“España puede ser líder en Europa si legaliza esta droga”
“La discusión ya no es si se va a legalizar [la marihuana], sino cuándo y cómo. España puede ser líder en Europa si lo hace”, asegura Michael Collins, director de la Oficina de Asuntos Nacionales de la Alianza para las Políticas de Drogas enWashington. El experto (Glasgow, 1983) es uno de los invitados al foro que organiza hoy la formación de Pablo Iglesias en el Congreso con el título Hacia la regulación integral del cannabis en España. “Estados Unidos no va a dar un paso atrás para volver a la prohibición”, cree Collins. “Ya no exportamos el modelo de los ochenta y noventa”. Aunque reconoce que la Administración de Trump mantiene una política exterior que aboga por volver a aquellas prácticas. “Dentro del país no tiene el apoyo para una nueva guerra contra las drogas”. Las últimas encuestas que maneja cuantifican en un 64% el apoyo a la legalización del cannabis recreativo. “El uso medicinal ni se pregunta porque se da por hecho”, dice.
Collins apuesta por legalizar la marihuana sin transitar primero por el uso medicinal. “En España ya hay una infraestructura con los clubes de fumadores”, dice en referencia a estos espacios alegales en los que cualquier persona, tras hacerse socio, puede comprar y consumir marihuana. “Si se empieza por el mercado terapéutico para después legalizar el uso recreativo, el mercado negro sigue creciendo. Además, este sistema no elimina la persecución policial en la calle”.
La ley española permite el consumomedicinal de marihuana, pero eso no significa que se puedan fumar porros con fines terapéuticos. La planta de lamarihuana, como tal, no está considerada como un medicamento y no puede recetarse, pero sí productos derivados del cannabis. Quienes cultivan esta planta con autorización de la Agencia Española del Medicamento tienen a sus clientes en países como Canadá, donde se receta el medicamento.
En cuanto a la dosis, Collins apuesta por que el Gobierno español, al contrario de lo que sucede en Estados Unidos, ejerza un mayor control sobre la legalización, no solo con campañas publicitarias de concienciación, sino con investigaciones previas que determinen la dosis necesaria para determinadas patologías que se traten con cannabis. “Pero no debe ser un obstáculo a la legalización. La gente que padece enfermedades no puede seguir esperando”.
Las salas de consumo, el uso de la metadona o el intercambio de jeringuillas son algunos de los ejemplos que Collins quiere aplicar en Estados Unidos. “Esta política de drogas que aplicó España en los ochenta y los noventa empatizó el enfoque de salud pública con los drogodependientes”, ejemplifica. “El resultado es que desde entonces se ha reducido la tasa de sobredosis y el uso de heroína en general. Es lo que tenemos que hacer nosotros con un problema que causa más muertes que los accidentes de coches. Mueren unas 70.000 personas por esta causa al año”.
El experto reconoce que España no ha resuelto el problema con las drogas después de aplicar estas medidas sanitarias. “Tampoco puedo decir que si se legaliza el cannabis se resolverán todos los problemas fiscales o del narcotráfico”, dice respecto a los posibles beneficios que el Estado podría obtener a través de los impuestos de la venta de este producto o la generación de empleo. Dos cir- cunstancias que ni Collins ni Podemos han cuantificado por el momento.
“No quiero sobrevender nuestro éxito. Si legalizamos el cannabis no se va a jubilar el Chapo Guzmán”, dice. Aunque no tiene estadísticas concretas, asegura que esta medida puede llegar a reducir en un 25% el dinero que los carteles obtienen de la venta en Estados Unidos. “El precio no es tan alto, la gente elige comprar en el mercado legal”, asegura, a lo que añade: “No ha aumentado el número de consumidores. No hay zombis fumados por la calle”.
El único error que reconoce es el acceso a un mercado en “un sistema de capitalismo salvaje”, como define a Estados Unidos. “La burocracia para conseguir un permiso es más accesible para inversores de Wall Street blancos que para minorías latinas”, resume. “Un afroamericano tiene ocho veces más probabilidades de ser detenido por cannabis que un blanco, pero tiene menos acceso al sistema”.
“Hace un siglo que se aplica la prohibición y ya sabemos que ha sido un fracaso”, sentencia el experto, que trabajó con el expresidente Obama en políticas de drogas. Collins plantea, usando el ejemplo estadounidense, qué puede hacer un gobierno con todas esas personas que consumen drogas. “¿Los metemos en la cárcel o acabamos con este modelo?”, se pregunta.