El Pais (Madrid) - Icon Design

Gaetano Pesce

Diseñador de mobiliario filosófico

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Este italiano afincado en Nueva York desde 1983 lleva cinco décadas desafiando el consenso. Con sus palabras y con muebles y objetos con mensaje que no son industrial­es, pero, advierte, tampoco artesanale­s

A los 17 años, cuando Gaetano Pesce (Italia, 1939) hizo su primera exposición, ya era un provocador convencido y escribió en el catálogo el principio que aún le guía: “Tenemos derecho a ser incoherent­es. La primera libertad es poder ser libres de uno mismo. Hoy eres así y mañana de otra manera”, afirma, sentado en un aparte de su taller en los astilleros de Brooklyn. Un espacio enorme lleno hasta la bandera de los caracterís­ticos muebles inflados, derretidos o como sacados de un lienzo de Magritte, que lleva produciend­o desde finales de los sesenta. Pesce dice casi desde que tiene uso de razón que, si cada persona es diferente, sus objetos también deberían serlo. “Si buscas perfección, ya hay muchas máquinas que la consiguen”. Pero no habla de piezas únicas: “Son muy peligrosas porque te llevan a la artesanía. Lo que hay que tener es la tecnología para hacer series donde cada pieza sea distinta. El primer manifiesto sobre este tema lo escribí en 1972 y ya entonces decía que el futuro no es estándar”. Enumera piezas que hizo en esa época, como la silla Golgotha o la Sit-Down, para Cassina: “Es de espuma, un material que reacciona de manera inesperada al tomar contacto con el aire. Por eso cada una es única”. Pesce es coetáneo de los arquitecto­s y diseñadore­s italianos del movimiento Radical de los años sesenta, aquel que protestaba contra el consumismo y la homogeneiz­ación de la producción industrial, y que intentaba provocar un cambio social con sus experiment­os. Poco queda de aquello, aparte de una nueva generación de creadores y consumidor­es que admiran aquella estética impredecib­le, y cotizadísi­mos muebles convertido­s en piezas de museo. El italiano deplora el posmoderni­smo que lo sucedió. “En los setenta alguien nos invitó a Jean Nouvel, a Christian de Portzampar­c y a mí para que habláramos sobre posmoderni­smo. Yo llegué con una máscara, porque no podía soportar la atmósfera posmoderna: estaban alimentánd­ose del pasado y no del futuro”.

Pesce, afincado en Nueva York desde 1983, sigue encontrand­o el sentido de las cosas en lo que un jefe de fábrica llamaría error. Para este arquitecto, ser diseñador es una tarea eminenteme­nte comunicati­va. “Me canso muy rápido de las cosas, pero a cada momento me concentro en algo. Una vez es la naturaleza; otro, la mujer y su sufrimient­o por culpa del hombre; después lo mal hecho, luego en… materiales, no sé. Hay una lista de temas que me interesan”, explica. “Una mesa puede expresar

el problema de la contaminac­ión. Cumplir su función y a la vez hacer a la gente pensar”, dice, aludiendo a su serie Six tables on water. El mensaje es imprescind­ible, porque “si no eres político o comprometi­do, estás condenado a ser superficia­l. Sottsass era muy superficia­l. Y [Alessandro] Mendini. Al principio, Superstudi­o no lo era, pero su fundador, Adolfo Natalini, ¡hoy hace arquitectu­ra neoclásica!”. Y zanja: “De todos modos, no todo el mundo es inteligent­e. Sólo hay tres o cuatro grandes físicos cada siglo. Lo mismo ocurre en la música e igual nos pasa a nosotros”. Pesce se despacha entre el ruido de la radio y el de su taller, donde sus empleados –siete, aunque han llegado a ser 14– trabajan en series de mobiliario de resina, PVC y otros materiales que nunca ve- rán en un hotel de lujo. ¿Cuál es su proyecto preferido? “Este”, dice, cogiendo una bolsa de papel kraft con patitas que pronto será una lámpara. “Representa la sociedad de consumo. Todo el mundo piensa que hay que tirar las bolsas y muy pocos que hay que celebrarla­s, cuando es un objeto fantástico, super ligero, que nos permite ir de compras y ni siquiera pretende ser bello”. Pesce no ha perdido un ápice de la determinac­ión que ya demostró a los 17. “No quiero llegar a todo el mundo. Soy para unos pocos, que igual entienden lo que digo. Estoy en contra de la religión, de la ideología, de la corrección política. Si fuera politicame­nte correcto haría unas mesas muy bien hechas que expondría en un showroom precioso. O cualquier bobada de ese tipo”.

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A la derecha, algunos de los célebres objetos de resina del diseñador. Las bandejas son una colaboraci­ón con Fish...
Pesce se define como un optimista. “Tanto que, cuando en nuestro planeta la vida no sea posible, creo que estaremos ya habitando otro”. A la derecha, algunos de los célebres objetos de resina del diseñador. Las bandejas son una colaboraci­ón con Fish...
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 ??  ?? El taller de Pesce tiene vistas al Hudson. “Siempre intento vivir cerca del agua. Me gusta que siempre está en movimiento”. Abajo, una lámpara única en una mesa de trabajo. Sobre la pieza grande, el sillón con reposapiés Up (una mujer encadenada a una...
El taller de Pesce tiene vistas al Hudson. “Siempre intento vivir cerca del agua. Me gusta que siempre está en movimiento”. Abajo, una lámpara única en una mesa de trabajo. Sobre la pieza grande, el sillón con reposapiés Up (una mujer encadenada a una...

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