“El que quiera ganar debe jugar el fútbol del Barça y España”
“Bernabéu fue un introvertido, no un caudillo. El único sabio en mi vida”
La gente se detiene a saludar a Paul Breitner (Kolbermoor, Alemania, 1951) con la cortesía debida a los próceres locales. Sentado en el salón del hotel de Múnich donde concede la entrevista como si fuera en el porche de su casa, el futbolista rebelde por antonomasia de los 70 ha recortado su melena pero conserva en la mirada el destello salvaje con el que levantó dos Ligas, cinco Bundesligas, una Eurocopa, una Champions y una Copa del Mundo, en 1974. En vísperas del España-Alemania del viernes pocos veteranos pueden hablar con más conocimiento del recorrido futbolístico de ambos países en el último medio siglo. Él lo hace en perfecto castellano, fruto de los tres años que pasó en el Madrid (1974-77).
Pregunta. Se ha identificado a Bernabéu con un líder autoritario en sintonía con un régimen fascista. Usted llevaba el pelo cardado como un pantera negra, leía los diarios del Che y no se separaba del Libro Rojo de Mao. ¿Él no le hizo ningún comentario sobre la conveniencia de cambiar de imagen cuando le fichó?
Respuesta. ¡Nada de nada! Al final de nuestra primera charla me dijo: “¡Eh, tú!, ¡Paul!, eres cojonudo. Estoy seguro de que harás honor a tu aspecto: jugarás por el Madrid como un guerrero. ¡Me has convencido!”. La gente no sabe nada. A él no le gustaba la popularidad ni la vida pública. Era introvertido. Ni caudillo, ni tirano, ni desagradable. Cien por cien al revés. Don Santiago ha sido el único sabio en mi vida.
P. En 2009 advirtió que España ganaría la Copa del Mundo y que Alemania le seguiría. ¿En qué punto están estas dos selecciones y hacia dónde va el fútbol?
R. En 2010 Alemania estaba aprendiendo lo que ocurría en Barcelona. Yogui Löw [actual seleccionador alemán] y otros entrenadores influyentes entendieron que el fútbol del Barça era el fútbol del futuro. El único que puede producir éxitos. No tengo ni idea de lo que vendrá, pero llevamos 10 o 12 años en la misma línea: todo el que quiera ganar algo importante debe jugar el fútbol que practica el Barça y España. La única fórmula de verdadero éxito es esa. Hace diez años, ahora y en la próxima década.
P. ¿Qué destaca del nuevo estilo de Alemania?
R. Lo más importante es que los equipos ya no van a la obra. No van al trabajo. No van a reaccionar ante aquello que creen que les propondrá el contrario. En mi época planteábamos los partidos en función del contrario, sin derecho a producir ideas, sin libertad. Esa forma de ver el juego duró hasta el 2000. Ahora los jugadores son más libres y más responsables. No solo se responsabilizan de contrarrestar al rival, sino de controlar lo que sucede en una zona del campo y en cada momento. Los jugadores deciden cuándo acelerar, cuándo contemporizar, dónde y cómo defienden. Pueden idear soluciones. Antes pesaba más lo que decía el míster durante la semana: “Jugamos así; primero hacemos esto y después lo otro”. Eran planteamientos rígidos. Mi definición de táctica moderna es orden en defensa y caos en ataque. La mentalidad es la otra clave. Antes los españoles salían al campo a dar un espectáculo, a demostrar lo que podían hacer con el balón frente a un contrario. No pensaban en ganar. Los alemanes estamos educados para ganar, no para disfrutar.
P. ¿Cómo era la mentalidad de los españoles en los años 70?
“En los setenta los españoles no querían ir con su selección” “El estilo de Lahm, de Kimmich, de Jordi Alba… nació en Hannover en 1971”
R. Para mí lo milagroso no es que España gane títulos. Lo milagroso era ver a los españoles construyendo equipos grandes que no ganaban nada. En los 70, en los 60, el Barça, el Atlético, el Athletic, el Madrid... No ganaban nada. En pocas semanas aprendí por qué. Una vez estábamos en el vestuario del Madrid y los jugadores elegidos para ir con la selección decían: “¿Qué hacemos? ¿Vamos o no? Yo no. Yo no voy. Yo no voy a jugar con esos gilipollas del Bilbao, del Barça... ¡Nunca!”. Lo mismo ocurría en los otros vestuarios: “¿Yo jugar con los madrileños? ¡Nunca!”. Cuando aprendes que no necesitas amigos, solo colegas que respetes, entonces descubres la llave del cambio. Eso se sumó a la idea de crear un nuevo estilo: el Barça de Guardiola era Brasil con más movimiento, más velocidad, y, sobre todo, con más condición física.
P. ¿El tiki-taka es más físico de lo que parece?
R. Nadie repara en la resistencia. Xavi, Iniesta, Thiago, Javi Martínez, Bernat… Son capaces de correr cinco horas sin parar. Los volantes españoles comprendieron que ellos también son parte del orden defensivo.
P. Hoy no hay grandes equipos sin laterales creativos. ¿Qué papel tuvo usted en la transformación?
R. Yo fui el pionero. En Hannover, a principios de 1971. Era centrocampista en el Bayern y cinco horas antes del partido Udo Lattek me lo pidió: “Paul, tenemos muchos lesionados, hágame el favor de jugar de lateral”. Me repugnaba. Los laterales eran tipos duros que solo tenían que marcar. Yo interpreté el puesto a mi manera. Udo Lattek dijo que nunca vio a nadie jugar tan bien de lateral. En ese Hannover-Bayern nació el juego de Lahm, de Kimmich, de Alba, de Alaba, de Ramos… Fue un cambio en materia de derechos: ese día los laterales adquirieron más derechos. No se puede jugar bien al fútbol sin laterales como Lahm o Kimmich.