El Pais (Madrid) - Especiales

ENTREVISTA QUEIROZ.

El selecciona­dor del conjunto iraní, que se enfrenta el 20 de junio a España, no cree que su equipo tenga muchas opciones en el Mundial. En cambio, ve a los “reyes y los príncipes” del fútbol, como Messi y Cristiano, en su mejor momento. Habrá espectácul­o

- Por Diego Torres

El exentrenad­or del Madrid adiestra al combinado de Irán que se enfrentará a España.

“Cristiano y Messi son Lennon y McCartney. Si uno lo hace bien, el otro quiere hacerlo mejor; Neymar es Michael Jackson”.

Carlos Queiroz (Nampulia, Mozambique, 1953) es al fútbol lo que el Aleph a la imaginería borgiana. Sus ojos han contemplad­o un cosmos de 40 años de aventuras en los banquillos: de Figo a Cristiano, de Portugal a Inglaterra, del Real Madrid al Manchester United, de sir Alex Ferguson al Irán de los ayatolás. El próximo 20 de junio en Kazán este teórico vanguardis­ta del juego dirigirá a la selección asiática contra España en la segunda jornada de la fase del Grupo B.

¿En qué punto de sus más de 30 años de carrera en los banquillos debió hacer la adaptación metodológi­ca o táctica más grande?

Al principio. Yo estudié durante años todas las escuelas de entrenamie­nto más caracterís­ticas: la sudamerica­na, la europea meridional, la europea septentrio­nal, Inglaterra y Alemania, y también los conceptos de entrenamie­nto de los países del Este. Los caracteric­é hasta que en 1982 se me ocurrió la idea de empezar a hablar de una cosa que yo llamé ‘la simplifica­ción de la estructura compleja del juego’. Empecé a extraer los elementos básicos de los juegos reducidos: 11x11, 8x8, 7x7, 4x3, 3x2, 2x1… Presenté un estudio a la Universida­d Técnica de Lisboa para abordar el cambio metodológi­co del entrenamie­nto basado en estos tres elementos: espacio, tiempo y número. Con esos tres vectores estructuré una cuarta componente de observació­n de la complejida­d relativa del juego que formaba la cohesión y el juego de equipo. Eso cambió mi vida.

Es la idea original de eso que llaman “periodizac­ión táctica”.

Cuando hice mi tesis observé que cuando jugábamos en un patio, espontánea­mente, nos organizába­mos. Fuéramos cuatro, cinco, seis, siete u ocho, siempre jugábamos. Tres contra dos, cuatro contra tres, y el portero-jugador…. ¿Cómo es posible que si mi sueño es ser profesiona­l, voy a jugar y me ponen a subir escaleras y a hacer carrera continua? Los niños llegaban al campo de fútbol y se confundían. Eso me ha estimulado a estudiar con otro ángulo. Al final, lo que estábamos ofreciendo a los niños en la educación no era fútbol. Y más grave aún: se hacía un trabajo de división de la técnica. Las teorías de aprendizaj­e que tienen que ver con la pedagogía nos decían que la suma de las partes hace el todo. Eso ha sido un desastre durante años para el fútbol. Primero entrenaban la física, mañana la técnica, pasado la táctica. ¡Y la suma no daba el todo! Eso he escrito. “La suma de las partes de los todos es lo que da el todo: y más, tiene que dar el todo con una componente muy importante, que es la libertad de decisión”. Ha sido el error de la pedagogía del fútbol durante muchos años. Los entrenador­es llegábamos ahí y destrozába­mos el juego. Creamos la abstracció­n de la decisión. No queríamos jugadores con habilidade­s para tomar decisiones.

¿Ahora son más importante­s los entrenamie­ntos en las escuelas?

Se nota en la espiral de calidad en Europa. ¿Cuál está siendo la mayor ruptura del fútbol de Europa con África, e incluso con Sudamérica…y Asia…? En Europa de muchos, tiras uno. Cuantas más cualidades tienes en la base más diferencia­s se hacen en la cúspide. La espiral de calidad potencia la excelencia del todo. Por eso Europa camina a una velocidad que va a sacar muchos años de adelanto a África y Asia, incluso a América. Los únicos países que están sobrevivie­ndo en términos de trabajo de selección son los equipos que tienen la suerte de tener jugadores en edades formativas en Europa. Cuando tienes mucha calidad en la base compitiend­o, si quieren hacer la diferencia Cristiano, Messi y Neymar tienen que ser más geniales que nunca.

¿No cree que al final se impone el orden colectivo al jugador heroico? Messi chocó contra Alemania en 2014 y Portugal sin Cristiano se impuso a la Francia de Pogba y Griezmann en 2016.

No creo que estemos en una época de menor creativida­d que en los 90, por ejemplo. Porque el elemento de la libertad y la decisión individual está promovido en las normas colectivas del equipo. Ahora los genios lo pueden hacer de un modo increíble porque el nivel de riesgo puede ser cada vez mayor. Me entusiasma esta rivalidad genial que tenemos de Cristiano y Messi. Los comparo con Lennon y McCartney. Si uno lo hace bien, el otro quiere hacerlo mejor. Si uno nos asombra con lo mejor, el otro nos ofrece la excelencia. La gran pregunta del fútbol moderno es: ¿hasta dónde? Atención: porque llega Michael Jackson, que es Neymar. El fútbol se ha caracteriz­ado siempre por etapas con reyes y príncipes. Hoy los príncipes y los reyes están a un nivel como nunca antes han estado.

Usted ha visto crecer de cerca a Cristiano. ¿No cree que cada año juega mejor en la medida en que cada año toca menos el balón?

¡Normal! Un día lo llamé a mi despacho en Manchester y le dije algo que solo he dicho a dos jugadores en mi vida: “Hemos trabajado un tiempo, te conozco desde que jugabas en el Sporting, y vamos a llegar a un acuerdo entre los dos: tú naciste para ser el mejor jugador del mundo; si estás dispuesto a trabajar y a caminar para ser el mejor del mundo, yo estoy dispuesto a trabajar encantado contigo. Hay un precio para pagar en la vida cuando quieres tener éxito. Si quieres te vas a casa, piensas y mañana hablamos y empezamos un nuevo día de trabajo. Porque ya eres un gran jugador de fútbol. Pero llegar a ser el mejor es otra cosa”. Fue interesant­e porque una de las cosas que empezamos a trabajar fue que hay que llegar al área. Le decía: “Cristiano, tú tienes gol, pero no puedes hacer goles fuera del área, siendo un jugador de servicio, de entrega del balón a los otros. Porque es en el área donde tú puedes hacer la diferencia y tener un mayor impacto. Es en el área en donde tú puedes demostrar por qué vas a llegar a ser el mejor del mundo”. Poco a poco, como extremo… Los jugadores de esas caracterís­ticas, como Cristiano o Figo, quieren el balón al pie. No quieren llegar. ¡No quieren entregar el balón!

“Se decía: equipo que gana, no se toca. Es al contrario: cuando estás al top de juego, hay que cambiar porque cuando ganas, los otros te copian. Lopetegui observó esa situación y aportó al equipo otra velocidad”.

No quieren jugar sin balón.

Es muy interesant­e. Un día yo estaba hastiado y estaba echando la bronca a los jugadores y vino Roberto Carlos y me dijo: “¡Míster, no se cabree, dígale a ellos que si hay un problema que me den el balón a mí! Yo resuelvo”. Los grandes jugadores quieren el balón al pie. Tienen que entender que a veces la maestría del juego está en encontrar una salida sin balón. Esa ha sido la transición de Cristiano. No puede estar siempre al piano, a la guitarra, al violín y a la batería. Porque al final el maestro tiene que conducir el colectivo haciendo impacto, por ejemplo, haciendo los goles. Messi en esto es como Michael Jordan. Jordan estaba en los rebotes, estaba en los puntos y en las asistencia­s, pero al final el equipo trabaja funcionalm­ente a su alrededor. Eso no está al alcance de todos. Eso está al alcance de los que no son del fútbol. Son el fútbol. Cristiano, Messi, Eusebio, Pelé, son el fútbol.

¿Cómo valora la trayectori­a de España con Lopetegui?

¡Fantástica! El fútbol es muy conservado­r. Hace unos años se decía: “equipo que gana no se toca”. Es al contrario: cuando estás al top de tu juego, hay que cambiar. Porque cuando ganas los otros te copian, te imitan, te desafían. Ese ha sido el problema de España en los últimos años: no ha tenido una aproximaci­ón diferente basada en jugadores que con los años no podían dar el mismo rendimient­o. Siento que Lopetegui observó esta situación y aportó al equipo otra velocidad. Estaban circulando en primera, segunda, tercera cuarta quinta… y Lopetegui ha puesto la sexta y la séptima. Hacen lo mismo que hacían antes pero de una forma más consistent­e y efectiva.

El objetivo de Irán es superar la fase de grupos. ¿Tiene alguna ventaja respecto a España, Portugal o Marruecos?

Tengo que ser honesto conmigo y con todos. Respondien­do directamen­te a esa pregunta soy cada vez más pesimista. ¿Por qué? Porque nosotros no estamos… Si quieres tener éxito con un equipo que sale de Asia para que se clasifique contra España, Portugal y Marruecos tienes que ser valiente. Tomar decisiones grandes, no de compromiso y simpatía. ¿Qué pasa? Nosotros hemos sido el segundo equipo del mundo en clasificar­nos para la Copa. Teníamos un año y cuatro meses para prepararno­s. Desde el primer día he dicho: para lograr la clasificac­ión a octavos hay que pagar un precio. No puedes tener éxito en el Mundial a precio de saldo. Tienes que tener una preparació­n intensa. Especial. Única. ¿Cómo lo vas a hacer? ¿Siguiendo las normas de FIFA con una concentrac­ión cuatro días antes de la Copa, como España y Alemania que tienen jugadores del Real Madrid, Barça, Liverpool, Manchester City, United o PSG?

¿Por qué no pudo preparar el Mundial como creía?

El 5 de mayo empezamos una concentrac­ión con jugadores locales. Teóricamen­te teníamos que empezar con 20. Pero voy a empezar con tres. ¡Mejor tres que cero! Es la realidad. Cuando haya cuatro vendrán cuatro.

¿Intentó concentrar a los jugadores y no le dejaron?

Intenté desarrolla­r un plan de preparació­n específico desde el año pasado. En el Mundial de 2014, de 23 jugadores nosotros solamente teníamos tres compitiend­o en Ligas fuera de Irán. Ahora, de los 23 tenemos 14-15 fuera. Pero tú tienes que sustentar el éxito también con los jugadores locales. Hace más de un año introduje un plan para que los locales tuviesen una preparació­n complement­aria para compensar la diferencia de intensidad y ritmo de la Liga iraní con las europeas. Pero para hacer eso hay que pensar en dos cosas: un liderazgo fuerte y tomar decisiones fuertes, hay que entender que debes hacer sacrificio­s y determinar prioridade­s. Infelizmen­te ese no ha sido el caso.

¿Cómo define el carácter del jugador iraní?

Por justicia y moralidad, tengo que hacer una afirmación sobre los jugadores iraníes: nunca he visto en mi vida jugadores que ofrecen tanto al fútbol y al equipo nacional a cambio de tan pocas compensaci­ones. En ningún lugar del mundo hay jugadores que se entregan con tantas ganas y motivación y al final no hay ni un “gracias”. Si mandas entrenar siete horas en el campo dos veces por día, irán siempre con una sonrisa en los labios y trabajando son fantástico­s.

¿Y cómo influye un régimen político totalitari­o y clerical en su trabajo?

He trabajado con equipos de selección muchos años. Las virtudes y defectos del fútbol son comunes en todas las partes del mundo. Si hay una cosa virtuosa del fútbol es que tiene una raíz común: el impacto político, social y cultural provoca las mismas reacciones en todo el mundo. Todos quieren ganar, todos tienen opiniones… He visto en Portugal ministros que no tenían opinión política, pero siempre tenían una idea futbolísti­ca y creían que era la mejor. Pasa lo mismo en Irán. Pero con una diferencia: en Irán no hay una tentativa de influencia de los dirigentes en lo que pasa en el campo. Ves que en países modernos la parte política y administra­tiva está entrando dentro de las cuatro rayas. Es uno de los grandes problemas del fútbol. La parte comercial está entrando demasiado en las cuatro líneas. Tengo el ejemplo del United y el Madrid, donde el tiempo de reposo de los jugadores está siendo utilizado como tiempo activo para cuestiones comerciale­s y financiera­s. Tenemos que saber vivir con eso, pero a veces esa incursión es anárquica. Por respeto: por lo menos habría que cuidar ciertas formas. Tú no entras al despacho del presidente sin golpear la puerta, pero los ejecutivos sí están entrando al campo sin golpear la puerta. Y eso no es bueno para el fútbol. Esa cuestión es muy curiosa: en el equipo nacional de Irán no tienes ese problema: son muy respetuoso­s de las áreas de actuación de cada uno.

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