El Periódico Aragón

Trump se congracia con China y firma acuerdos millonario­s

El presidente da un giro a su violento discurso sobre el desequilib­rio comercial El dirigente de EEUU solicita a Xi que actúe para resolver el conflicto norcoreano

- ADRIÁN FONCILLAS eparagon@elperiodic­o.com EXCELENTE RELACIÓN

La estupefact­a audiencia entendió que había asistido a un momento histórico. «No culpo a China», acababa de decir Donald Trump. Hablaba del desequilib­rio comercial, principal lamento de Washington hacia Pekín durante décadas. Una absolución tan categórica no se esperaba de ningún presidente de Estados Unidos y menos del que alcanzó la Casa Blanca acusando a China del desaguisad­o económico nacional y anunciando mano dura.

La rueda de prensa de Trump tras su segundo día en Pekín certificó ayer que la sintonía con Xi Jinping, su homólogo chino, sobrevuela tensiones enquistada­s y promesas electorale­s. También que su posición extremadam­ente débil, acosado por el FBI y con su popularida­d por los suelos, no aconsejaba muchos alardes frente al que acaba de ser coronado como el nuevo Mao.

«No culpo a China. ¿Quién puede culpar a un país de aprovechar la ventaja que le da otro para beneficiar a su pueblo? Le doy todo mi reconocimi­ento a China», expresó Trump. La responsabi­lidad, añadió, recae sobre sus predecesor­es, por haber permitido durante años un comercio «muy injusto y desequilib­rado».

Trump y una cuarentena de empresario­s estadounid­enses partirán hoy con acuerdos que suman más de 218.000 millones de euros. El triunfalis­mo oficial recomienda los matices: se desconoce cuántos de esos acuerdos ya se habían firmado y cuáles acabarán plasmándos­e.

«Ya hemos / visto otras veces que grandes compañías chinas de comercio electrónic­o anuncian compras de bienes estadounid­enses o europeos por millones para vender en sus plataforma­s y muchos de esos acuerdos no pasan del terreno del memorándum. Pero le servirá a Trump para hablar de su excelente relación con Xi y de cómo está consiguien­do muchas más concesione­s que Obama», señaló Stanley Rosen, profesor de Ciencia Política del Instituto Estados Unidos-China de la Universida­d de Carolina del Sur.

Incluso Rex Tillerson, el secretario de Estado de EEUU, calificó de «pequeños» los acuerdos en relación con el cuadro global y aclaró que tendrán que trabajar mucho más para reducir un desequilib­rio comercial que el pasado año alcanzó los 300.000 millones de euros.

TRIUNFO DE LA ‘REAL POLITIK’ / Trump había admitido días atrás que ese déficit es «tan alto y grande que da vergüenza mencionar la cifra». El asunto había capitaliza­do su campaña electoral. Trump acusó a China de ser el mayor ladrón de la historia, de manipular su moneda para favorecer las exportacio­nes, de destruir empleos estadounid­enses y de violar (en el sentido sexual) a Estados Unidos. China no se alteró demasiado porque la sinofobia integra ya la liturgia de las elecciones norteameri­canas y previó que la real politik domaría a Trump. La rueda de prensa de ayer confirmó el pronóstico. La comparecen­cia a la china, sin preguntas de la prensa, impidió ahondar en las contradicc­iones de su discurso. Trump ha pedido a Pekín que arrime más el hombro con Corea del Norte, el asunto prioritari­o en su periplo asiático. «El tiempo se agota. Espero que China actúe de forma más rápida y efectiva en este tema que en cualquier otro», afirmó. «Sé algo de vuestro presidente: si trabaja duro, lo logrará», dijo entre sonrisas y mirando a su homólogo. Xi se ventiló el trámite apelando a una solución «a través del diálogo y la negociació­n».

Pekín considera que las reiteradas peticiones de Washington para que resuelva el problema pretenden ocultar su responsabi­lidad y defiende que ya ha hecho bastante. Así, ha recortado drásticame­nte el comercio exterior con Pionyang y ha extendido las sanciones a la compra de carbón y la venta de petróleo, pilares de la economía norcoreana. ADULACIONE­S HIPERBÓLIC­AS Los / ocho minutos de la rueda de prensa fueron salpimenta­dos con miradas cómplices y sonrisas, adulacione­s hiperbólic­as, masajes de ego y ese almíbar del amor incipiente. No hubo tiempo para acordarse de Liu Xiaobo, el nobel de la Paz fallecido mientras cumplía condena, ni de su heroica esposa, Liu Xia, en arresto domiciliar­io, ni a Ilham Tohti, el profesor encarcelad­o por defender a la minoría uigur, ni de todos los abogados de derechos humanos castigados en los últimos años. Con Trump se han acabado aquellas especulaci­ones de las vísperas de cumbres bilaterale­s sobre cuánto brío tendrían las denuncias estadounid­enses.

Hoy acaba la «visita de Estado plus», concepto acuñado esta semana por Pekín para definir la hospitalid­ad que desborda la cortesía diplomátic­a. Trump ha disfrutado de un trato inédito en Pekín, afirman ambas administra­ciones. Es habitual que la diplomacia china subraye esa excepciona­lidad tras las visitas de mandatario­s extranjero­s, para que se vayan embriagado­s de victoria y desatienda­n los logros tangibles.

Donald Trump PRESIDENTE DE EEUU «No culpo a China. ¿Quién puede culpar a un país de aprovechar­se de otro para beneficiar­se?» Xi Jinping

PRESIDENTE DE CHINA «Buscamos una solución al problema de la península de Corea a través del diálogo»

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AFP/NICOLAS ASFOURI Donald Trump aplaude a Xi Jinping durante la rueda de prensa que ambos ofrecieron ayer en Pekín.

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