Los asaltantes de la armería niegan los hechos, pese a las pruebas
Los hermanos Ortiz son juzgados por secuestro, atraco e intento de asesinato
Los hermanos Pedro y Benito Ortiz Perea negaron ayer ante el tribunal de la Audiencia de Huesca ser los autores del secuestro de una mujer en Zaragoza y del posterior asalto a una armería oscense, aunque las abundantes pruebas presentadas les sitúan en los escenarios de los hechos.
Así se puso de manifiesto en la primera sesión del juicio iniciado en el tribunal oscense contra ambos hermanos, para los que la Fiscalía y las acusaciones particulares solicitan penas que suman más de 60 años de prisión.
A las preguntas del ministerio público y de las acusaciones, los dos hermanos contestaron que la tarde del 23 de mayo de 2016 no secuestraron en Zaragoza a una mujer para robarle el coche, que no la dejaron maniatada posteriormente y que no viajaron a Huesca para asaltar una armería.
También negaron haber entrado en el establecimiento provistos de un cuchillo y de una pistola ametralladora tipo militar para tratar de robar en su interior, haber herido en las piernas con un disparo a su propietario y huir en dirección a Sariñena.
Los dos hermanos, con abundantes antecedentes penales y un largo historial penitenciario, fueron detenidos unos días después en Valencia, cerca de un banco y de otro vehículo robado en Zaragoza y con una bolsa en cuyo interior había un subfusil, una escopeta de cañones recortados y pasamontañas.
Tanto Pedro como Benito aseguraron no saber nada ni del coche robado ni de la bolsa intervenida y se limitaron a explicar que estaban esperando a ser recogidos para ir a recoger naranjas a 2,5 euros la hora.
Los policías que declararon posteriormente explicaron que antes de abandonar el coche robado en Candasnos, la cámara de una gasolinera captó el vehículo, lo que junto a otros indicios permitió a los investigadores situar a los hermanos en Valencia. Estos agentes refirieron las abundantes pruebas dejadas por los acusados en su huida, entre otras los reconocimientos fotográficos hechos previamente por la mujer secuestrada en Zaragoza y por el dueño de la armería.
En el tapón del depósito de gasolina del vehículo, los agentes localizaron restos biológicos tanto de su propietaria como de uno de los hermanos, además de pruebas dactilares y de ADN en las armas y en la propia armería. Testigos oculares también sitúan a ambos hermanos tanto en la estación de Miraflores, donde fue secuestrada la mujer, como en una calle próxima a la armería, donde se dejaron una mochila en la que llevaban una cuchilla de afeitar con restos biológicos.
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