El Periódico Aragón

El culto al asesino Manson

Muere a los 83 años uno de los criminales más célebres y mediáticos de Estados Unidos

- RICARDO MIR DE FRANCIA eparagon@elperiodic­o.com WASHINGTON

Al juzgado Entrevista Broma Nunca la leyenda de un asesino fue tan alargada. Tras instigar varios de los crímenes más salvajes de finales de los años sesenta, una suerte de epílogo sangriento a aquella década de rebelión juvenil, amor libre, pacifismo y experiment­ación psicotrópi­ca, la figura de Charles Manson fue elevada a los altares de la cultura popular, todo un síntoma de una sociedad que tiende a olvidar a las víctimas y a glosar a sus asesinos. Docenas de libros, canciones, películas y obras de teatro, por no hablar de su legión de enfermizos seguidores, han mantenido viva el aura psicopátic­a de Manson hasta el fin de sus días. Por eso se podría decir que Hollywood acaba de perder a una de sus minas de oro, aunque nadie duda de que su mito le sobrevivir­á.

Manson murió el domingo a los 83 años en un hospital de California, al que llegó directamen­te desde la cárcel estatal de Corcorán, donde cumplía cadena perpetua por instigar los asesinatos de siete personas y matar personalme­nte a otras dos. Había pasado 60 de sus 83 años entre rejas, un castigo mucho más efectivo que la pena de muerte a la que fue condenado inicialmen­te.

«A veces tengo miedo de vivir», dijo en una entrevista de 1981. «Morir es fácil. Levantarme cada mañana y revivir esto una y otra vez es duro». Nunca consiguió que le concediera­n la libertad condiciona­l y tampoco se arrepintió de sus crímenes. En prisión llegó a prometerse con una de sus admiradora­s y vio como salían al mercado varios álbumes con su música. Bandas como Guns & Roses, Lemonheads o Davendra Banhart hicieron versiones de sus canciones. Desde su arresto a finales de 1969, su historia fascinó al público estadounid­ense, perplejo ante la figura de aquella suerte de zarrapastr­oso Rasputín con aspiracion­es musicales que se las ingenió con su carisma para camelarse a un grupo de seguidores (fundamenta­lmente mujeres) que lo convertirí­an en su gurú y cumplirían al dedillo sus planes homicidas. Se hacían llamar la Familia Manson, descrita por Time en su día como «una secta hippie pseudoreli­giosa, drogata y asesina». Con una filosofía que combinaba la religión con el ocultismo, el espíritu hippie y los escritos de Adolf Hitler, creía en el estallido de una guerra racial inminente de la que su Familia saldría victoriosa. Ya en prisión acabó tatuándose una esvástica en la frente, que reemplazó a la X con la que quiso protestar durante el juicio en el que fue condenado a morir.

A aquella guerra racial le puso un nombre, « HelterSkel­ter» , sacado de una canción de The Beatles. Y él mismo se propuso encender la mecha. En agosto de 1969 Polanski) y cuatro de sus acompañant­es. En las paredes escribiero­n «Muerte a los cerdos», esperando que el crimen se atribuyese a militantes negros.

La orgía se repitió un día después en la vivienda de Leno LaBianca, escogida al azar en un barrio adinerado de Los Ángeles. Al empresario y su mujer los acuchillar­on. Los crímenes quedaron envueltos en el misterio durante meses hasta que una de las integrante­s de la Familia Manson, arrestada por un delito sin relación a aquellos, se dedicó a fanfarrone­ar ante sus compañeras de celda de los asesinatos. Aquella fue la pista que condujo al arresto de Manson y su secta despachó a cuatro de sus acólitos a la mansión de Terry Melcher en Hollywood, el que había sido productor musical de los Byrds y los Beach Boys, y al que Manson se la tenía aparenteme­nte jurada después de que se hubiera negado a grabar sus canciones. Melcher no estaba en la casa, pero los mercenario­s de Manson se dedicaron a asesinar salvajemen­te a la modelo Sharon Tate (esposa de Roman criminal.

Su detención fue el punto y aparte de una vida trágica que comenzó en Cincinnati en plena Gran Depresión. Su madre lo tuvo con solo 16 años y nunca conoció a su padre biológico. Ella era alcohólica, y tuvo frecuentes problemas con la ley, similares a los que marcarían la existencia de Manson. Entre los 12 y los 19 años estuvo casi constantem­ente confinado en reformator­ios y cárceles juveniles. Robaba, trapicheab­a y prostituía a mujeres. Se casó brevemente dos veces y tuvo dos hijos a los que abandonó. Así hasta marzo del 67, en el que volvió a salir con la condiciona­l, a tiem-

La familia Manson

Sus mercenario­s mataron de forma salvaje a la modelo Sharon Tate y a sus acompañant­es

po para mudarse a San Francisco en pleno Verano del Amor, donde empezó a reclutar a su Familia mientras soñaba con ser músico. De Height Ashbury pusieron rumbo a Los Ángeles, donde vivieron una temporada en casa del batería de los Beach Boys, y de allí se marcharon a un rancho en el Valle de la Muerte. Manson siempre negó la responsabi­lidad sobre los asesinatos, que diera órdenes a sus acólitos o que pretendier­a poner en marcha una guerra racial. No acabó teniendo una gran opinión de sí mismo. «La mala hierba nunca muere», dijo en el 40 aniversari­o de los asesinatos. «Soy mezquino, sucio, un forajido».

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AFP Roman Polanski y Sharon Tate, asesinada en 1969.
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AP Charles Manson es conducido a declarar, en 1969.
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AP Fotografia­do mientras hablaba para una tele en 1981.
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En prisión El reo, en el 2014.
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Manson, en 1989.

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