocido anteayer ha logrado desmantelar por completo la red de El Galopa, con 14 detenidos y uno más huido sobre el que pesa una orden internacional de detención. Todos ellos españoles. Todos de su banda, a la que se le han incautado un total de 1.241 kilos de hachís, cinco armas de fuego, cinco embarcaciones y tres motocicletas.
Al Galopa, un viejo conocido para los investigadores que trataba de volver discretamente a las andadas tras salir de prisión, lo pillaron durmiendo en su chalé blindado, días después de que fuera tiroteado por una organización rival. Junto a la puerta de su casa, protegida con toda clase de sistemas de seguridad, en la mesilla de la entrada, “tenía una pistola montada y municionada”, cuentan fuentes próximas a la investigación. “Y una escopeta, también preparada, debajo de la cama”. Está acusado de ser el líder de una organización criminal, de posesión ilícita de armas y de un delito contra la salud pública en la modalidad de narcotráfico. Su banda operaba en la desembocadura del río Guadalquivir y utilizaban embarcaciones recreativas para introducción de droga desde Marruecos.
El hallazgo de ese primer alijo de hachís abandonado fue clave para que los agentes detectaran los contactos que la organización establecía en Ceuta, Algeciras o Marruecos para aprovisionarse del hachís. Igualmente, localizaron a cada uno de los miembros del grupo, su papel, domicilio, vehículo habitual y jerarquía en la organización.
La forma de actuar de la organización consistía en utilizar pequeños puertos deportivos de Cádiz como punto de botadura y partida de la embarcación recreativa de pesca que traería la droga. Bajo la apariencia de una excursión de pesca iban y volvían con la mercancía que cargaban en altamar.