Un debate completamente inútil
Trasobares
Amí me gusta Barcelona y me gusta Madrid. Es todo lo que podría decirles ahora mismo en relación con la cuestión número uno que se ventila en las Españas. Ese asunto que nos polariza, nos empobrece, nos aburre, nos encabrona, nos atonta y nos despista. He llegado a un punto en el que, a fuerza de sobar el tema, la conclusión final ha surgido tan luminosa como deprimente: todo este rollo de las naciones, las identidades, el territorialismo, las patrias, las banderas, la ruptura, la secesión, la DUI y el artículo 155 no sirve de nada. Es un es- fuerzo tan extenuante como inútil. En este tiempo, en vez de avanzar, hemos retrocedido hacia un extraño analfabetismo funcional político. El proceso- procés empezó como un ejercicio de teatralidad forzada, rondó la tragedia y ahora, a un mes de la cita electoral del 21-D, es una comedia sin gracia. Y las declaraciones de
Puigdemont, las meditaciones de Junqueras, las maniobras de Iceta, los reproches de Rivera, los delirios de la CUP, las contramarchas de
Colau, el victimismo, las amenazas, las memeces y las desquiciadas grandilocuencias que se gastan todos los protagonistas de la astrakanada resultan ridículos. Por parte de la otra parte contratante ( Rajoy-Albiol y Ri
vera-Arrimadas), también. Durante la Edad Contemporánea, en España nunca tuvo éxito ningún proyecto de ruptura democrática y social. La constante derrota de toda causa popular (liberal-progresista, republicana, socialista, antifascista...) nos situó una y otra vez fuera de las dinámicas europeas. Fueron precisos los pactos del 78 para homologarnos formalmente con el mundo occidental, gran avance teniendo en cuenta de dónde veníamos. En ese devenir, la cuestión territorial nunca pasó objetivamente de ser un aspecto colateral del gran problema. Colateral... y casi siempre asociado a posiciones reaccionarias (carlismo, patriotismo canovista, nacionalismos periféricos de matriz burguesa...). Que sigamos ahora con la murga en plena globalización, cuando nos abruman los nuevos paradigmas y el mundo entero se transforma, es inaceptable. Yo paso.