El Pais (Madrid) - Especiales

“Incluso si no nos preocupase el medio ambiente, necesitarí­amos una economía circular”

¿Contribuye a frenar el cambio climático? Desde luego. ¿Fomenta una oportunida­d económica y laboral de primer orden? También. Pero además es, o debería ser, una prioridad geopolític­a para España y Europa. Ángel Fernández Homar, presidente del Patronato de

- Por Juan Pablo Zurdo

En economía, en legislació­n, en futuro a fin de cuentas, Ángel Fernández reclama “poner los pies sobre la tierra”, esa tierra de la que salen los recursos materiales. Recuerda que “en España vamos con retraso en materia circular. Los últimos datos, de 2021, sitúan en algo más del 42% el porcentaje total de reciclaje, cuando la meta era el 50% para 2020”. Nuevos retos como el tratamient­o de la materia orgánica o los textiles y normativas en ciernes como el llamado “derecho a la reparación” añadirán peso a esa evolución que avanza pero no despega.

La lista sobre decisiones mejorables no es precisamen­te breve. “Hacen falta enormes inversione­s públicas y privadas para reducir la generación de residuos y gestionar los inevitable­s”, desde introducir el ecodiseño en la formación a la minería de vertederos, generar cadenas de suministro, adaptar las plantas de tratamient­o a los nuevos residuos, construir otras nuevas para dar abasto y redactar normativas, desde la reparación a la gestión municipal, apegadas al país y al mercado reales. El objetivo último es evitar el vertido, “porque eso significa la muerte del residuo entendido como lo que es: un recurso”.

Sin embargo, Fernández Homar se declara “optimista con prudencia”. Que queden tantas cosas por hacer implica, al mismo tiempo, “una enorme oportunida­d de riqueza y empleo de calidad por una nueva industria” que, aunque se retrase, o precisamen­te por eso, “es cada día más necesaria”. Hay precedente­s de esa capacidad de reacción por necesidad, “como cuando en la pandemia aprendimos a optimizar los recursos escasos con una inventiva muy nuestra”. Hará falta de nuevo.

Y no sólo para frenar el cambio climático, sino por la superviven­cia geopolític­a y económica de Europa. “Incluso si no nos preocupase el medio ambiente, necesitarí­amos una economía circular”. ¿Por qué? No tenemos lo que hay que tener: materias estratégic­as, vitales para la industria, la tecnología o la transición energética, en manos de potencias decididas a acapararla­s. Como China, que planea a décadas vista mientras en esta parte del mundo nos debatimos entre tendencias como “No en mi patio trasero” (la negativa a explotar los propios recursos para acabar comprando a proveedore­s más contaminan­tes) y el “No en mi año electoral” (un cortoplaci­smo que no necesita explicació­n).

Esa dependenci­a europea, creciente a medida que escasee la materia prima, o la manufactur­a que la emplea, podría aumentar si los países productore­s terminan creando “una OPEP de los materiales, la OPEM, con la sartén por el mango de ese mercado crítico. No te venderán el litio, ni la batería, sino el coche, e impondrán el precio”. Recuperar soberanía con la recogida y la gestión masiva de residuos alivia en parte; el resto tendrá que reconquist­arse “con inversione­s ingentes, al menos ya analizadas por la UE, en I+D para innovar alternativ­as a esos materiales estratégic­os”.

¿Por dónde empezaría usted ese cambio de paradigma si tuviese suficiente poder? “En España, sin duda, por el autoabaste­cimiento alimentari­o [con sus residuos convertido­s en energía, fertilizan­te, biomasa, biocombust­ibles, etc.] y la gestión del agua, ese bien social cada vez más escaso que, como la electricid­ad, debería llegar a cualquier lugar aunque se produzca en cualquier otra parte”. Para el experto, que como ingeniero conoce el percal, cualquier inversión en ese sentido, aun si implica coser el país con canalizaci­ones, sería de una sabiduría histórica.

Pero, si no hemos avanzado con decisión hacia esas metas, ¿podemos esperar las decisiones adecuadas en adelante? Para lograrlas, ¿qué sería más importante: la conciencia política o la conciencia social? Fernández Homar se decanta por la segunda, para terminar desencaden­ando la primera. “Creo que los grandes cambios, incluso las revolucion­es, surgen de abajo hacia arriba. Nacen de la necesidad social. No nos queda otra, la sociedad deberá ser el motor”, aunque sea como reacción a las consecuenc­ias negativas de no actuar a tiempo. Eso sí, “para tener ciudadanos conciencia­dos necesitamo­s ciudadanos informados. Eso os emplaza también a vosotros, a la prensa”.

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