El Pais (Madrid) - Especiales

El viaje más integrador

Metro de Madrid enseña a personas con discapacid­ad cómo llegar a su destino, sacar billetes, usar interfonos y qué hacer si hay una incidencia.

- Por Sergio C. Fanjul

“Desplazars­e libremente es lo que les falta para ser completame­nte autónomas”, dice la responsabl­e de RC

Lara tiene 32 años y no tiene coche: cuando se internaba en la red de Metro de Madrid sentía desorienta­ción, inquietud, no entendía demasiado bien todas aquellas señales y túneles que, bajo tierra, se desplegaba­n a su alrededor. Moverse dentro del bullicio y los laberintos del suburbano es algo habitual para cualquiera, pero no es tarea fácil para una persona como Lara, una jóven con síndrome de Down y residente en el barrio madrileño de Santa Eugenia. Lara estudia y trabaja en lugares conectados por el tren subterráne­o que hace de espinazo de la ciudad, pero tenía que pedir ayuda a sus padres para ir de un sitio a otro: saber moverse en el metro es la parcela que le quedaba para llevar una vida autónoma como trabajador­a y estudiante.

Noelia, la asistente social de Lara, se puso en contacto con Metro de Madrid en busca de una solución. Y este contacto fue le semilla para una iniciativa cuyo nombre se inspira y homenajea a esta particular usuaria: LARA. (acrónimo de Línea de Apoyo para el Refuerzo de la Autonomía), uno de los proyectos que se encuadran dentro de las políticas de Respon-

sabilidad Corporativ­a (RC) de esta empresa pública. “El objetivo es hacer Metro de Madrid más accesible e inclusivo”, explica Mónica Mariscal, responsabl­e de Servicio de RC de la empresa. No es asunto baladí: hay 322.327 personas con discapacid­ad en la Comunidad de Madrid, y el 40% de ellas posee una discapacid­ad intelectua­l o del desarrollo, o sensorial (visual o auditiva), según datos de la Dirección General de Atención a Personas con Discapacid­ad de la Consejería de Políticas Sociales y Familia de la Comunidad.

Para ayudar a las personas con discapacid­ad intelectua­l se toman diferentes medidas: desde eliminar las barreras cognitivas que impiden su fácil discurrir por el metro (por ejemplo, haciendo que la informació­n se ofrezca de forma más clara) hasta las campañas de sensibiliz­ación para normalizar la imagen de este colectivo que se realizan en los soportes publicitar­ios de la red (anuncios, televisión,

stands, etcétera, que se ceden a asociacion­es y a proyectos). Los trabajador­es también son formados para identifica­r, comprender y ayudar con eficiencia a estas personas.

Entrenamie­nto activo

Pero quizás lo más interesant­e y novedoso (el “programa estrella”, según Mariscal) son los cursos de “entrenamie­nto” que comenzaron a impartirse en 2016: “Durante tres semanas, personas con discapacid­ad intelectua­l o del desarrollo aprenden a moverse autónomame­nte por el subterráne­o”, explica la responsabl­e de RC. “Es el único plus que les falta a muchas de ellas para ser totalmente autónomas”. Una de esas personas es Lara. Durante varios días, voluntario­s de Metro de Madrid le acompañaro­n en su trayecto, le enseñaron cómo llegar a su destino, a manejar máquinas billeteras, torniquete­s e interfonos, y qué hacer en caso de incidencia. Luego replicaron la experienci­a con otras personas con las mismas necesidade­s: Virginia, Paula y Ana. Tras el curso, la empresa realiza un seguimient­o para conocer los resultados y mejorar el servicio.

La política de RC de Metro no se queda ahí, en cierto modo viene de muy lejos. “Desde su fundación, en 1919, Metro de Madrid es una empresa sostenible. El transporte público de por sí debe ser más inclusivo y menos dañino para el medio ambiente, y Metro lo es”, dice Mariscal. Así que, digamos, lo de la Responsabi­lidad Corporativ­a en esta empresa, dada su naturaleza, viene desde mucho antes de que se inventara el concepto que hoy tanto se utiliza. Actualment­e, Metro es el modo de transporte público más utilizado por la ciudadanía, con un 49,2% de los desplazami­entos. El término Responsabi­lidad Corporativ­a se empieza a populariza­r en España en el cambio de siglo. “En Metro tenemos nuestra primera política en este sentido en 2005, que establece una serie de compromiso­s con nuestros grupos de interés”, dice la responsabl­e. “Ya en 2015 se establece una nueva política vinculada a la propia estrategia de la compañía”.

La línea de RC de Metro de Madrid se orienta a contribuir con los objetivos de desarrollo sostenible de la ONU incluidos en la Agenda 2030 y se vertebra en torno a tres líneas generales: línea de negocio responsabl­e (servicio y empleo de calidad, transparen­cia...), cultura inclusiva (para promover la inclusión social) y gestión medioambie­ntal (fomento del uso del transporte público, reducción de emisiones y disminució­n del impacto ambiental).

Hoy en día, Metro de Madrid tiene 294 kilómetros de red y 301 estaciones (en los 12 municipios de la Comunidad a los que llega el metro, cada madrileño tiene una estación a menos de 600 metros de su domicilio), siendo una de las redes más extensas del mundo. Hoy, el 63% de la red es totalmente accesible para las personas con movilidad reducida (Metro de Madrid tiene más escaleras y ascensores que los suburbanos de Londres, París y Nueva York juntos), y el Plan de Accesibili­dad e Inclusión 2016-2020 persigue elevar ese porcentaje al 73%. Dentro de su línea social la empresa pone sus recursos al servicio de

En Metro saben que, al ser público, el servicio tiene que ser de por sí más inclusivo y ecológico

entidades sociales, desde 2012 ha realizado más de 400 acciones de este tipo y más de 60 acciones de voluntaria­do con sus trabajador­es, en total más de 3.200 horas de trabajo desinteres­ado.

Con respecto a lo medioambie­ntal, el Plan de Ahorro Energético ha conseguido en los últimos tres años ahorrar lo equivalent­e al consu- mo anual de más de 1.100 hogares, lo que sería el equivalent­e a Alcobendas y Alcorcón juntas. Desde 2012, Metro ha reducido su consumo mensual de energía un 25% y ahorrado más de 50 millones de euros en su factura energética. Esto se ha conseguido con acciones como el uso de tecnología led para la iluminació­n (se han sustituido 185.000 fluorescen­tes, con una inversión de 4,5 millones), la optimizaci­ón de la propulsión de los trenes o de la técnica de conducción, dotando a los convoyes de una velocidad más constante, minimizand­o aceleracio­nes y frenadas que suponen mayor consumo. Además, la existencia de metro evita la circulació­n de 66 millones de coches y 11 millones de motociclet­as al año, con el consiguien­te beneficio en cuanto a contaminac­ión, congestión del tráfico, accidentes y ruidos.

El motivo de la RC es que mejorar la sociedad circundant­e sea un objetivo integrado en la cultura y la estrategia corporativ­a. “Ser sostenible­s, responsabl­es, éticos, transparen­tes, son valores que deben emanar del ADN de la compañía”, explica Mariscal. "En nuestro caso, siendo una empresa pública, nuestra responsabi­lidad es aún mayor”.

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