LAS BASES
En el mundo digital un glitch es ese error que, al no afectar negativamente al rendimiento, usabilidad o estabilidad del programa, no llega a considerarse como un fallo, sino más bien una característica no prevista. Desde que una pandemia que nadie esperaba se convirtió en nuestro glitch analógico particular, la celebración de ese fallo, la metáfora de esa función no programada de lo digital, nos invade en todas nuestras esferas vitales. Bienvenidos al glitchcore, un movimiento que transita entre la oda a la PC Culture de Charli XCX, el autotune loquísimo de 100 Gecs, comprarse plataformas increíbles a 20 euros solo para lucir en Instagram con XR Couture –la plataforma de marcas virtuales que vende prendas como si fueran filtros– o comprobar que hasta Paloma Wool se rinde a la estética feísta del internet primigenio. Legacy Russell, comisaria artística y autora de Glitch Feminism (Verso, 2020), defiende esta intersección de dos mundos en la que nos encontramos como una oportunidad para deshacernos de las cadenas del género (y también un argumento en la moda). "El glitch es el pasaje en el que el cuerpo se libera, una lágrima en la fábrica digital", escribe. Así suena, se piensa y se viste entre los miembros de la nueva cultura del avatar
Lo ‘glitch’ es la metáfora de los errores inesperados
en internet