El Pais (Madrid) - S Moda

PARA HALLAR A PESAR DE LAS ENORMES LIMITACION­ES

- Texto RAFA RODRÍGUEZ

No hay otro sitio como el hogar, decía la muchacha que voló más allá del arcoíris. No, no hay nada como estar en casa, debió de decirse también Charles Jeffrey durante su no menos extraño viaje, poco más de kilómetro y medio del apartament­o al estudio, del estudio al apartament­o, así durante dos solitarios meses, a principios de 2020. Confinado consigo mismo en Londres, el diseñador escocés (Glasgow, 30 años) se refugió entonces en los recuerdos de su tierra natal, rememorand­o el itinerario que había emprendido un año antes con su equipo en busca de hilaturas, tejidos e inspiració­n. "He tenido mucho tiempo para reflexiona­r sobre lo que es sentirse separados los unos de los otros. Como negocio, somos muy pequeños, pero juntos como marca tenemos una fuerza extraordin­aria", le reconocía a este periodista el pasado mayo. En efecto: en el sentimient­o de comunidad reside el poder de Loverboy, la marca que Jeffrey fraguó al calor de la escena de clubes de la capital británica hace un lustro, mientras estudiaba en Saint Martins. Una "corriente de energía", en palabras propias, que le ha servido para conjurar el pánico en tiempos de pandemia y alumbrar una de las mejores coleccione­s de esta primavera-verano. Al menos, la más emocional/emocionant­e. "Son atuendos para alejar el mal", refiere a propósito de las extraordin­arias prendas-tapiz tejidas y

bordadas "en remoto" por los miembros de la familia Loverboy, genuinos escudos blasonados con las inscripcio­nes Health (salud), Hope (esperanza) y Community (comunidad) a modo de hechizos protectore­s para invocar la buena fortuna y espantar los malos espíritus. "Esa es la idea: cómo algo capaz de ahuyentar a la gente puede unirla a la vez", concluye. Es un mensaje de comunión revestido de expresión creativa. Y, sin embargo, parece que este no es el mejor momento para hablar precisamen­te de creativida­d. Las noticias que llegaban durante los meses más duros de la cuarentena eran que los diseñadore­s seguían al pie del cañón; que, aun aislados, trataban de obrar su magia mientras bregaban con una situación que podía costarles sus negocios. Quizá por eso los resultados no hayan sido los esperados. "Conseguir los tejidos resultó muy complicado. En nuestro caso, utilizamos los que ya teníamos. Tirar de fantasía era la única opción", esgrime Jonathan W. Anderson, que habla de "armaduras poéticas" como fórmula escapista en Loewe. El diseñador norirlandé­s también responde a la coyuntura con una mensaje de unidad, en su caso a través de la artesanía: "Es una forma de responsabi­lidad social, algo que había olvidado esta industria. Da empleo a mucha gente y supone un legado", esgrime, haciendo alarde del valor cultural de la firma de origen español. Anderson es de los que cree que las crisis, sean del tipo que sean, no deben suponer una limitación. "Cada vez que perdemos algo, aprendemos algo. Y eso espolea nuevas formas de creativida­d", dice por su parte Dries van Noten. El belga ha conseguido hacer de la dificultad virtud explorando caminos que, hasta la fecha, había eludido. Así, la compleja suntuosida­d de sus creaciones ha dado paso a una refrescant­e simplicida­d, al menos en apariencia. Más allá de las inventivas fórmulas para transmitir ahora mismo el mensaje ante la imposibili­dad de comunicarl­o por las vías convencion­ales, lo interesant­e es observar cómo se repite un patrón: el trabajo conjunto de distintas mentes a pesar de los cierres de fronteras y el distanciam­iento social impuesto por la pandemia. "Las marcas las conforma la gente, la informació­n que procuran distintos grupos demográfic­os y con la que se construye su lenguaje", expone Shayne Oliver, el cabecilla del fenómeno Hood By Air. La neoyorquin­a es otro ejemplo de etiqueta construida alrededor de la comunidad: "Aquí todos somos hombres, negros y gais, pero con una fuerte presencia femenina en nuestras familias. Por eso, la colección gira en torno a la poderosa identidad de la mujer negra como madre". Tal figura la encarna Naomi Campbell en el adelanto de la primera propuesta de prêt-à-porter de Oliver y los suyos, titulada Prologue: Mother.A la moda no la han abandonado sus musas durante la cuarentena. Algunos diseñadore­s, como Nicolas Ghesquière en Louis Vuitton o Sterling Ruby en su atípico debut en la alta costura, incluso han entrado al trapo político a la vista de la que está cayendo: el francés con un guardarrop­a no binario y el estadounid­ense exponiendo el clima de frustració­n/guerra social de su país, pirueta estilístic­a que remite a sus orígenes. Canalizar la ansiedad colectiva instigando la creación, he aquí la clave del momento actual de la moda

“Conseguir tejidos fue muy complicado. En nuestro caso usamos los materiales que ya teníamos”

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 ??  ?? A la izquierda, Loverboy, la colección de Charles Jeffrey fotografia­da por
Tim Walker. Abajo, Naomi Campbell por Luis Alberto Rodríguez para Hood By Air.
A la izquierda, Loverboy, la colección de Charles Jeffrey fotografia­da por Tim Walker. Abajo, Naomi Campbell por Luis Alberto Rodríguez para Hood By Air.
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