¿Qué escribió Khashoggi para irritar al príncipe?
“Recibí esta columna del traductor y ayudante de Jamal Khashoggi el día después de que se supiera de su desaparición en Estambul. El Post decidió aplazar su publicación porque confiábamos en que Jamal se pusiera en contacto con nosotros y editarla juntos”. Quien así se expresa es Karen Attiah, la editora del periodista saudí que, según la policía turca, fue asesinado en el Consulado saudí en Estambul el 2 de octubre. Su nota encabezaba ayer la última colaboración de Khashoggi en su sección habitual de The Washington Post. “Esta columna recoge perfectamente su compromiso y pasión por la libertad en el mundo árabe. Una libertad por la que parece que ha dado su vida”, añadía Attiah.
Khashoggi había respaldado en anteriores textos decisiones de Riad, como su intervención inicial en Yemen o la diversificación de una economía históricamente vinculada al petróleo. El periodista, perteneciente a una estirpe de origen turco bien relacionada en la élite de Arabia Saudí, estaba considerado generalmente como un crítico, pero no un disidente. Adoptó un tono más duro después de su decisión de abandonar el país, hace algo más de un año, especialmente en sus colaboraciones en el Post, que empezaron en septiembre de 2017.
En su último artículo, Lo que el mundo árabe necesita es más libertad de expresión, no se encuentran referencias explícitas al príncipe heredero, Mohamed bin Sal- mán, que sin embargo aparece en casi todos sus textos de este año. En su lugar, Khashoggi recoge menciones a una de sus habituales bestias negras: la falta de libertad en el mundo árabe. “Los árabes [con la excepción de Túnez] o no reciben información o están mal informados. No pueden abordar adecuadamente, y muchomenos debatir en público, las cuestiones que afectan a la región y a su vida diaria”.
No tiene reparos en aludir a enemigos acérrimos de Arabia Saudí. “El Gobierno catarí mantiene su apoyo a la cobertura de las noticias internacionales, a diferencia de los esfuerzos de sus veci-