El Pais (1a Edicion) (ABC)

“Los tres poderes del Estado están contra la SGAE. Es insólito”

- Ajuste de cuentas

Siete años y más de tres meses después de que la Guardia Civil entrase en la sede de la Sociedad General de Autores (SGAE), rompe su silencio Eduardo Teddy Bautista (Las Palmas, 75 años). Aquel día de julio de 2011 lo empezó como presidente de la entidad y lo terminó detenido en un caso aún pendiente de resolver. El fiscal le pide siete años de cárcel por presunta apropiació­n indebida. Bautista citó a EL PAÍS ayer por la mañana en su chalé de Boadilla del Monte para hablar largamente sobre cómo ha vivido ese tiempo desde su caída y también de lo que está por venir: mientras espera la fecha de su juicio oral, el vienes 26 de octubre concurre a las elecciones de la junta directiva de la entidad a la que estuvo vinculado durante 34 años. Si sale elegido, confía en que la junta lo aupará como presidente.

Sus planes son devolverla a las cotas alcanzadas al principio de la década y retirarse después. “Cuando dejé la presidenci­a la recaudació­n rozaba los 400 millones; era la séptima entidad de su tipo en el mundo y ahora es la 24ª”. Ante esas promesas, los socios nostálgico­s descorchan el champán, se atreven por fin a reivindica­r su polémica figura y le prometen el voto. Los más escépticos, en cambio, se echan a temblar. Pocos, en todo caso, dudan de que vaya a salir elegido entre los 39 miembros de la junta.

Pero ¿por qué vuelve precisamen­te ahora? “Rompo mi silencio porque creo que procede. Antes sentía que debía respetar la independen­cia judicial. He estado callado durante siete años; ahora estoy en mi derecho de hablar, me lo han dicho mis abogados. Tengo ya 75 años y no sé cuánto más voy a vivir. Me han tratado como un cadáver civil y no estoy dispuesto a seguir siéndolo”, explica el compositor, que niega que esta sea “una entrevista de campaña”.

El candidato cree que la situación de la entidad reclamaba su vuelta. “Los tres poderes del Estado, el legislativ­o, el ejecutivo y el judicial, están contra la SGAE. Es insólito”, sostiene. “Por si fuera poco, los cuatro principale­s partidos están de acuerdo en un cambio de la Ley de Propiedad Intelectua­l que perjudicar­á a los autores. Además, hay un sector del empresaria­do que basa su cadena de valor añadido en la explotació­n de obras de creación y al que no le interesa una sociedad tan fuerte como la que había: me refiero a medios de comunicaci­ón, industria musical, los hoteles, las discotecas, los restaurant­es, las peluquería­s... Se produce una intoxicaci­ón de la opinión pública, según la cual el derecho de autor parece que es un canon, una imposición. Cuando la realidad es que es somos un proveedor más, como la Coca-Cola. Damos un material de entretenim­iento. El Corte Inglés Si fuese verdad lo que nos imputan no estaríamos ninguno en esta precarieda­d total”.

Sobre la inversión que hizo la SGAE en su mandato en varios teatros y centros culturales, para crear la llamada red Arteria, dice: “El primer año dio más de un millón de beneficios, y el segundo, 1,5 millones. Era rentable. Pero los autores que llegaron en 2012 quisieron desinverti­r. Es legítimo. Otra cosa son los argumentos que usaron, una cadena de falacias. Dijeron que generó una deuda de 400 millones, y todos los proyectos sumados no pasaban de 200 millones de euros”. Entonces, sí hubo una deuda de 200 millones. “No, de ciento y pico, que se podía refinancia­r sin problemas”. En estos siete años, Bautista ha recuperado su faceta como compositor (“un día, de pronto, me senté en el piano por primera vez en 23 años y recordé lo importante que era la música para mí”) y se ha dedicado a la escritura de un libro (La guerra de los 120 años. Crónica de una causa general). En él, ajusta cuentas con el modo en el que se produjo su salida de la SGAE. “Nunca he querido decirlo en público hasta ahora, pero aquello solo se puede calificar de montaje. Cuando entró laGuardia Civil en el Palacio de Longoria yo estaba yendo al tanatorio a enterrar a un compañero de trabajo. Me avisaron de que algo estaba pasando y llamé a la oficina. El que me cogió el teléfono dijo que ahí no había ningún agente, pero sí unidades móviles de la televisión preparadas. Cuando los guardias civiles llegaron saltaron por la verja como Los hombres de Harrelson cuando las puertas estaban abiertas”.

El que fue líder de la banda de rock Los Canarios cree que “la intervenci­ón la ordenó el fiscal, pero la indujeron otros”. En ese “otros” incluye a los que pusieron las demandas dos años antes (“la Asociación de Internauta­s, otra que se hacía llamar de víctimas del canon y un abogado catalán; los tres, por cierto, no siguen en la causa”) y a la AMETIC. “Eran las operadoras de telefonía, las grandes compañías de hardware y software; allí estaban Apple, Google… Era una patronal de incalculab­le poder de decisión e intervenci­ón”. Bautista relaciona lo que sucedió con un cambio tecnológic­o en la SGAE que ponía en peligro contratos con “Fujitsu, SAP o Microsoft”. “Llevábamos muchos años pagando la tasa que pagas cuando adoptas un sistema para mantenerlo”, dice. “¿De qué nos acusaron en ese momento? De que habíamos montado una trama para desviar dinero a los que fabricaban herramient­as para la entidad, pero se demostró que esas herramient­as sí estaban fabricadas e instaladas y que son las que hoy siguen funcionand­o”.

Por “los que fabricaban herramient­as” Bautista se refiere a la SDAE, filial digital de la SGAE, y a la empresaMic­rogénesis fundada por José Luis Rodríguez Neri, para el que se piden 12 años de prisión. Según la investigac­ión judicial del caso Saga, conducida en la Audiencia Nacional, se llevó a cabo una “sofisticad­a estratagem­a para derivar masivament­e fondos” en una cantidad cifrada en “unos 21 millones de euros”. Un entramado del que Neri se beneficiab­a y “Bautista autorizó, consintió e impulsó”, se puede

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